A propósito de su reciente reconocimiento:

Claudio Vargas repasa su experiencia con el sonido en la creación audiovisual

Claudio Vargas y su experiencia con el sonido en creación audiovisual

“Desde que egresé de la Facultad de Artes he trabajado en sonido para creación audiovisual en sus distintas etapas”, señala Claudio Vargas, académico del Departamento de Sonido, sobre sus inicios en este campo. “Pasé largo tiempo en Sonido Directo (captura en set) y luego comencé a trabajar en postproducción. Después de varios años, mi carrera derivó en realizar diseño sonoro para algunas obras de mi autoría y de amigas y amigos directores que confiaron en mí”, añade.

En ese contexto, han sido importantes los cambios que ha visto y vivido en el área audiovisual, “cambios técnicos y de apreciación”, especifica el también Licenciado en Artes con mención en Sonido de la U. de Chile. “Al comienzo no era difícil encontrarse con directores a quienes se les preguntaba qué querían o esperaban del sonido directo y respondían simplemente ‘que se escuchen los diálogos’”, recuerda Claudio Vargas, añadiendo que “hoy los requerimientos son mucho mayores y ricos en lo creativo”.

Es en este campo en el que ha encontrado no sólo “lindos momentos, amigos, lugares, personas y sonidos muy bellos”, sino también “varias preguntas que me llevaron a lo académico, a compartirlas en el aula y al aprender cotidiano que se da en una sala de clase junto a les estudiantes. La relación con el sonido es un área que cada uno ha desarrollado de una forma particular. El compartir y conocer nuevas formas permite enriquecer la escucha, potenciar la atención y expandir la comprensión del mundo sonoro que nos rodea o que creamos para una obra audiovisual”, señala.

Actualmente, Claudio Vargas es académico de la Facultad de Artes, donde hace clases a estudiantes de Ingeniería en Sonido, y también de la Facultad de la Comunicación e Imagen, donde enseña a estudiantes de la carrera de Cine y Televisión. “El foco en lo académico es bien distinto, principalmente porque son para carreras distintas”, explica al respecto. Y añade: “Pero creo que mi foco está en dar herramientas para desarrollar el mundo sonoro desde etapas tempranas de producción y en comprender la posibilidad de ampliar la visualidad mediante la utilización sonora para conformar un espacio cinematográfico enriquecido”.

Premio Pedro Sienna

A fines de junio el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio anunció la nómina de ganadores de los Premios Pedro Sienna, la distinción más importante del cine chileno, correspondiente a la edición 2019 del galardón, y en la que participaron producciones estrenadas comercialmente o mostradas públicamente en salas de cine del país, entre el 1 de enero de 2017 y el 31 de diciembre de 2018.

“La Casa Lobo”, dirigida por Cristóbal León y Joaquín Cociña, obtuvo tres distinciones, entre ellas, Mejor Diseño Sonoro, reconocimiento que recayó precisamente en Claudio Vargas. Para el académico del Departamento de Sonido la noticia fue inesperada y el retraso -“el premio viene a reconocer los trabajos del 2018”, aclara- “ayudó a la sorpresa. Obviamente me alegra mucho el reconocimiento y saber que nuevamente se estará reconociendo la categoría ‘Mejor Diseño Sonoro’. Durante varios años no se consideraba esta categoría en los premios Pedro Sienna y era bastante intrigante, por decirlo de alguna manera, que pasara eso”, comenta.

La realización de esta película de animación, que cuenta la historia de una joven que se refugia en una casa en el sur de Chile después de escapar de una colonia alemana, demoró alrededor de cinco años. Así lo cuenta Claudio Vargas, para quien el tiempo que tomó el desarrollo de esta película marcó uno de los aspectos que caracterizaron su propuesta sonora. “Se trabajaba por fragmentos y había un tiempo largo para desarrollarlo. Durante ese tiempo, yo también participaba en otros proyectos (sonido Directo) y siempre estaba ‘Casa Lobo’ en la cabeza. Entonces el material de sonido es de locaciones, momentos, ciudades, películas e instancias distintas”, explica.

Junto a ello, las posibilidades técnicas, que “eran las que yo tenía a mano. Gran parte del sonido fue desarrollado en casa, esperando la hora más silenciosa del día y con mi hijo, que en esos tiempos tenía 8 años, como asistente que apretaba la tecla para grabar y parar. Rústico y familiar, un lujo”, recuerda. “Posteriormente se sumó más gente al equipo. Mowat durante las grabaciones de las voces, Peter Rosenthal durante la post-producción y Sonamos (Pablo Bahamondes, Roberto Zuñiga y Roberto Espinoza) para las etapas finales”, explica Claudio Vargas, añadiendo que los directores de la película, además, “traían propuestas increíbles que son una parte importante del resultado”.

Por último, el académico del Departamento de Sonido comenta que Cristóbal León y Joaquín Cociña “habían desarrollado un decálogo para la película y que, durante las grabaciones de las voces, surgió algo parecido para el sonido. Principios que representaban lo hecho y guiaban lo por hacer”, explica antes de compartir, a modo de cierre, este casi decálogo:

  • No manipular sonidos, solo escuchar o grabar de una forma distinta.
  • No librerías.
  • La música es ruido, el ruido es música.
  • El sonido de los materiales es el sonido de nuestra realidad.
  • Si se hace muy complejo, no sirve.
  • La casa es un personaje, es un entorno sonoro.
  • Los tiempos de la casa son solo de la casa (no tienen necesaria relación con el tiempo cronológico).
  • Todas estas reglas deben contradecirse en algún momento.