Llegada del horario de invierno

Especialistas U. de Chile sugieren quedarnos con un solo horario: el que comenzaremos este sábado

Especialistas sugieren quedarnos con un solo horario: el invernal
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"El problema, más que el cambio de hora, es el cambio del cambio de hora”, dice el investigador del Centro de Sistemas Públicos (CSP) del Departamento de Ingeniería Industrial de la FCFM, U. de Chile, Alejandro Barros.
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El horario invernal, a diferencia del actual, permite tener luz matutina y ayuda a sincronizar nuestros ritmos biológicos y -por ende- a regular los distintos ciclos hormonales y fisiológicos.
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"Desde la evidencia no tenemos ningún sustento para mantener cambios de horario, ni desde lo biológico y menos desde lo económico", dice la profesora Margarita Bórquez, académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la U. de Chile.
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Chile está en -3 UTC (Universal Time Coordinated) y mutará al -4 este fin de semana. Aunque geográficamente nos correspondería el -5 UTC.

Todo el territorio nacional, a excepción de la Región de Magallanes, deberá retrasar el reloj una hora la medianoche de este sábado 1 de abril para dar inicio al horario de invierno, una medida que busca aprovechar la luz solar desde que nos despertamos ¿Qué impactos tiene este desfase en nuestro organismo y en el país? ¿Se justifica cambiar de hora dos veces al año? Especialistas de la U. de Chile recomiendan quedarnos con un horario fijo y entregan consejos para adaptarse de mejor forma a este cambio.

El nuevo horario estará vigente durante seis meses, hasta el primer fin de semana de septiembre del 2023, según la indicación entregada por el Ministerio de Energía, entidad a cargo de esta dinámica que puede provocar trastornos del sueño, somnolencia y desconcentración por unos días. Sin embargo, luego de este período de ajuste, el horario nuevo sería beneficioso para nuestro organismo. De acuerdo a los especialistas, el horario invernal permite tener luz matutina y ayuda a sincronizar nuestros ritmos biológicos y -por ende- a regular los distintos ciclos hormonales y fisiológicos.

La profesora Margarita Bórquez, académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la Universidad de Chile, dice que lo ideal sería quedarnos con un solo horario, el de invierno, que comenzará este fin de semana. “Este cambio de hora no debería tener un impacto perjudicial en nuestro organismo, puesto que sería más coincidente con nuestras necesidades fisiológicas. La salida del sol, la puesta del sol, son muy importantes para poder regular el sueño. Cuando cambiamos del horario de verano al horario de invierno, como ocurrirá ahora pronto, tenemos una mayor coincidencia con nuestra hora de despertar, es decir, tendremos más luz en la mañana y eso es muy beneficioso para nuestra sincronización diaria”, explica.

Esto implica la sincronización de hormonas, efectos en el ánimo, en nuestra atención, en nuestro nivel de somnolencia, en todo nuestro funcionamiento diario. De ahí que este cambio de hora puede ser beneficioso para la población. Sin embargo, cualquier disrupción en estas rutinas de sueño que deberíamos mantener día a día pueden generar desajustes a nivel hormonal, a nivel anímico y a nivel de somnolencia. Hay un período de adaptación de cuatro o cinco días.

“Sin embargo, me gustaría enfatizar que en este cambio de horario debería ser mucho menos el impacto en las personas que en el de primavera. El cambio anterior (invierno a verano) sí tiene asociado muchas dificultades a nivel de la salud y del desempeño de las personas. Se ha reportado un aumento de ataques cardíacos en estudios a nivel correlacional; también aumento de accidentes y mayor somnolencia y mayor efecto en el estado de ánimo; en el sistema metabólico. Es un cambio que no es beneficioso para nuestro organismo”, afirma la psicóloga.

¿Se justifica tener dos cambios al año de hora?

“Claramente no se justifica. Si vemos la literatura en la evidencia disponible, no hay evidencia que se relacione ni con un sustento económico o en variables de salud que nos digan que es necesario hacer dos cambios de hora. De hecho, en muchas partes del mundo ya no hay cambios de horario. La Unión Europea antes de la pandemia ya estaba con la idea de eliminar los cambios de horario justamente por la evidencia que apunta a que los cambios de horario tienen efectos perjudiciales en la salud de las personas”, plantea Bórquez.

En el caso de Chile, había una propuesta de mantener un solo horario, lo que es beneficioso por toda la evidencia disponible, dice la académica. “Sin embargo, la propuesta era mantener el horario de verano y eso es algo que, no solamente en mi opinión, sino que con la evidencia que tenemos disponible, no es beneficioso, no sería lo más adecuado de implementar”, advierte. Destaca, a modo de ejemplo, que en el 2015 se mantuvo el horario de verano durante el año y esto tuvo repercusiones bastante importantes en la sociedad, principalmente en la población infanto juvenil y adulta mayor. Según indica, en aquel año hubo muchos problemas porque niños y niñas llegaban muy somnolientos a los colegios.

