Discurso del Rector Ennio Vivaldi en VIII Cuenta Anual del Senado Universitario

Discurso del Rector Ennio Vivaldi en VIII Cuenta Anual del Senado
Rector Ennio Vivaldi Véjar, Presidente del Senado Universitario
Rector Ennio Vivaldi Véjar, Presidente del Senado Universitario

Este es un acto particularmente hermoso, veo a muchos amigos que estuvieron en el primer Senado.

Lo primero para mí es expresar el significado que tienen las instituciones. El Senado Universitario se compone de distintas personas que lo constituyen, pero la institución Senado es permanente y me parece que es particularmente valioso rescatar este concepto “maturanesco”, de que la organización sigue intacta, de hecho, en el trabajo legislativo, por cuanto es la institución misma la que perdura y eso creo que es particularmente emocionante. Y también esta sensación de prolongar el paso de todos los Senadores que hoy día dejan el cargo, que siguen estando de alguna manera. Yo lo sentí así una vez que dejé el Senado, me sentí identificado con la institución como tal. Creo que esto es muy particularmente bonito de destacar cuando esta institución Senado pertenece a otra institución como es la Universidad de Chile, que claramente no termina en sí misma, sino que tiene como objetivo, como principio fundacional, el abarcar y proyectarse, pensar al conjunto del país, a la patria Chile. Entonces este Senado está llamado a representar lo que es este sentimiento y proyección de la Universidad.

Creo que este es un momento feliz para la Universidad. Por mucho tiempo habíamos esperado un momento que pudiéramos discutir y debatir problemas relevantes del país. Creo que hay una expectativa, para esta Universidad, muy especial. Uno lo siente en la interacción con autoridades del Congreso, de Gobierno, con la opinión pública reflejada muchas veces por la prensa. Hay una expectativa y una “buena onda” hacia lo que esta Universidad puede y debe aportar hoy día. Y eso yo creo que refuerza la responsabilidad de instituciones como este Senado. Claramente esta responsabilidad que hoy tenemos se expresa, en primer lugar, en un tema tan decisivo y perentorio para el futuro del país como es la educación y en concreto lo que es la reforma educacional. En concreto, es la voluntad que se ha expresado y que, pienso, es un tardío reflejo de una voluntad que el país Chile y la ciudadanía por mucho tiempo había sentido, de alcanzar nuevas definiciones, nuevas conceptualizaciones de lo que es la educación pública. Y en gran medida lo que hoy vemos como reforma educacional es una forma de replantear, en primer lugar, el tema de la educación pública. 

Me parece pertinente, muy brevemente, destacar algunas características de este debate por cuanto lo público, lo estatal, suele ser tergiversado o a propósito, probablemente, mal expresado al momento de entrar a los debates. Pero si uno piensa en la historia de la educación pública, es la que corre en paralelo con dos grandes fenómenos que ocurren primariamente en Europa, pero después con una fuerza y originalidad propia en nuestro propio continente y en otros, pero principalmente tiene que ver con el fin del absolutismo en el siglo XVIII y el comienzo de la Revolución Francesa, y lo que está ocurriendo en los otros países de Europa y -esto es muy importante de destacar- de los Estados Nacionales. La educación pública no se entiende si no se entiende por la necesidad que sentían los estadistas de tener una forma de configurar Estados. Y la pertenencia que cada ciudadano tiene al país es algo que se aprende a través de la interacción en un espacio que es la educación pública y esa es la primera causa que hace que tengamos educación pública. Desde luego, en Chile la educación pública se instaura aquí como una manera de que entendamos y nos sintamos chilenos y pertenecientes a una sociedad en su conjunto.

Y el otro gran fenómeno, si piensan en Francia de 1802, Bonaparte funda el primer liceo, pero es en la segunda mitad de ese siglo en que Jaurès y otros van a aportar el segundo gran elemento de la educación pública que es la democracia. La educación pública surge y adquiere otra connotación. Al principio fue elitista, o más que elitista fue restringida a algunos grupos, pero después viene esta gran explosión en la cual el conjunto del país es incorporado. Y eso creo que tiene que ver con conceptos tan importantes como es la pertenencia a un país, a una sociedad, a la patria, que son en definitiva los conceptos que están en juego cuando uno vuelve a plantearse de una manera crítica lo que ha ocurrido con la educación en Chile y en particular con lo que uno desearía que fuera esta educación pública.

