Para una generación completa, la red de redes, Internet, es algo con lo que nacieron. Pero para tener esa experiencia de interconexión global y de acceso a contenidos de diferente índole fue necesario el trabajo de un grupo de investigadores que decidieron concentrar su trabajo en conectarse -en ese momento mediante cables- a los principales nodos de comunicación del mundo.
De acuerdo al vicerrector de Tecnologías de la Información de la Universidad de Chile y profesor del Departamento de Ciencias de la Computación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, José Miguel Piquer Gardner, en la década de los ‘80, en Chile, Internet era algo que se estudiaba en “textos en las bibliotecas y, la verdad, es que en ese tiempo había muy poco material sobre el tema”.
Después de realizar su primer estudio de postgrado en Chile, Piquer se doctoró en Francia y al volver al país estuvo trabajando en el equipo que envió el primer paquete de datos al extranjero. En esos tiempos, Internet no tenía ninguna interfaz gráfica, todo era texto en terminales antiguos. “Teníamos un equipo en la sala de computadores del Centro de Computación, donde actualmente está el Departamento de Ciencias de la Computación (DCC). Ese equipo estaba directamente conectado (vía enlace satelital) a otro equivalente en EE.UU. (Maryland)”, rememora.
Para enlazarse con Internet, había que configurar computadores de una forma específica y solo podía hacerse in situ, afirma Piquer. Así que debieron aprender sobre la marcha, siguiendo instrucciones por teléfono de parte de un ingeniero en Maryland, Estados Unidos, hace 31 años. El vicerrector recuerda que estaban en comunicación con un especialista estadounidense cuando “finalmente, conseguimos que nuestra red viera la red de EEUU. Recién en ese momento pudimos enviar el primer paquete IP hacia allá y recibimos su respuesta (técnicamente, es un 'ping'), ¡transmitiendo el primer paquete IP del Internet chileno! No olvido la felicidad y los abrazos del momento”. El viaje del paquete de datos demoraba 0,6 segundos en ese momento, una eternidad si consideramos que la rapidez de transmisión actual se mide en milisegundos.
José Miguel Piquer plantea, de todas formas, que Internet no solo se trata de cables y tecnología, sino que de la potencialidad que tiene la red para apoyar trabajos, difundir contenidos y conocimientos. Durante la pandemia, fue necesario adaptarse, usar nuevas y viejas herramientas, pero quedó demostrado que la robustez de Internet permitió que se mantuviera funcionando la Universidad y el país, una tecnología que empezó a desarrollarse hace 31 años con un “ping” que demoró poco más de medio segundo en llegar a Maryland. En este período de cuarentenas, “hubo una transformación en las personas, en los alumnos y en los profesores. En la Universidad, por ejemplo, tenemos que adaptarnos a ese cambio. No se trata de hacer todo presencial o todo online, sino que buscar un equilibrio que tenga sabores y colores para todos los gustos”, sostuvo el ingeniero.
En esta línea, agregó que “es muy importante que la Universidad del futuro sepa adaptarse en forma dinámica a estudiantes muy diversos, y aprovechemos las tecnologías para atenderlos como ellos prefieran y aprendan mejor”.
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