Nabila, ¡estamos contigo!

Nabila, ¡estamos contigo!
Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres
Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres

Mucha conmoción, ira y desasosiego nos ha producido el femicidio frustrado cometido contra Nabila Rifo quien, desde hace un tiempo, sufriera violencia y amenazas de muerte por parte de su pareja. Es improbable que alguien pudiera haber quedado indiferente ante este hecho tan brutal de ensañamiento, sin duda condenado y repudiado por todas las mujeres en solidaridad con ella. Tendría que haberse producido también una inmediata empatía por todos los hombres al saberse de esta noticia y quisiéramos que así hubiera sido, pero no lo sabemos con certeza.

Hace unos años atrás, en el año 2007 con precisión, la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres lanzó una campaña, para sensibilizar sobre esta forma de violencia,  la que tenía como enunciado central la expresión “¡Cuidado! El machismo mata”. Puedo recordar el rechazo o incomprensión respecto de este enunciado por parte de varias personas, hombres y mujeres, al considerárselo como algo excedido, atendiendo a que existen otras formas del machismo poco amenazantes.

Sin embargo, el machismo recorrido en sus distintos grados conlleva, en rigor, la potencial destrucción de la mujer por parte del hombre, en el sentido de que en cada grado está presente el espíritu de negación de la mujer, considerada como posesión de sí mismo, como ser disponible a su deseo o necesidad, como objeto o instrumento de realización o cumplimiento propios. En ese espectro de las violencias hacia la mujer, encontramos desde el simple chiste machista, el piropo vulgar y el acoso machista callejero, la violencia simbólica sexista en los medios de comunicación y en diversas expresiones culturales, el abuso o el acoso sexual que se da en el espacio familiar y en las instituciones de distinto carácter, la violación sexual y la violencia física hasta el límite de la aniquilación de la mujer. Todo acto de violencia machista contiene en sí mismo el deseo de dejar una marca de poder, una señal del sentido de pertenencia espuria que puede llegar a límites extremos de ensañamiento.

El acto de violencia cruel y horrendo cometido contra Nabila, no terminó con su vida, pero ello estuvo a un punto de ocurrir. Nabila ya no tendrá sus ojos, tendrá múltiples daños, estragos y quebrantos. Duele su situación actual como también imaginar el difícil tránsito que tendrá que hacer en su rehabilitación, su recuperación y en lograr la esperanza en la vida.

Al inicio del proceso de democratización de nuestro país, las organizaciones que habían luchado en dictadura por los derechos de las mujeres y que reclamaban en esta nueva etapa política instancias institucionales que sancionaran los casos de violencia contra las mujeres, vieron con desilusión que en vez de generarse una ley que legislara y creara condiciones expeditas para sancionar y atender específicamente los casos de violencia contra la mujer, se instituyera un dispositivo jurídico bajo la categoría de ley de “violencia intrafamiliar”. Ello ha incidido en que la respuesta de protección y sanción penal estatales hayan sido insuficientes, con la consecuencia de muchos casos que no han tenido la debida atención, solución y justicia.

Los anuncios recientes de la Presidenta Michelle Bachelet, en el sentido de modificar la actual legislación de violencia intrafamiliar aumentando las penas y ampliando la concepción de la violencia contra las mujeres que ocurren en otros espacios de la sociedad, son positivas. En esa modificación, debería tomarse en cuenta el trabajo que realizan desde hace años distintas organizaciones de mujeres y distintas instancias que generan conciencia, que estudian la dimensión política implicada en la violencia contra las mujeres y que realizan acciones diversas para combatir una cultura de hegemonía masculina, machista, sexista, androcéntrica, que impregna la cultura, la vida social, las instituciones de todo tipo y también la cotidianidad. Los cambios en la legislación serán insuficientes si no hay una voluntad política, colectiva e individual por combatir la violencia contra las mujeres.

Anhelamos la mejor recuperación de Nabila, para lo que le deseamos mucha fuerza, y que sepa que ella, en nombre y memoria de otras mujeres que han padecido la violencia machista, será movilizadora de nuevos empeños de las mujeres en la lucha por el reconocimiento de las mujeres en su dignidad, su inteligencia, por su contribución a la sociedad  y en su condición como  sujetos de derechos. Lo vivido por Nabila es una flagrante violación de sus derechos como persona, desde la violencia de género cometida en su contra.

Reclamamos que sea o sean juzgados y condenados en justicia los culpables de tan horrible hecho, sin dilación. Por nuestra parte, nos uniremos a las acciones que contribuyan a poner fin a la violencia contra las mujeres, la que toma distintas formas, e invitamos a las mujeres a no silenciarlas, a no tener temor.

Olga Grau

Académica
Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina (CEGECAL)
Departamento de Filosofía