Estudio sobre la valoración académica de la actividad de Patentamiento

A fines del año 2007 la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID) le pidió una opinión al Consejo de Evaluación (CE) sobre cómo incorporar la generación de patentes en la evaluación y jerarquización de los académicos. Se consultó primeramente al Dr. Davor Cotorás, Presidente de la Comisión Central de Propiedad Industrial (CCPI), quien ofreció enviar un documento que contuviera su posición al respecto.

El 17 de enero de 2008 se efectuó una reunión del CE con el Dr. Jorge Allende, Vicerrector de Investigación y Desarrollo, el Dr. Cotorás y los miembros de la CCPI Profesores Víctor Cifuentes, Rodrigo Cooper, Javier Ramírez y Eduardo Soto. Tras una reunión privada con el Dr. Carlos Conca, presidente de la Comisión Superior de Evaluación Académica (CSEA) y el Dr. Juan Asenjo, miembro de la CSEA con experiencia personal en el otorgamiento de patentes de invención, se sostuvo una nueva conversación con el Dr. Allende y después un par de reuniones en las que participaron los Profs. Asenjo, Arturo Ferreira, también miembro de la CSEA con experiencia en patentes, Rafael Lorenzini, Director Ejecutivo del Comité Público-Privado de Producción Limpia del Ministerio de Economía, Minería y Energía y ex-Director del Departamento de Propiedad Industrial, y el Sr. Juan Paulo Vega, de FONDEF / CONICYT, sumándose a la última el Dr. Juan Carlos Letelier, Director del Centro de Innovación Tecnológica de la Facultad de Ciencias.

A través de este proceso el CE ha llegado a dos conclusiones principales, una relacionada con la consulta de la VID sobre la evaluación académica de la generación de patentes, y otra que surgió a lo largo de las discusiones, relacionada con la relevancia de la actividad de patentamiento para la labor de la Universidad y las acciones necesarias para desarrollarla. Tratándose de un tema más general, parece conveniente empezar por el segundo.

  • Hay un consenso acerca de la importancia de desarrollar actividades que apoyen fuertemente el otorgamiento de patentes de invención cuyo asignatario sea la Universidad de Chile. Estas actividades ocupan un lugar significativo en las principales universidades del mundo puesto que tienen impactos positivos a nivel social como son las innovaciones en sí, significan un apoyo a la labor de investigación y docencia acercando a profesores y alumnos a la producción de bienes y servicios y, en los casos más favorables, pueden generar importantes ingresos económicos al comercializarse. En este sentido se coincidió en la necesidad de impulsar la actividad de patentamiento en forma institucional. En la situación actual de la Universidad también se hace necesario elaborar y lograr el financiamiento de proyectos ligados a la investigación y protección legal de innovaciones eventualmente aplicables y comercializables, a través de fondos concursables como los de FONDEF de CONICYT, InnovaChile de CORFO y otros. Reconociendo la debilidad actual de la Universidad en este aspecto, se proponen algunos pasos que se podrían dar para su desarrollo:
  • En primer lugar es necesario difundir de manera más amplia la decisión estratégica de tomar este camino. Al respecto se puede citar el PDI donde dice: “Establecer criterios institucionales que incentiven, validen, fomenten y evalúen la vinculación (extensión cultural, prestación de servicios, asesorías, educación continua, desarrollo de patentes y licencias, etc.) de interés productivo, social y cultural en el contexto de la misión de la Universidad de Chile.”

Además, el Plan Estratégico 2006-2010 dice: “La Universidad continuará fortaleciendo su investigación básica y, en los próximos, años incrementará significativamente su contribución al desafío de competitividad del país en el ámbito de la investigación aplicada y la innovación. Se espera incrementar significativamente el número de patentes y su comercialización, y fortalecer alianzas con otras universidades y sectores productivos.”

Dada la falta de conocimiento y experiencia de la gran mayoría de los profesores en este ámbito, adquieren especial relevancia iniciativas como la que actualmente está implementando la CCPI de hacer charlas o talleres informativos en algunas unidades académicas. Mientras no exista tal conocimiento, no parecería tener validez general la opinión de que los incentivos al patentamiento se ven frenados si los académicos no ven la generación de propiedad intelectual como una actividad creativa reconocida como un factor en su promoción, si bien este aspecto está tratado en el punto 2 de este documento.

El CE considera que un corolario lógico de las actividades que está desarrollando la CCPI sería el envío de circulares a todos los académicos consultándoles por investigaciones que ellos consideren que podrían tener algún resultado patentable. Sin perjuicio de lo anterior, en algunas unidades ya existen centros u oficinas de innovación tecnológica que podrían asumir esta tarea de manera más personalizada y, por lo tanto, más eficaz.

En la actualidad no está presente en la Universidad una visión global de lo que es un proyecto que pueda concluir con una o más patentes. Es fundamental que el Rector, el Consejo Universitario y el Senado entiendan que esta actividad tiene diversos actores y etapas imbricadas. No se trata solamente de académicos que investigan en temas que pudieran ser materia de patentamiento, ni siquiera de éstos y la CCPI tal como existe actualmente. Tal como se señalara, hay una necesidad impostergable de educar a los académicos en cuanto al tema.

