Ubicado en Casa Central

Archivo Central Andrés Bello entrega primera etapa de rehabilitación de su espacio físico y asegura financiamiento para el plan completo

Archivo Bello finaliza primera etapa de rehabilitación de sus espacios
Alejandra Araya, directora de ACAB, realiza el recorrido por las dependencias junto a las vicerrectoras Faride Zerán y Heidi Berner y el rector (s) Alejandro Jofré.
Alejandra Araya, directora de ACAB, realiza el recorrido por las dependencias junto a las vicerrectoras Faride Zerán y Heidi Berner y el rector (s) Alejandro Jofré.
Uno de los técnicos exhibe el nuevo cableado eléctrico que cruza toda la parte estructural del edificio y que reducirá los riesgos de incendio.
Uno de los técnicos exhibe el nuevo cableado eléctrico que cruza toda la parte estructural del edificio y que reducirá los riesgos de incendio.
Marcela Gómez, conservadora y biotecnóloga, exhibe parte de los documentos de Justicia Espada Acuña que están siendo digitalizados por el Archivo Central Andrés Bello.
Marcela Gómez, conservadora y biotecnóloga, exhibe parte de los documentos de Justicia Espada Acuña que están siendo digitalizados por el Archivo Central Andrés Bello.
Loreto Millar, recorre el sitio donde se han resguardado por el momento las 3 mil placas de vidrio fotográficas que son parte del acervo del Archivo Central Andrés Bello.
Loreto Millar, recorre el sitio donde se han resguardado por el momento las 3 mil placas de vidrio fotográficas que son parte del acervo del Archivo Central Andrés Bello.

En septiembre pasado y tras una larga insistencia de diez años, Alejandra Araya daba inicio a uno de sus más anhelados proyectos como directora del Archivo Central Andrés Bello (ACAB): el plan de rehabilitación del espacio físico que lo alberga, en términos de conservación, remodelación de los espacios e infraestructura eléctrica que lo protegerían del riesgo de incendio y con ello de la pérdida de un patrimonio invaluable.

La crisis sanitaria y las obligatorias cuarentenas convirtieron este periodo en una oportunidad ideal para poder mover muebles, romper paredes, levantar polvo y sobre todo trasladar las colecciones por mientras se hacían esos arreglos. Con un financiamiento de $ 270 millones se dio comienzo a la primera etapa del plan, consistente en el recambio total del cableado eléctrico interior, que reemplazaría al que ha estado desde que se construyó esa parte del edificio en 1936.

Este lunes 29, Alejandra Araya dio por finalizada las obras de esta primera etapa con un recorrido por los espacios junto a Faride Zerán, vicerrectora de Extensión y Comunicaciones, de la cual depende el núcleo patrimonial, Alejandro Jofré, rector (s) y Heidi Berner, vicerrectora de Asuntos Económicos y Gestión Institucional del plantel, quien al finalizar la visita anunció el apoyo financiero para poner en marcha las otras dos etapas restantes: implementación total del circuito eléctrico y reacondicionamiento de los puestos de trabajo para laboratorios y oficinas de catalogación con estándares de climatización y conservación de nivel internacional. Los nuevos recursos se calculan en unos $ 400 millones.

Para la Universidad de Chile es fundamental resguardar el patrimonio que es de todos los chilenos y en ese sentido ese resguardo requiere de los mejores estándares de calidad para evitar los riesgos de perder nuestro propio patrimonio”, expresó la vicerrectora Berner.

“La mejora de la infraestructura eléctrica nos permitirá poder empezar a habilitar cada uno de los espacios para que este archivo no sea sólo patrimonio de la U. de Chile sino que sea conocido por toda la ciudadanía, las próximas etapas pondrán el foco en eso”, agregó.

Por su parte, la vicerrectora Faride Zerán recalcó el rol que mantiene este núcleo patrimonial más allá de la mera conservación. “Esta es una gran noticia, no solo la entrega de la primera etapa sino la implementación de todo el proceso de modernización de las dependencias del archivo, que no albergan a los laboratorios de conservación y restauración sino también espacios de difusión como es la Sala Museo Gabriela Mistral y el Salón de Imaginarios, ambas inauguradas años recientes los que expanden el quehacer del archivo y su incidencia en la sociedad”.

