Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en ceremonia de Entrega Grado Doctor Honoris Causa al Excelentísimo Señor Presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki.

Constituye un alto honor para la Universidad de Chile conferir el Grado Doctor Honoris Causa al Excelentísimo Señor Presidente de la República de Sudáfrica, Señor Thabo Mbeki.

Esta distinción constituye la más alta otorgada por la Universidad de Chile, y hacemos entrega de la misma como un homenaje a una vida de esfuerzo en defensa de la democracia y de los derechos humanos. Estos son principios muy importantes para las instituciones universitarias puesto que sin democracia no hay forma posible de expresarse libremente y de realizar el trabajo universitario, con el carácter integral y pleno que sólo permite el contraste de ideas sin límites en un ambiente de respeto.

Muchos han sido los progresos de la humanidad que se han visto originados en el hacer universitario, signado por la libertad de expresión y de investigación. Lamentamos que aún en muchas partes del mundo, no prime este derecho básico y que en muchas otras, sean las acciones violentistas un factor amenazante, contra el buen desempeño universitario. Lamentamos que en muchos lugares sean aún las universidades objeto de intervención o restricciones valóricas, que ponen límite a su libre quehacer. Creemos que la vida de su excelencia, el Presidente Mbeki, constituye un ejemplo de consecuencia en defensa del principio de la libre expresión y de la no-discriminación.

La Universidad, señor Presidente, es por definición humanista, ya que el ser humano debe considerarse el fin último de las cosas y no un mero instrumento para alcanzar ciertos fines. El respeto por los derechos humanos debe entonces considerarse como una expresión del humanismo, que es parte integral del hacer universitario, patrimonio de la inteligencia y del progreso en su expresión más plena.

Usted, señor Presidente, ha defendido con vigor el principio de defensa de los derechos humanos que hacemos nuestros y que en horas difíciles fue también pisoteado en nuestra patria a lo largo de muchos años, cuando fue simplemente abolido, como en la suya. Hay aún mucho que hacer en este campo, ya que en muchas democracias los derechos humanos son también violados sistemáticamente, incluyendo las formas de explotación extrema de seres humanos y la vida indigna e infrahumana que sobrellevan millones de personas en el planeta. La ausencia de democracia es, también, un caldo de cultivo para esas conductas opresoras y es por eso que la defensa de los derechos humanos debe también incluir el más irrestricto resguardo a la democracia más plena.

Usted, señor Presidente, simboliza la defensa de principios muy importantes para la vida universitaria. Ha auspiciado los fundamentos mismos de lo que consideramos vital para el trabajo universitario, y para que efectivamente en la Universidad resida la inteligencia, el amor al progreso y a la libertad, como expresiones superiores de nuestra organización social.

Lamento que este acto no haya tenido lugar en nuestra casa universitaria, víctima precisamente de la acción de grupos que no aprecian, en libertad ni en democracia, la importancia del bastión para defender las ideas. Usted sabe muy bien, señor Presidente, que la violencia sólo acarrea despojo, muerte y más violencia, puesto que el transito político de su país a la democracia plena ha sido un ejemplo de ello y de la tolerancia y firmeza en las ideas contra la violencia, venga ella de donde viniere. Pero igualmente estamos aquí, orgullosos y alegres, porque hemos podido mostrar en este acto, un homenaje que en verdad es un homenaje al humanismo, como una expresión esencial del respeto por el ser humano y su grandeza y potencia, para siempre alcanzar días mejores para todos.

Gracias, señor Presidente, por haber aceptado esta distinción, y hacernos meditar profundamente acerca de las responsabilidades que cada uno de nosotros debe permanentemente asumir en función de esos principios tan caros a la convivencia civilizada. Muchas gracias.

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