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Filosofía e infancia: Entrevista a la profesora del DEP Lorena Herrera

Filosofía e infancia: Entrevista a la profesora del DEP Lorena Herrera

“La filosofía no tiene que ver con los años, sino que con una experiencia de indagación y asombro”

Tiene 36 años y es miembro de la Comunidad de indagación en Filosofía e Infancia (CIFICH) de la Universidad de Chile. Además estudió dramaturgia con Juan Radrigán y su obra Expediente Godoy, país de la ausencia, que rescata la faceta política de Gabriela Mistral, fue ganadora del Festival Exit 2014.

¿Cómo mezclas la dramaturgia y la educación con la filosofía?

Tanto en el trabajo que hago con niños como en mi dramaturgia hay una propuesta filosófica que busca acercarse a la gente. Creo que un gran error que comete la filosofía académica es pensar en ciertas cosas dejando fuera a sus protagonistas, algo que Hannah Arendt criticaba. Este es un legado que no se debe perder de Humberto Giannini, porque él lograba conectar la filosofía con lo latinoamericano y lo cotidiano.

¿Por qué te dedicaste a la relación entre filosofía e infancia?

La etimología de filosofía es “amor al saber”, pero antes, el saber se entendía como sabor, algo que nunca te recalcan mucho en la escuela, que está más pendiente a la razón. Entonces aprender es como de un saboreo de la vida y todos queremos sabor en nuestras vidas. El problema es que hoy los niños entran a la escuela hambrientos por aprender, pero en cuarto medio están contando los días para dejar de involucrarse con el conocimiento, porque lo sienten como una cadena perpetua. Eso es un producto cultural de cómo entiendo yo el saber. Algunos dicen que un niño no puede hacer filosofía, pero quienes estudiamos este ámbito creemos que la filosofía no tiene que ver con los años, sino que con una experiencia de indagación y asombro. Después de cierta edad, el sistema cultural le dice al niño “tú tienes que madurar y razonar”.

¿Cómo podemos motivar el aprendizaje de la filosofía en los niños?

Los niños y las niñas nacen interesados por el saber, es parte de la naturaleza humana. El problema se produce cuando por un tema cultural dejan de pensar y sólo razonan, o sea se deja de lado la imaginación y sólo se da lugar al código. Recuperar ese gusto por el saber se logra tratándolos como las personas que son, dialogando, como diría Giannini, y creando junto a ellos.