“Estoy muy contenta”, señaló la directora Araya. “Este es un reconocimiento al trabajo realizado por el equipo y a nuestro archivo como el corazón patrimonial de la Universidad. También hay una valoración de poder establecer políticas públicas, en el sentido que estas políticas sobrepasen a las autoridades de turno y permitan proyectar en largo tiempo las responsabilidades que tiene la U.de Chile con el patrimonio que resguarda. Hay un compromiso institucional claro respecto a eso y un círculo virtuoso, en la medida que hay profesionalización, metas claras y un trabajo interinstitucional, las cosas funcionan”, plantea la historiadora quien desde 2010 dirige el ACAB.

La oportunidad de las reformas

Durante estos meses, el equipo completo del Archivo Central Andrés Bello se ha volcado especialmente en la protección de las más de 152 mil objetos que conforman su acervo, sobre todo de aquellas piezas más delicadas, que debido a los trabajos de remodelación de las dependencias podrían verse dañadas. No fue tarea fácil. Entre ellas, debieron moverse a un lugar seguro las 3 mil placas de vidrio de la colección fotográfica y las 7 mil caracolas, donadas por Pablo Neruda en 1954.

Luego de algunos diagnósticos se decidió que las placas se instalarían dentro de la Sala Museo Gabriela Mistral, ubicada en el primer piso de Casa Central, mientras que las caracolas estarían en otra sala aledaña, decisión que tiene que ver con no afectar las condiciones climáticas a las que las piezas están acostumbradas desde hace décadas.

Nuestra preocupación era sobre todo alejarlas de las fuentes de vibración, provocadas por golpeteos de murallas y todo lo que significa reinstalar el cableado eléctrico. Aquí, buscamos las condiciones de temperatura y humedad más cercanas a los que necesitan que son 21° celsius y -50 % de humedad. Además, recubrimos las placas fotográficas con materiales especiales, Tyuck y ethafoam que las aisla del polvo al mismo tiempo que permite que las piezas respiren”, explica Loreto Millar, coordinadora del área de Conservación y Patrimonio del ACAB.

Las placas datan de los años 20 y 30 y corresponden a un importante acervo que retrata la amplia geografía chilena de norte a sur, con paisajes muchas veces irreconocibles hoy en día. “Estas imágenes eran parte del acervo de lo que fue la oficina de Turismo de la época y ahora son parte del patrimonio de la Universidad”, señala Andrea Durán, artista y subdirectora del Archivo. “Muchas de estas piezas no estaban catalogadas, y ahora aprovechamos de hacer tanto análisis del estado de conservación de ellas, como realizar un importante trabajo de inventario”, agrega Durán.

Pese a que desde que fue decretada la pandemia de Covid-19, las dependencias de Casa Central y del Archivo han estado cerradas, lentamente se han comenzado a realizar actividades abiertas al público, como recorridos patrimoniales por el edificio dedicados a estudiantes de primer y segundo año.

En tanto, los trabajos de conservación no se han detenido y desde mayo de 2020, que se retomaron las visitas periódicas de profesionales del Archivo, tres veces a la semana- para limpieza y conservación de las piezas- e incrementándose también la digitalización de las colecciones para su difusión virtual.

Por estos días, por ejemplo, y mientras las refacciones de infraestructura se llevaban a cabo, se realizaba en paralelo el proyecto de digitalización del archivo personal de Justicia Espada Acuña, primera ingeniera civil de Sudamérica, egresada de la U. de Chile en 1919, gracias a la adjudicación de un Fondo Iberoamericano de ADAI, dotado en 9.600 euros, que ganó en pandemia el ACAB.

Para Alejandra Araya estos meses han sido de profundo aprendizaje en cuanto a lo que su equipo ha sido capaz de desarrollar en condiciones complejas y adversas, como también a los pasos a seguir para desarrollar un proyecto de esta envergadura.

Ha sido fundamental la valoración de tener equipos estables en las instituciones culturales y equipos que están permanentemente capacitándose y generando creativamente soluciones acordes con las instituciones en las que trabajamos, que tiene que ver con comprender el sistema público, con tener una vocación de servicio para trabajar con las mismas premisas que tiene toda la U. de Chile. Se reconoce el trabajo invisible de los trabajadores de la cultura, y le damos dignidad al principal contenedor del patrimonio que resguardamos y que es nuestro edificio”, concluye la historiadora.