Columna de Opinión:

¿Qué pasó en las elecciones?

¿Qué pasó en las elecciones?
"No hay duda que los cambios institucionales, especialmente el nuevo sistema electoral y las leyes de probidad, incidieron en hacer de éstas unas elecciones diferentes", comentó la académica.
"No hay duda que los cambios institucionales, especialmente el nuevo sistema electoral y las leyes de probidad, incidieron en hacer de éstas unas elecciones diferentes", comentó la académica.
"Una lectura que complejice en lugar de simplificar las demandas sociales a giros a izquierda o derecha ayudaría a los partidos y dirigentes políticos a recomponer vínculos con la ciudadanía", agregó.
"Una lectura que complejice en lugar de simplificar las demandas sociales a giros a izquierda o derecha ayudaría a los partidos y dirigentes políticos a recomponer vínculos con la ciudadanía", agregó.

Tras los sorpresivos resultados del Frente Amplio en la primera vuelta se dijo que Chile iba en contra del “giro a la derecha” en América Latina. Los análisis apuntaron a una tendencia que algunos llamaron “contra-cíclica”, basada en una sociedad que, a partir de las movilizaciones de 2011, demandaba mayor protección social y un Estado más fuerte.

Los pronósticos para la segunda vuelta auguraban un resultado muy estrecho entre Piñera y Guillier. Si Guillier lograba atraer a los votantes de centroizquierda tendría posibilidad de ganar. Se pensaba que una alta abstención significaría que no había convencido al votante de izquierda y que, por lo tanto favorecería a Piñera.

La segunda vuelta del domingo pasado fue un balde de agua fría para esos análisis. El resultado no fue estrecho, sino de casi diez puntos de diferencia. La abstención, todavía muy alta (51 por ciento) fue sin embargo tres puntos menor que en la primera vuelta y siete puntos menor que en la segunda vuelta presidencial de 2013.

Si después de la primera vuelta se echaba por tierra la idea de una derechización por la modernización capitalista, tras la segunda vuelta se empieza a escuchar que esa hipótesis era correcta. La disputa parece ser entre quienes ven a la sociedad chilena como la tierra de los Faúndez –el “emprendedor” que en los noventa encarnaba la aspiración de tener un celular— y un país liderado por hipsters antineoliberales que quieren refundar la sociedad con una mirada estatista.

Lo cierto es que no puede haberse izquierdizado la sociedad chilena en primera vuelta y derechizado, con 300 mil votos más, en la segunda. ¿Qué pasó, entonces, en las elecciones presidenciales de 2017?

Deducir “giros” a derecha o izquierda parece excesivo cuando el indicador, que es el voto, sigue representando a la mitad del electorado y con diferencias que, siendo importantes, no son siderales.

Es probable que la mayoría reconozca las mejoras que han producido décadas de crecimiento económico. Chile ocupa hoy el primer lugar regional en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD y la pobreza bajó desde 1990 de un 68 por ciento a menos del 12 por ciento. Al mismo tiempo, es probable que muchos rechacen la desigualdad en el acceso a beneficios sociales como pensiones, educación y salud. No es casual el “giro a la izquierda” que sí dio Sebastián Piñera al abrazar la gratuidad en educación y prometer continuidad en políticas sociales durante los últimos días de su campaña.

El crecimiento y la reducción de la pobreza conviven con la desprotección social y una gran concentración de la riqueza. Las ciencias sociales tienen mucho que aportar a una discusión más matizada y basada en evidencia sobre el mensaje de estas elecciones. Ya en 2015 el PNUD-Chile mostró la distancia de percepciones entre elites y ciudadanía, lo que Manuel Antonio Garretón llamó “La Gran Ruptura”. En su reciente informe “Desiguales”, un trabajo sobre la relación entre desigualdad y sentimiento de injusticia, el organismo internacional habló de la creciente resistencia a la desigualdad en el trato social. Según el PNUD, existe una alta valoración del esfuerzo individual y la meritocracia. Al mismo tiempo, cada vez más gente considera “injusto” que la calidad de las prestaciones sociales dependa de la capacidad de pago.

No hay duda que los cambios institucionales, especialmente el nuevo sistema electoral y las leyes de probidad, incidieron en hacer de éstas unas elecciones diferentes. La división de la izquierda contribuyó a fortalecer a la derecha. El éxito del Frente Amplio seguramente movilizó a votantes de derecha que no participaron en primera vuelta. Una lectura que complejice en lugar de simplificar las demandas sociales a “giros” a izquierda o derecha ayudaría a los partidos y dirigentes políticos a recomponer vínculos con la ciudadanía para cumplir, de manera efectiva, su rol de canalizadores de demandas sociales.