Y es por eso entonces que me parece que lo que estamos haciendo va mucho más allá de un debate sobre cómo somos mejores o peores o -lo que a veces se dice-, si se compran o no los establecimientos educacionales, que son discusiones muy válidas. Pero es evidente para nosotros que lo que está en juego es una forma de ser chileno, una forma de sentirse identificado con el país. Probablemente, quienes conocimos la educación pública sabemos que nuestra manera de sentirnos pertenecientes a esta patria no sería la misma si no hubiésemos tenido la experiencia directa de haber conocido a protagonistas del país que vienen de las más diversas áreas económicas, sociales, culturales, etc. Y esa gran potencialidad de la educación pública es lo que está detrás de lo que nosotros hemos de desarrollar.

Dentro de esto me es muy satisfactorio -más que satisfacción la palabra es alegría-, que hemos podido comprobar en la semana reciente un sentido de responsabilidad frente a lo que va a ocurrir con la reforma educacional en la Universidad tal, que hace que haya una voluntad de trabajo conjunto por parte de todos los integrantes de la comunidad de nuestra Universidad de Chile que están involucrados en el tema de la educación, de un trabajo sinérgico, comprometido, codo a codo, y eso realmente nos alegra y emociona porque realmente es la gran demanda que el país hace, que esta Universidad asuma en su condición de Universidad pluralista y laica, lo que le da condiciones únicas de asumir un liderazgo en lo que es la educación y en un tema que de suyo debe ser tratado en profundidad que es el tema de los profesores. Qué le pasó a este país que no supo o que dejó de valorar como debía lo que era la tarea del maestro, del educador. Qué pasó con los valores que en este país imperan que no somos capaces de entender, como lo hicimos en algún momento de mayor lucidez, el tremendo aporte que para la patria significa el contar con profesores. Y esa tarea es probablemente una de las más importantes que tenemos por delante.

En cuanto a la educación universitaria, por fin tenemos un tema de replantear la posibilidad de Universidades estatales. Hemos estado diciendo que somos Universidades estatales, lo que es muy válido, sintiéndonos una Universidad estatal, comportándonos -en la medida de lo posible- como si lo fuéramos, pero claramente, en Chile no hay Universidades estatales. Hay una idea del Estado que realmente es una caricatura que en ninguna parte del mundo se asumiría, es una negación de los conceptos más básicos de historia y de política, no entender el rol que el Estado juega en cualquier sociedad capitalista u otra, y realmente ha sido terrible la forma cómo ha sido planteado el tema de la educación.

Quiero destacar dos cosas, a lo mejor es una veta paranoide que hay en mí y que me hace sospechar, pero quiero hacer una confesión. En algún momento cuando se discutía el tema de que si todas las Universidades eran públicas o no, uno tenía la sospecha que esa no era la verdadera discusión que estaba en juego. Teníamos la sospecha que la verdadera discusión era por un problema de financiamiento y que ese problema se disfrazaba o se veía mejor, si en vez de plantearlo directamente como problema de financiamiento se planteaba como un problema de que todas las Universidades eran públicas. En ese sentido creímos entender el debate.

Pero curiosamente, a lo mejor por una cierta bien fundada desconfianza, ahora en que el debate se plantea en términos económicos en que sorprendentemente para muchos resulta inaceptable que el Estado tenga algún trato especial o distinto con la Universidades estatales, entro en la sospecha inversa, que a lo mejor esta vez, detrás del supuesto debate económico, lo que hay detrás es un debate político ideológico y lo que se está diciendo, cuando se dice no financiar a las Universidades estatales, no es tanto un problema financiero sino que es el intentar mantener una situación en la cual a las Universidades se les está impidiendo cumplir con su verdadero rol de ser instituciones del Estado que articulen al conjunto de la sociedad en temas tan relevantes como educación, salud, tecnologías, etc.

