Calidad de vida: nuevas soluciones a nuevos problemas

El mejoramiento progresivo de las condiciones de vida de sus habitantes, el acelerado proceso de urbanización y la importante ampliación en la cobertura y calidad del saneamiento básico son sólo algunos de los fenómenos responsables del notorio descenso en la mortalidad general e infantil que experimenta Chile desde la década del ´60.

En nuestro país, el envejecimiento de la población adquiere cada vez más importancia. De acuerdo al censo de 1982, el 6% de la población tenía más de 64 años. Veinte años después, ésta constituía el 11%, mientras se espera que la cifra crezca considerablemente para el 2050.

Debido al aumento en la proporción de adultos mayores y sus particulares condiciones, su calidad de vida debe convertirse en una prioridad en la implementación de políticas públicaspor parte de las autoridades.

Lo mismo sucede con otro sector socio-etáreo de gran incidencia en el panorama contemporáneo. En América Latina y el Caribe, alrededor del 60 por ciento de la población, ó 3 de cada 5 personas, son menores de 30 años. La gran mayoría de estos jóvenes crecerá en una época de cambios sociales, económicos, tecnológicos y políticos que los afectará profundamente. Preocuparse del desarrollo integral de los y las jóvenes de las América, es preocuparse por el mantenimiento y superación del capital humano indispensable para seguir avanzando.

Por otra parte, la primera Encuesta Nacional de Salud realizada en el año 2003 mostró que un 42% de la población chilena mayor de 15 años fuma, casi un 34% tiene hipertensión arterial, un 55% presenta riesgo cardiovascular definido como alto y muy alto, un 40% tiene su fracción protectora del colesterol disminuida, casi un 23% padece síndrome metabólico, 4,2% es diabética, un alto porcentaje presenta sobrepeso u obesidad, y más del 90% de la población es sedentaria.

Los desórdenes físicos y mentales provocados por el nuevo estilo de vida de los chilenos, como la obesidad, constituyen en la actualidad un serio problema desalud pública, pues las enfermedades que la acompañan tienen un alto costo económico y en calidad de vida.

Todo ello configura el ambiente de alto riesgo en que vive nuestra población, lo que hace aún más apremiante la intervención sobre estos y otros factores de riesgo asociados a este cambio de conductas y hábitos de consumo en el marco de nuevos estilos de vida, situación que afecta todos los grupos etáreos.

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