“Tengo los más hermosos recuerdos de estar en Chile y mi actuación allí la última vez. Es un país magnífico y los músicos con los que trabajé son simplemente brillantes, están llenos de entusiasmo y son muy amistosos, y el público fue absolutamente increíble. ¡No puedo esperar volver a tocar nuevamente allí!”, manifestó entusiasta el músico Alexander Markov a semanas de su regreso al país.
Ovacionado internacionalmente y considerado uno de los músicos más cautivadores y versátiles del mundo, Markov interpretará en esta ocasión el Concierto N°4 para violín de Mozart, que calificó como una obra de arte. “Es uno de mis conciertos de violín favoritos en general, y uno de los más famosos conciertos para violín de Mozart. Es también, por lejos, uno de mis compositores favoritos, un verdadero genio”.
Alabado por sus brillantes interpretaciones de Paganini, el violinista, además de ser un reconocido intérprete de música de tradición escrita, es igualmente un fanático del rock, tal como lo dejó de manifiesto en su presentación anterior en el Teatro Universidad de Chile, donde algunos de sus encores incluyeron riffs de rock sonando en su violín eléctrico. “Cuando llegué a la escuela secundaria en Estados Unidos descubrí el rock and roll”, ha comentado Markov al respecto, un género que entonces era nuevo para él, y que lo cautivó por su dramatismo, poder y libertad.
El concierto será dirigido por el maestro Maximiano Valdés, reconocida batuta nacional que en 2010 fue nombrado director artístico del Festival Casals de Puerto Rico y desde 2008 es director titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.
El programa lo completarán la Obertura en Re mayor “en estilo italiano”, D.590 de Franz Schubert, mientras que en la segunda parte será el turno de la Sinfonía N° 1 en Fa menor, op.10, de Dmitri Shostakovich, obra que el compositor comenzó a escribir en sus últimos años de estudios en el Conservatorio de Leningrado, con tan sólo 19 años de edad. Terminada en 1925, la Sinfonía fue estrenada por Nikolai Malko a cargo de la Orquesta Filarmónica de Leningrado, un 12 de mayo de 1926, provocando una tremenda impresión.