Declaración pública

El derecho de asilo contra la opresión

El derecho de asilo contra la opresión

“El destierro es redondo:
un círculo, un anillo:
le dan vuelta tus pies, cruzas la tierra,
no es tu tierra,
te despierta la luz, y no es tu luz,
la noche llega: faltan tus estrellas,
hallas hermanos: pero no es tu sangre”. (Pablo Neruda)

A 42 años del Golpe Militar y en un momento donde observamos el mayor desplazamiento forzado de personas en diversas regiones del mundo desde la II Guerra Mundial, queremos recordar que los chilenos y chilenas obligados a buscar asilo desde el inicio de la Dictadura cívico militar, recibieron una gran solidaridad en todo el mundo, que les permitió repararse en 140 países y crear comités especiales para la acción en defensa de los Derechos Humanos en 40 naciones.

Más allá del valor ético y humanitario que reconocemos en las acciones emprendidas por los Estados y la sociedad civil en esta coyuntura, esta acción reflejó también una voluntad política de las democracias. La enorme solidaridad recibida por fuerzas políticas disímiles mostró el derrotero de un proyecto que siguió siendo respetado y que inspiró cambios sociales que permitieran construir democracias avanzadas.

El asilo es un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Estados deben velar porque los ciudadanos y ciudadanas, principalmente niños y niñas, quienes representan al 51% del total de la población refugiada, encuentren un lugar seguro para vivir. Actualmente la cifra de personas desplazadas forzosamente por conflictos, persecución y represión religiosa y política llega a 59 millones, de acuerdo a ACNUR. Según este mismo organismo, en el año 2014 se presentaron más de 1,66 millones de solicitudes de asilo o de la condición de refugiado en 157 países o territorios.

En distintas etapas de nuestra historia, hemos sido testigos de cómo ciudadanos de diversos países buscan refugio contra el terror o la precariedad de la vida y esto se convierte en un duelo permanente. Debemos estar conscientes que este duelo se representa en el sufrimiento de múltiples pérdidas: la comunidad histórica, los lugares de referencia cultural, del afecto familiar y la fraternidad de los próximos. En ese sentido, queremos alertar sobre el creciente número de desplazamientos en África, Asia y Centroamérica. Esto considerando que en nuestro continente se encuentra uno de los países con mayor número de desplazamientos al interior de sus fronteras, Colombia.

Como académicos y académicas de las Humanidades, consideramos urgente buscar las connotaciones históricas de la expulsión de las poblaciones que son parte del terrorismo de Estado. Estos transcursos de la memoria escindida presentan un desafío importante para quienes defienden los Derechos Humanos. Como lo ha expresado Paul Ricoeur, “acordarse de que los hombres de otros tiempos tenían un futuro abierto y que nos dejaron sueños incumplidos, proyectos inacabados: tal es la lección que la memoria enseña a la historia”.

En esta fecha tan significativa y dolorosa para nuestro país, queremos rescatar una memoria en torno al asilo y los valores democráticos. No sólo nos hacemos parte del sufrimiento y solidarizamos con los millones de personas que buscan un refugio al horror. También exigimos a los Estados el fin la violencia y el cumplimiento de los compromisos y tratados internacionales en materia de Derechos Humanos.