Cambios sociales y políticos a 30 años de la venida de Juan Pablo II

El Chile que recibe la segunda visita de un Sumo Pontífice

El Chile que recibe la segunda visita de un Sumo Pontífice
Juan Pablo II visitó Chile durante la dictadura militar entre el 01 y 06 de abril de 1987.
Juan Pablo II visitó Chile durante la dictadura militar entre el 01 y 06 de abril de 1987.
El académico José Isla destaca que la gestión del Sumo Ponítice es ambigua, con planteamientos discursivos pero escasos cambios en la práctica.
El académico José Isla destaca que la gestión del Sumo Ponítice es ambigua, con planteamientos discursivos pero escasos cambios en la práctica.
La visita se desarrollará en un escenario local complejo, "pero esa es la idea también, pues él debiera ser un líder que acompañe los procesos que viven los católicos", comenta Lorena López.
La visita se desarrollará en un escenario local complejo, "pero esa es la idea también, pues él debiera ser un líder que acompañe los procesos que viven los católicos", comenta Lorena López.

Esperada por algunos, criticada por otros por su millonario costo, la visita del Papa Francisco a Chile ha despertado múltiples reacciones. Desde el 15 al 18 de enero recorrerá y realizará actividades en las ciudades de Santiago (16 y 17), Temuco (17) e Iquique (18) en un contexto sociocultural y una Iglesia Católica muy diferentes a la anterior visita de un Sumo Pontífice en 1987. Su paso por nuestro país despierta expectativas y desafíos para con las comunidades católicas, pero también con la sociedad en general.

Resulta inevitable recordar la visita de Juan Pablo II durante la dictadura militar –entre el 01 y 06 de abril de 1987–, un hito que irrumpió radicalmente la vida cotidiana de los chilenos. El país se paralizó, con actos multitudinarios cuando estaban prohibidas las concentraciones ciudadanas.

Se trataba de un Chile con una gran cantidad de personas identificadas como católicas, número que ha retrocedido según las encuestas, así como también ha disminuido la importancia o el peso social de la iglesia. “Si antes había un 80 por ciento, aproximadamente, de católicos, hoy dos tercios reconocen profesar dicha religión”, afirma José Isla, académico del Departamento de Antropología.

Según el docente, es necesario hacer una aclaración al respecto pues el cristianismo mantiene sus niveles de adhesión, lo que ha sucedido más bien ha sido un cambio o traspaso de una parte de la población chilena en lo que refiere a la adhesión a la iglesia católica, por una inclinación hacia la iglesia evangélica, postura manifestada principalmente por los sectores sociales más populares.

Un fenómeno que también se explica por razones culturales y políticas, como es la caída de las grandes instituciones y sus discursos dominantes, lo que no implica necesariamente “una desvinculación completa de lo religioso, sino más bien se trata de una transformación en la relación de los sujetos con las instituciones y sus discursos”, argumenta Lorena López, estudiante del Magíster en Antropología Sociocultural.

Por su parte, los propios problemas de la iglesia como los abusos sexuales a menores han remecido en el último tiempo a la ciudadanía, dañando su imagen pública y credibilidad. Chile es uno de los casos a nivel mundial cuyo clero eclesiástico ha cometido delitos de pedofilia, junto a Estados Unidos e Irlanda. Frente a ellos, se ha generado un “ambiente muy dividido dentro de la iglesia y en la sociedad en general”, añade Lorena López.

La figura y el rol de Francisco

El sello del pontificado de Francisco también marca una distinción muy definida e inusual en este recorrido, cuya ascensión al cargo se produjo tras la renuncia del Papa Benedicto XVI, hecho que no ocurría hace 500 años. Ambos diametralmente distintos: uno muy intelectual, académico y conservador (Joseph Ratzinger), mientras que el otro descuella por ser más cercano a las multitudes, austero, mediático, opinante de temas controversiales y con habilidad para utilizar gestos simbólicos, característica que José Isla la atribuye a su carácter argentino.

“Para nosotros(as) es un poco complejo y nos confunde pero en Argentina es absolutamente normal y comprensible el empleo de simbolismos, un estilo propio del peronismo, y es que él siendo joven participó en movimientos vinculados a dicha corriente política”, explica el académico del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile.

López, por su parte, califica su figura de rupturista porque, entre otras razones, instala una mirada desde su conocimiento de los conflictos latinoamericanos en el Vaticano. Posee una postura más frontal y clara ante temas controversiales para la iglesia: “Las mismas reformas que ha planteado, impulsando una revisión sobre la jerarquía del Vaticano, del banco del Vaticano y el divorcio, demuestran un intento de diálogo con los tiempos actuales”, detalla la estudiante.

Su discurso renovador también lo ha llevado a referirse a condiciones estructurales de la institucionalidad eclesiástica, entre ellas el patriarcado. “En los temas en que él parece más compasivo –como el lugar de las mujeres dentro de la iglesia– sigue siendo un tema más discursivo que práctico. Por otro lado, en lo que refiere a la colegialidad también se ha mostrado a favor, esto en medio de una discusión permanente al interior de la Iglesia Católica sobre si la toma de decisiones debiera ser centralizada en torno a la figura del Papa y sus ayudantes o, por el contrario, ser colegiada incorporando la participación de la comunidad católica”, describe el antropólogo.

Críticas y expectativas de la visita papal

Diversas comunidades, entre ellas la de Villa Francia a través de su sacerdote Mariano Puga, han criticado la preparación y desarrollo de la visita papal. "Muchos no van a ir y no les interesa tampoco que venga, porque lo único que han oído es que esto va a costar $4.000 millones", señaló el religioso en La Tercera.

Lorena López también lamenta esta falta de consideración hacia las comunidades y, con ello, la forma en que se ha organizado administrativamente la visita; esto podría decantar en una falta de diálogo entre el Papa y los pobladores con el fin de conocer de cerca sus realidades, entre ellas la de Osorno. Subraya que tampoco tiene agendadas instancias de encuentro con representantes de movimientos sociales para saber el origen de sus demandas. Es importante, según López, esta conversación o vinculación con el pueblo sin mediación.

En definitiva, a diferencia de la visita de Juan Pablo II que generó un antes y un después en la vida de los chilenos y chilenas, la venida de Francisco parece, en cambio, un evento que se desarrollará de manera paralela a las actividades cotidianas sin efectuar una disrupción inmediata total.