Columna de opinión:

Mujeres, energía y cambio climático: otra de las razones para manifestarse este 8M

Mujeres y energía: otra de las razones para manifestarse este 8M
"La transición energética no es sólo técnica y económica, sino que es profundamente social y de género", señala la autora.
"La transición energética no es sólo técnica y económica, sino que es profundamente social y de género", señala la autora.
Sofía Vargas P., investigadora del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA).
Sofía Vargas P., investigadora del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA).

Una nueva conmemoración del 8M es una oportunidad para poner sobre la mesa todas las dimensiones donde todavía no existe equidad de género, siendo la energía y el cambio climático parte de esa lista.

En el marco de la transición energética y el cambio climático existen discursos y actores dominantes, siendo la mirada tecnocrática y masculina todavía la imperante. El desarrollo de proyectos, sistemas de energía y políticas energéticas comúnmente se asocia con los roles masculinos, donde se perpetúa la histórica brecha de género que existe en los campos de la ciencia, la tecnología y la ingeniería. Esto se puede ver tanto en la participación de mujeres como en dimensiones más profundas de equidad, justicia social y perspectiva de género.

La participación de mujeres en el mundo de la energía en Chile visibiliza claramente esta brecha. De acuerdo con información presentada por el Ministerio de Energía en su informe “Diagnóstico de la situación de inserción de la mujer en el sector energético de mujer y género” (2017), la participación femenina en el mundo privado representa el 23%, porcentaje que disminuye cuando se trata de cargos de poder, donde solo el 10% de las CEO's o cargos en directorios son ocupados por mujeres. Las gerencias generales bajan aún más, alcanzando solo el 8%. Estos porcentajes no son muy distintos a los del sector público, donde hombres ocupan el 77% de los cargos de alta dirección. Por otra parte, si vemos el panorama en cuanto a la brecha salarial, la situación no cambia, siendo el gap o diferencia de sueldos de un 24%.

Si a esta realidad le sumamos prácticas y dimensiones socioculturales asociadas a dinámicas patriarcales, la situación es todavía más inquietante. Para comprender este punto revisemos los resultados de una encuesta donde participaron 1500 colaboradores y colaboradoras del informe IPCC sobre cambio climático en 2019. Un reporte publicado en Nature mostró que más de un tercio de los y las encuestadas sentía que los autores hombres a menudo dominaban las discusiones en sus grupos de trabajo; el 38% de las mujeres encuestadas informaron que habían visto a otra persona atribuirse el mérito de la idea de una mujer, y un 52% de las mujeres informaron haber visto a una mujer siendo ignorada. Esta situación nos muestra que el tema va más allá de una cifra asociada a la participación, sino que manifiesta dinámicas más profundas y muchas veces invisibilizadas, que hay que modificar.

Por último, al revisar la literatura y las publicaciones científicas sobre energía y género, la mujer ha estado situada en el grupo vulnerable, con menos acceso a servicios de energía y mayormente afectada por la pobreza energética. De esta forma, la relación género y energía es una categoría y marco de análisis urgente a la hora de impulsar políticas públicas que buscan un futuro energéticamente justo.

Estos tres aspectos -participación, dimensiones culturales y afectación- evidencian que en el mundo de la energía y cambio climático se reproduce una estructura, donde no existe -en 2022- equidad ni igualdad de género. La transición energética no es sólo técnica y económica, sino que es profundamente social y de género. Por eso, por una transición energética justa y siguiendo el lema propuesto este 2022 por ONU Mujeres “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, este 8M volveremos a manifestarnos y salir a las calles a exigir ese derecho. Por el planeta, por nosotras y por nuestras hijas.