Crónica

Académicos y estudiantes unidos en reconstrucción de "El Rayo"

Académicos y estudiantes unidos en reconstrucción de "El Rayo"
Estudiantes Felipe Medina, Paulina Jiménez y Macarena Faunes.
Estudiantes Felipe Medina, Paulina Jiménez y Macarena Faunes.

"Se acabó la historia, podemos seguir haciendo ciencia". Son las nueve de la mañana de un  nublado martes 8 de agosto y el doctor Humberto Maturana rodeado de las cenizas del Laboratorio de Neurobiología, ante la mirada de pocas personas que caminan por el lugar, dicta en voz alta la sentencia de lo que debe ser el devenir de este centro que fundó en 1965.

Contrastando con el árido paisaje, sobre los escombros de las llamadas barracas de la Facultad de Ciencias, unas flores. Ellas dan cuenta del ritual que un grupo de alumnos efectuó la jornada anterior consistente en la entrega de piedras -las piedras angulares del Laboratorio- a los profesores Jorge Mpodozis y Juan Carlos Letelier, sus directores, y en el lanzamiento al aire de granos de café, la bebida preferida de sus miembros, marcando así el deseo del pronto retorno a la cotidianeidad que hizo único a este núcleo científico, no sólo por los avances que en él se gestaron sino por el capital humano, que le dio fama de ser el más buena onda de toda la Facultad de Ciencias.

Un par de horas después de la visita del Premio Nacional de Ciencias Naturales, a metros de distancia, en una sala del segundo piso del Edificio Milenio -uno de los más modernos del Campus Juan Gómez Millas- los estudiantes Paulina Jiménez, Macarena Faunes y Felipe Medina, están empeñados en dibujar un logo para esta nueva etapa en la vida del Laboratorio. El boceto, consistente en un rayo que renace de las cenizas, es coloreado y comentado entusiastamente por los jóvenes. "Pero tienen que poner el símbolo del sistema autopoiético, que es por lo cual este Laboratorio tiene tantos amigos", los instruye el Prof. Juan Carlos Letelier haciendo referencia a los postulados de los doctores Humberto Maturana y Francisco Varela.

Felipe cuenta, por enésima vez durante los últimos días, que hablar de "El Rayo" para referirse al Laboratorio no es nuevo. El nombre se relaciona con la infancia de Jorge Mpodozis, "porque él vivía en Conchalí y al parecer había un club deportivo que se llamaba así. Resulta que ahí llegaban todos los rechazados de otros clubes. Entonces Jorge decía que la gente que entraba ahí se perdía para siempre. Como reclamando esa especie de antro de la perdición, en ese sentido es que le puso 'El Rayo'.

La sala que ahora ocupan los miembros del Laboratorio de Neurobiología tiene un mobiliario mínimo. Sobresalen un hervidor eléctrico, un tarro de café, algunos apuntes que fueron rescatados de los escombros y, en la muralla, una pizarra que tiene anotadas las tareas inmediatas para recuperar el ritmo: "¿Dónde … ponemos la campana?",   "Pensar un modo de organizar el trabajo anatómico de esta pieza".

A cada momento se acercan los amigos de "El Rayo", estudiantes o profesores ofreciendo todo tipo de ayuda, sobre todo, espacio para trabajar. Uno de ellos es el biólogo molecular norteamericano y académico del Departamento de Ciencias Ecológicas, Mark Hershkovitz, que ya regaló dos computadores, un microscopio y una impresora a los científicos y sentencia optimista: "yo creo que se puede recuperar un laboratorio como era, pero también la atmósfera, el ambiente y el espíritu humano que no existe en ningún otro".

Sin música de fondo -como era la tónica en "El Rayo" original- comienza en la morada provisoria un nuevo ciclo para los investigadores. Mientras, las tareas para retomar el rumbo suspendido se van sumando, porque hay que seguir haciendo ciencia. Como dijo Maturana.

“El capital humano está indemne”
Los científicos del Laboratorio de Neurobiología coinciden en comentar que el incendio, ocurrido el sábado cinco de agosto, sólo significó la pérdida de estructura física, porque si hablamos del espíritu, pese a estar un tanto dañado, sigue a salvo. Además, les reconforta saberse tan apoyados por parte de la comunidad científica de Chile y el extranjero. Sobre cuál será el camino a seguir, hablan académicos y alumnos:
Profesor Juan Carlos Letelier, Director del Laboratorio: “Comenzó una nueva etapa. Obviamente aquí se hacían cosas novedosas, eso lo vamos a mantener y eso significa construir un laboratorio con un buen ambiente, buenos equipos, buenos alumnos. Aquí no hay que tener la mentalidad del damnificado que espera que venga el alcalde con la mediagua. Nosotros debemos ser proactivos”.

Claudio Tapia, estudiante de Biofísica Médica: “El capital intelectual y humano está indemne. La energía para reconstruir el laboratorio están. Todo lo anterior fue hecho por personas. Esto se puede volver a crear. Vamos a hacerlo de nuevo”.
Profesor Jorge Mpodozis, Director del Laboratorio: “Queremos tener una operatividad lo antes posible. Además, en el laboratorio teníamos una comunidad muy vigorosa, por eso nos interesa rescatar nuestro ambiente intelectual, emocional y humano, pese a la adversidad y de que tengamos que estar alojados en un recinto muy distinto. Pero estamos tratando de ser muy cuidadosos para que el espíritu no se pierda.”.
Natalia Márquez, estudiante de Doctorado en Ecología: “Uno tiene que ayudar en la reconstrucción, pese a la pena. Queremos seguir trabajando y mantener el espíritu”.