"Del Biombo a la Cátedra. Igualdad de oportunidad de género en la Universidad de Chile"

Estimadas amigas y estimados amigos:

Es para mí un orgullo y una gran satisfacción saludar a las académicas, a las funcionarias y a las estudiantes al conmemorarse hoy el Día Internacional de la Mujer del año 2014, porque constituye un momento importante para que la Universidad de Chile reafirme su compromiso con el valor de la igualdad y con el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres, especialmente en el campo educativo.

Como Universidad Pública preocupada del desarrollo del país, hemos estado atentos a los avances sociales y a las voces ciudadanas que demandan mayor igualdad entre hombres y mujeres como imperativo de justicia social. Sabemos que como sociedad debemos todavía recorrer un largo camino para modificar las estructuras y sistemas culturales que nos modelan, y en este desafío el acceso igualitario de las personas a la educación no discriminatoria y de calidad, es un paso fundamental para cambiar el paradigma del actual sistema educativo que refuerza las inequidades sociales y de género.

En este sentido, esperamos aportar para que el sistema educacional chileno influya en la constitución de una sociedad que, fundada en la ética de los derechos humanos, incentive relaciones igualitarias y de respeto entre hombres y mujeres.

La situación de desigualdad de género que prevalece en el país no ha sido una preocupación ajena a nuestra Universidad, por el contrario, ella, desde su fundación ha estado vinculada a los procesos de cambios sociales y culturales y ha promovido la plena inserción de las mujeres en la vida nacional.

Es así como fuimos la primera universidad en recibir y graduar estudiantes mujeres. En sus aulas han dictado clases destacadas intelectuales ligadas a las luchas emancipadoras de las mujeres de fines del siglo XX, como Amanda Labarca, Elena Caffarena y Olga Poblete. Hay que recordar, como experiencia pionera en el país, que la Universidad de Chile creó dos Centros de Estudio de Género dedicados a la formación de pre y postgrado, investigación y extensión, que han hecho importantes aportes a la reflexión y al quehacer universitario y del país. En años recientes fuimos la primera universidad chilena que incorporó la variable de género en los títulos universitarios.

En el último tiempo, profundizando nuestro compromiso con la equidad, esta rectoría creó la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el año 2012, convocando a académicas, funcionarias y estudiantes y, a partir de sus recomendaciones, creamos también la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género en el año 2013, dependiente de la Vicerrectoría de Extensión. Ambas instancias han tenido como propósito, en primer lugar, ampliar el conocimiento sobre la situación de hombres y mujeres en la Universidad, y en segundo lugar, en base a los hallazgos de la investigación realizada, proponer políticas y medidas para abordar los problemas y discriminaciones que afectan a académicas, funcionarias y estudiantes. Nos convertimos así en la primera universidad chilena que cuenta con un mecanismo institucional destinado a impulsar políticas y acciones que nos permitan avanzar efectivamente en mayor equidad de género y ser, así, una mejor universidad pública.

El diagnóstico institucional realizado por esta Oficina y por la Comisión, y que se presenta en el libro "Del Biombo a la Cátedra. Igualdad de oportunidad de género en la Universidad de Chile" que entregamos hoy a la comunidad, develó que en la Universidad de Chile se expresan, al igual que en la sociedad, brechas de desigualdad entre hombres y mujeres, que queremos decididamente erradicar, porque contradicen los valores universitarios que sustentamos.

A la luz de los resultados, resulta clara la presencia desigual de académicas y académicos en las diversas facultades e institutos, las barreras que enfrentan las mujeres en su desempeño profesional y en el desarrollo de sus carreras académicas y profesionales, su menor acceso a las instancias de toma de decisiones y a las jerarquías académicas más altas y de mayor prestigio.

Observamos también con preocupación la concentración de las alumnas en determinadas disciplinas generando una "masculinización" y "feminización" de algunas carreras. Esta segmentación incide en los menores ingresos económicos de nuestras egresadas que se incorporan al mundo del trabajo en el que también se reproducen características discriminatorias. Pero debemos reconocer que las desigualdades salariales en desmedro de las mujeres se expresan también entre hombres y mujeres que se desempeñan en la Universidad de Chile, a pesar de sus similares calificaciones académicas, jornadas laborales y tipo de trabajo.

El diagnóstico señala también algunos problemas transversales que afectan a todos los estamentos y que debiéramos abordar con urgencia como comunidad universitaria. Nos referimos a las dificultades que se enfrentan para conciliar la maternidad y paternidad con el desempeño laboral y estudiantil; al acoso sexual en el ámbito laboral y estudiantil y a la discriminación por razones de género o de orientación sexual que afecta a muchas personas, especialmente mujeres, que forman parte de nuestra comunidad universitaria.

Frente a esta realidad la Oficina de Igualdad, asesorada por la Comisión de Igualdad, ha planteado medidas para avanzar en la equidad entre hombres y mujeres: por un lado, es preciso transverzalizar la perspectiva de género en las políticas universitarias y en los mecanismos e instrumentos de gestión, así como en la creación y transmisión de conocimientos, en el ingreso equilibrado de los y las estudiantes a las carreras sin sesgos de género, y en la proyección externa de la Universidad.

Entre las medidas concretas propuestas, que quisiéramos que se llevaran a cabo, se encuentra la formulación de un Plan de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres que defina políticas generales en el campo de la docencia, la extensión y la investigación; la aplicación del Código de Buenas Prácticas laborales con equidad de género para regular los procesos de selección, remuneraciones, desarrollo de carrera y compatibilización de las responsabilidades laborales y el trabajo. Especialmente importante nos parece la propuesta de desarrollar un mecanismo y un procedimiento específico para investigar y sancionar las conductas discriminatorias y de acoso sexual que lamentablemente ocurren, así como para reparar a las víctimas.

Este conjunto de propuestas, junto a otras que puedan surgir de procesos participativos de los distintos estamentos, no son patrimonio de un determinado gobierno universitario sino que debieran convertirse en políticas universitarias que trasciendan y se incorporen como parte del quehacer sustantivo y permanente de nuestra universidad.

Sabemos que los cambios en la cultura y en las prácticas institucionales son complejos y lentos y que aún queda mucho por avanzar para romper con las múltiples formas de discriminación, pero no por ello debemos esperar más tiempo para reaccionar. Nuestra Universidad ha sido referente en diversos campos y, coherente con sus valores y su tradición, quiere serlo también en materia de equidad entre hombres y mujeres.

Hoy contamos con instrumentos que nos facilitan esta tarea. Si a ello sumamos la voluntad política y la decisión de los distintos estamentos y cuerpos directivos, no nos cabe duda que podremos, en un plazo razonable, mostrar resultados auspiciosos en la superación de todo tipo de discriminación y desigualdad en nuestra universidad.

Por último, no me queda más que felicitar y agradecer el trabajo que han realizado las académicas, estudiantes y funcionarias que en la Comisión, la Oficina de Igualdad de Oportunidades y en la Vicerrectoría de Extensión han entregado a nuestra Universidad la posibilidad de ser la vanguardia en materias que tocan a la igualdad y a la concreción de la excelencia académica unida a la calidad de vida institucional.

Un abrazo,

El Rector

Santiago, 7 de marzo, 2013

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