Nosotros pensamos que esta Universidad está llamada a trabajar en temas como el medio ambiente, el agua, la salud, la educación, en la eventual nueva constitución, las nuevas tecnologías, redes, etc. Y lo queremos hacer es desde la perspectiva de la defensa de los intereses del Estado chileno. Es esa la perspectiva en que nos queremos situar. Y es por eso que entendemos que el rol de esta Universidad se da en ese contexto. Y me pregunto muy sincera y cándidamente, si acaso cuando se está tratando de impedir de que el Estado llegue a acuerdos con la Universidad de Chile y otras estatales, no es acaso lo que hay detrás una voluntad de que exista un status quo en el cual no se permite que haya Universidades estatales, que todas deben autofinanciarse, con todos los efectos dramáticos que ha tenido en la vida interna de cada una de estas Universidades, y que se sigue haciendo de las Universidades estatales una parodia en la cual probablemente no tiene mayor diferencia significativa en su financiamiento y su modus operandi que el resto del sistema universitario.

Quisiera referirme a algunos temas que el Senado va a tener que enfrentar. Creo que hay un tema muy importante respecto del financiamiento que es el tema de aranceles. Pensamos que no se entendería si se promete que a corto plazo se van a eliminar los aranceles universitarios, y eso se va a hacer con una fundamentación ética de qué significa para un joven que su profesión se la deba a un país que lo ha formado, versus que sea un tema de contraer una deuda económica que debe ser pagada e incentivar un espíritu individualista, nos parece importante que ese tema quede zanjado hoy día como un tema de un espíritu de lo que se pide a la Universidad y ese espíritu no vemos muy bien cómo podría ser compatible la promesa de gratuidad a corto plazo, con el hecho que vuelvan a subir los aranceles el 2015. Por lo tanto creo que es un problema de coherencia, es un tema que tenemos que abordar.

Hay muchos otros temas presupuestarios que tiene que ver la Universidad. Uno de ellos, que me parece notable, es el tema de remuneraciones también con problemas éticos muy dramáticos. Lo hemos señalado, el tema de cuáles deben ser los ingresos de las autoridades, cuáles deben ser los criterios que permitan ir disminuyendo la brecha entre géneros y los criterios que permitan ir disminuyendo las desigualdades que hay por distintas oportunidades de obtener recursos en el ámbito de las distintas facultades. Yo quiero destacar que ahí el aporte que ha hecho una Comisión presidida por el profesor Hugo Sánchez ha sido notable. Un documento del que el Senado tiene derecho a sentirse muy orgulloso porque además tiene la gracia de mantener una altura y una perspectiva en este tema.

Otro gran tema tiene que ver con el ejemplo que la Universidad tiene que dar en términos de la gobernanza. En esto que ha sido mencionado recientemente que tiene que ver con el DFL2, personalmente yo creo que podría haber un gran debate en torno a lo que fue el DFL2 pero el debate desde luego me parecería razonable y válido, si nos ponemos a conversar entre nosotros y aquí probablemente van a ver, y es muy justo que las haya, distintas apreciaciones sobre qué significaba el DFL2 en 1981. Y habrá quienes considerarán que en ese momento ya era abominable, mientras que otros pensarán que era necesario y dentro de éstos habrá algunos que adverbien el adjetivo diciendo lamentablemente o afortunadamente. Pero el debate que yo me imagino que pudiera haber en torno a esos elementos se sitúa en si era o no correcto en 1981. Me gustaría pensar que para el 2014, se me hace difícil pensar que si uno lee eso pueda tener una validez como tema de debate hoy día, los términos en que está esa ley que ha sido derogada. Me recordaba el orfelinato de Oliver Twist, novela del siglo XIX, es realmente impresionante.