La población que más sufre es la población infanto juvenil, principalmente porque necesitan más horas de sueño y, por lo tanto, una sincronización con los ciclos de luz-oscuridad, con mayor luz en la mañana, es aún más beneficiosa para esta población. Se nota aún más el efecto. Entonces, desde la evidencia, no tenemos ningún sustento para mantener cambios de horario, ni desde lo biológico y menos desde lo económico”, dice la especialista en salud mental.

En algún momento se propuso estos cambios con un sustento económico de ahorro de energía, pero la evidencia -no solamente en Chile, sino que también en el resto del mundo- apunta a que no tiene un impacto el cambio de horario en el gasto energético. Por estas y otra razones un grupo de parlamentarios pidió al Presidente eliminar el próximo cambio y quedarnos con el de invierno. “Esperemos que en un futuro no muy lejano podamos mantener nuestro horario de invierno durante todo el año y ajustarnos a nuestro huso horario que nos corresponde por situación geográfica, y esto tendría obviamente repercusiones en la salud de todos los chilenos”, sostiene Bórquez.

En este sentido, el investigador del Centro de Sistemas Públicos (CSP) del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile, Alejandro Barros, concuerda en que es necesaria una decisión definitiva tomada con evidencias y antecedentes. “Ya basta del cambio de hora. Funcionó razonablemente hasta cuando empezamos a jugar con la fecha. Históricamente, era el segundo sábado de marzo y el segundo sábado de octubre, y todo funcionaba de manera bastante estable. Lo que ha provocado que ahora es una cuestión súper errática, nadie sabe cuándo va a ser el cambio de hora, si bien hay una fecha y un decreto, nunca se cumple.

Nadie metió en la ecuación cuánto le cuesta al país cambiar la hora. Y si la decisión finalmente es cambiarla, que sea con todos los antecedentes a la vista: cuáles son los beneficios idealmente cuantificados y cuántos son los costos, también idealmente cuantificados. Y eso no se hace nunca, y es bastante dinero. Yo hice un cálculo bien a la baja, porque hay números que no pude conseguir, pero es de 25 millones de dólares. Para qué hablar de las pérdidas relacionadas con la productividad, porque nos pasamos un buen rato perdiendo reuniones o compromisos laborales”, dice el profesor Barros.

Otra cosa que no se ha hecho aún, y que un decreto de 2018 planteaba, es que tengamos una discusión seria respecto de cuál es el mejor sistema, si tener dos husos horarios, uno de invierno y otro verano, o no tenerlo. Y en el caso de no tenerlo, cuál es mejor, el horario de invierno o el de verano. Europa se decidió por el de verano, aunque en Chile, es el de invierno el que está más cerca de la hora astronómica.

“Bueno, el decreto del 2018 decía que nos diéramos cuatro años para discutirlo, ya pasó el tiempo y seguimos improvisando el día, la hora, etcétera. Yo no me niego a que lo cambiemos, pero que lo hagamos con una discusión seria. El problema, más que el cambio de hora, es el cambio del cambio de hora”, dice el profesor. “Ahora, la otra rareza que tenemos es que Chile decidió definir los horarios según los paralelos cuando el resto del mundo lo hace por los meridianos”.   

Recomendaciones: Higiene del Sueño

Independientemente del tipo de cambio horario, es necesario mantener ciertas rutinas de sueño estables, acostarnos y levantarnos a una misma hora siempre, y hacer caso de las recomendaciones de higiene del sueño, que nos ayudan a enfrentar el impacto. “De hecho, sería recomendable, ya que es una hora menos, si nos pudiésemos acostumbrar a seguir durmiendo en el horario que tenemos hoy. Si nos acostamos a las 11 pm, significa que ahora serán las 10, y eso sería muy beneficioso si siguiéramos durmiendo a las 10. Sería ideal”, dice la psicóloga.

La especialista recomienda prepararnos para los cambios de hora, es decir, ajustar los horarios de alimentación y de ir a dormir, en pos de ese cambio. También tener una alimentación más liviana cercana a las horas de ir a dormir, no consumir cafeína o dejarlo solo para las primeras horas del día. Otras recomendaciones son tener la cama como un sitio para dormir con cierta rutina de sueño asociada y no para otras actividades y alejarnos de la luz a la hora de dormir, como la luminosidad de pantallas de celular y de televisión, que impacta negativamente el inicio del sueño.

“Así como necesitamos luz al amanecer, que la tendremos ahora con este cambio de horario, no necesitamos luz en el inicio del sueño, porque cuando hay luz hay hormonas que cuesta más que se liberen. Por ejemplo, la melatonina, que está muy asociada con nuestro proceso de sueño, necesita la oscuridad para una correcta liberación”, dice la profesora de la U. de Chile.

En ese sentido, podemos atenuar los impactos de un cambio de horario siguiendo las recomendaciones de higiene del sueño, enfatizando que este cambio de horario incluso puede ser hasta beneficioso para nuestro organismo, porque no nos sitúa en un despertar con mayor luz que hará que nuestro organismo se sincronice durante el día y, por lo tanto, tenga un impacto en el sueño posterior.