Residencias Universitarias: compañerismo, diálogo y autonomía

Residencias Universitarias: compañerismo, diálogo y autonomía
Daniela Cuevas, administradora de la residencia Paulina Starr.
Daniela Cuevas, administradora de la residencia Paulina Starr.
Kamila Robles, administradora de la residencia Juan Gómez Millas.
Kamila Robles, administradora de la residencia Juan Gómez Millas.
Carol Fernández, administradora de la residencia Mario Ojeda.
Carol Fernández, administradora de la residencia Mario Ojeda.

Las y los jóvenes llegan a Santiago ansiosos (as) por conocer el espacio en el que habitarán todo el año y a sus compañeros (as) de cuarto. A veces nostálgicos (as), dejan atrás a sus familias y amigos, pero convencidos (as) de que esta nueva etapa será toda una experiencia de vida.

Vivir en una residencia universitaria les permitirá desarrollar valores como la autonomía y el respeto, porque la convivencia no siempre es fácil. La organización entre los quehaceres universitarios y los domésticos es clave, y serán los (as) propios (as) residentes quienes deberán distribuir y delegar labores como las de mantener sus espacios limpios y ordenados.

En las residencias los esperan Kamila Robles, administradora del Hogar Juan Gómez Millas; Daniela Cuevas, del Paulina Starr; y Carol Fernández, responsable de la única residencia femenina.

Compartir con los “Paulinos”

Vivir en una comunidad con tantas personalidades es complejo, pero la relación en general es muy buena, afirma Daniela Cuevas, quien administra el Hogar Paulina Starr desde el 2016.

“Los Paulinos –como se autodenominan sus residentes- son un mundo aparte. Tienen sus propios códigos, se protegen. Pese a que en ocasiones existen diferencias, siempre prima el respeto y el diálogo”, explica.

“Desde la administración de la residencia tratamos de darles lo mejor: que los espacios sean cómodos, que esté todo limpio, y que se cubran sus necesidades de alimentación, estudio y esparcimiento, y ellos son conscientes de eso”, afirma.

“Tiempo atrás existía una impresión negativa del Programa de Residencias Universitarias, pero con el tiempo se fue generando confianza, y se empezaron a valorar las mejoras administrativas, en infraestructura, etc.”, comenta Daniela.

También se han gestionado cambios en comunidad: “Cuando llegué, muchos manifestaron la necesidad de mejorar la alimentación, y como resultado de esas conversaciones y del trabajo con la encargada del Programa, Jennifer Canales y la Nutricionista, Nicole Le- Fort, logramos disminuir considerablemente las cantidades de sodio y azúcar de la minuta”.

Juan Gómez Millas: una experiencia formativa integral

Kamila Robles administra la residencia masculina Juan Gómez Millas desde el 2015, y ha visto crecer y madurar a jóvenes provenientes de distintas regiones del país. “Aquí siempre apelamos a la adultez y a la responsabilidad de cada uno de los residentes. Ellos se organizan con sus delegados para repartir quehaceres entre todos y se comprometen a ello”, advierte, valorando la buena convivencia y cordialidad.

“Siempre les digo que vivir en esta residencia es más que venir a comer y a dormir. Aquí desarrollan un montón de habilidades de trato, al convivir con más estudiantes”, dice Kamila, y agrega: “la oportunidad que entrega el Programa me parece una instancia única y enriquecedora para ellos, desde un punto de vista integral, no sólo educativo. Los chicos van adquiriendo autonomía en la medida que entienden que la responsabilidad lo es todo”.

“Hoy puedo decir que en Juan Gómez Millas hay una comunidad realizada. Los estudiantes se preocupan, incluso, de mantener el contacto con quienes han dejado la residencia”.

Compañerismo en Mario Ojeda

La organización y colaboración son valores que caracterizan la residencia femenina Mario Ojeda, y Carol Fernández, su administradora desde el 2017, lo sabe muy bien. Su motivación las lleva a organizar ventas, rifas o actividades por diversas causas, no sin antes coordinar con la administración.

“Es importante que las jóvenes comprendan que vivir en una residencia universitaria es una instancia de convivencia comunitaria, es decir, no es una experiencia individual”, explica Carol, “y de a poco hemos construido un espacio más familiar y respetuoso”, agrega.

Una de las laboras más relevantes para el funcionamiento de las residencias es establecer hábitos y velar para que éstas se lleven a cabo de buena manera. “No siempre es fácil compartir con sesenta estudiantes, pero es súper rico cuando se da la oportunidad. Todos los días aprendo cosas de ellas”, concluye.