Si uno habla “de cara al siglo XXI”, uno implica con eso la informática, las redes sociales, las comunicaciones, que sin duda son tremendamente importantes en primer lugar para la Universidad que tiene que recoger esos cambios, pero muy sinceramente, para mí cuando hablo “de cara al siglo XXI” lo primero que uno debiera tener en mente es que el siglo XX estuvo lleno de guerra, de totalitarismo, de dictadura, de autoritarismo y uno querría descartar eso y entrar a un mundo en la política y en la convivencia, que sea drásticamente distinto. Lo que estamos hablando por lo tanto, es la forma como configuramos institucionalmente la idea de una comunidad universitaria. Son válidos muy distintos puntos de vista y en eso claramente la derogación del DFL2 no tiene nada que ver con que oblige a nadie a ningún camino. Estos caminos de participación de funcionarios y estudiantes, tienen particularidades en cada universidad, en cada sistema universitario, en cada país y tiene una historia muy distinta en España, en Uruguay, en EEUU, en Inglaterra y dentro de estos países también hay diferencias notables. Y nosotros tenemos como Universidad de Chile que encontrar por los mecanismos estatutarios que tenemos, y a partir de lo que ya ha hecho el Senado, la forma de conversar, discutir y debatir.

Creo que la experiencia, el coraje que tuvo la Universidad de Chile de plantear el tema de la triestamentalidad en un organismo colegiado como es el Senado Universitario, me parece que es notable. Me parece que es algo de lo cual debemos sentirnos muy orgullosos ya que fue lo primero que rompe con esta herencia extemporánea de lo que fue, que puede ser o no justificable para un momento histórico como lo estábamos en la época de dictadura, pero no puede ser proyectado a hoy día.

Quiero destacar como norma, que la participación de estudiantes y funcionarios ha sido del más alto nivel intelectual y del mayor compromiso social e institucional. Quiero destacar también, dentro de los argumentos que suelen darse, yo nunca he visto un movimiento estudiantil que defienda o que pida menor nivel formativo, menos exigencia, menos requisitos. Las veces que he visto movimientos de estudiantes referirse a esos temas, siempre ha sido cuando creen que la calidad de la educación que están recibiendo no está a la altura de sus expectativas y es para exigir una mejor educación. Dentro de los mitos que suelen decirse. Pero por sobre todo es cómo configuramos una institucionalidad, una gobernanza que compatibilice estos aspectos que son críticos y de la mayor relevancia.

Creo que quienes participamos en el primer Senado y en el segundo y lo harán en este, si de algo también pueden sentirse orgullosos es del aporte que han hecho a un modelo de interacción al interior de los distintos poderes. El Consejo Universitario, el Consejo de Evaluación, el Senado Universitario y la Rectoría con sus Vicerrectorías. Creo que el Senado dio un ejemplo siempre, de una tremenda altura de miras, de ninguna rivalidad interna, de un gran respeto por los otros organismos y dar siempre un ejemplo de estar muy por encima de cualquier sentimiento menor cuando se trataba de enfrentar las grandes cuestiones institucionales.

Yo creo que la Universidad de Chile una vez más aquí dio un ejemplo al país, a los jóvenes, a los sistemas educacionales, de cómo una comunidad es capaz de concordar, de discutir, de debatir y es capaz de encontrar un sentido y un propósito común en su quehacer. Yo creo que hoy día el país agudamente necesita de una orientación, de un punto de vista y creo por lo tanto, que la tarea a la que está llamada esta institución universitaria, desde sus Vicerrectorías, su Consejo de Evaluación, sus decanos, su Consejo Universitario, la necesidad que sentimos muy hondamente por ejemplo de mejorar nuestra posibilidad de integración, de hacer grandes proyectos de trascendencia nacional.

Esta institución que hoy día celebramos en su tercera instalación, quinta generación de estudiantes, tercera del Senado como tal, a la cual sinceramente creo que hoy, y lo digo en nombre de la institución, ha generado una gratitud por parte de la Universidad de Chile, una deuda cálida y afectuosa para esta gran labor y valga este saludo y homenaje, a todos quienes han sido senadores, al magnífico cuerpo de profesionales y técnicos que apoyan de forma notable la acción de este Senado y la tremenda responsabilidad que con el entusiasmo, la inteligencia y la lucidez que tienen, estoy seguro, este nuevo grupo de senadores, sabrá llevar adelante. Lo que está en juego creo, es dar un ejemplo en un tema agudo y crítico como es la educación, la ciencia y tecnología, la institucionalidad universitaria, a un país que está ansioso de reencontrarse, de reencontrar una cohesión, de volver a tener un proyecto común y en eso creo que lo que nuestra institución puede hacer es enorme e invito y agradezco a los nuevos senadores a ser parte de esta gran tarea.

Muchas gracias.