  • Debe establecerse luego un proyecto de fomento eficaz del patentamiento, inyectándole los recursos necesarios. Una institucionalidad fuerte que promueva y apoye la producción de patentes es una necesidad urgente. Ésta debe incluir, como en universidades con amplia experiencia en este tema, una o más comisiones integradas por profesionales que detecten investigaciones que puedan ser patentadas, apoyando la revisión del ‘estado del arte’ y que con una amplia experiencia asesoren a los académicos sobre la conveniencia de mantener en reserva determinados resultados.

Se necesita además un equipo profesional, incluyendo abogados que apoyen la escritura de los proyectos de patentes y su tramitación, además de recursos económicos que sean capaces de financiar la tramitación y la renovación de patentes, en algunos casos en muchos países distintos. No se puede pensar que el investigador acometa esta tarea como una iniciativa personal, ya que no está en general preparado para esto, no tiene las habilidades, el interés, los recursos ni el tiempo necesarios ni es esperable que los adquiera. Esto implica una estructura mucho más compleja que la actual CCPI. El poco apoyo de la Universidad para conseguir y desarrollar proyectos de innovación en conjunto con los sectores productivo o públicos incide fuertemente en la relativamente baja participación de la Universidad en proyectos como los que se presentan a FONDEF oInnovaChile. En otras Universidades, no sólo fuera de Chile, existen oficinas que promueven y apoyan la presentación de estos proyectos en todas sus etapas.

  • La obtención de patentes no puede ser un fin en sí mismo. Aunque contribuya al prestigio de una universidad y pueda enriquecer la labor académica, un desiderátum es que un número apreciable de patentes generen ingresos que justifiquen el esfuerzo económico que significa obtenerlas. El modelo habitual en países más avanzados es que la institución tenga una oficina de transferencia de resultados de investigación (OTRI) o ‘technology transfer office’ (TTO). En Chile existe un consorcio denominado OTRI-Chile que agrupa las Pontificias Universidades Católicas de Chile y de Valparaíso, la Universidad Católica del Norte, la Universidad Técnica Federico Santa María y la Universidad de Concepción, junto con la Asociación de Exportadores de Chile (ASEXMA) y la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). OTRI-Chile cuenta con el apoyo de personas jurídicas y naturales del extranjero con experiencia en estas actividades y está acreditada por CORFO como entidad asesora de propiedad intelectual (EAPI). A ella pueden acceder universidades y otras instituciones, pero dentro de la Universidad de Chile se percibe cierta reticencia comprensible.

Por otra parte, existe el consenso de que el volumen de producción de propiedad industrial por la Universidad previsible en el corto plazo no justificaría montar una OTRI propia. Una alternativa razonable podría ser conformar un grupo de asesores externos a la Universidad a quienes se recurriría sólo cuando fuera necesario. Se podría pensar, en algún tiempo más, en establecer un consorcio análogo a OTRI-Chile con todas o algunas de las universidades estatales.

  • No es menor la cuestión de cómo se integra el patentamiento a las labores académicas. Reconociendo el gran valor formativo que puede tener para un estudiante la participación en una investigación aplicada, eventualmente en contacto estrecho con una empresa o un organismo de gobierno, esta actividad puede ser problemática por diversas razones. Las necesidades de formación de un estudiante de postgrado normalmente van más allá de la aplicación rutinaria de técnicas; su falta de experiencia puede retrasar el avance de un proyecto sujeto a plazos definidos; además existen aspectos de confidencialidad, que pueden ser más difíciles de satisfacer por personas inexpertas y que pueden no sentir el mismo grado de compromiso que sus profesores. Por lo mismo puede ser conveniente en ciertos casos crear mini institutos de duración limitada con el fin específico de desarrollar ciertos temas, en los que se contraten profesionales de alto nivel que trabajen junto a académicos.
  • Deben consensuarse reglas claras sobre la participación en potenciales beneficios entre la Universidad y los investigadores que vayan más allá de la norma de los tres tercios (uno para el equipo investigador, uno para la unidad a la que pertenece y uno para la Universidad), flexibilizándola. Es previsible que aumente el número de solicitudes de patentes que involucren a investigadores de más de una unidad, así como también a investigadores o profesionales ajenos a la Universidad quienes, si bien deben ceñirse a las normas de la institución, deben ser considerados en los acuerdos previos.
  • En relación a la valoración de las patentes en los procesos de evaluación académicase discutieron opiniones diversas, pero llegando a ciertos consensos:
  • En las áreas en que el patentamiento es posible, la publicación de artículos en revistas de amplia difusión en el medio científico es el camino esencial de la carrera académica en investigación. El patentamiento debe ser una consecuencia de ciertas buenas investigaciones y un complemento a ellas, debidamente valorado en las instancias de evaluación y promoción en la carrera académica, pero no puede reemplazar la publicación en medios que tienen el aval de la revisión por pares.
  • En la evaluación de la labor de un académico por la CSEA se evalúa su curriculum vitae en forma integral (no en términos del número de ‘papers’ o citas recibidas por los mismos, aún siendo éstos elementos importantes). El impacto de un académico en su área de investigación se extiende naturalmente al impacto de las innovaciones que puede haber generado para el sector productivo o público. La valoración de este impacto debe considerar la actividad de patentamiento aunque dicha valoración, al igual que la de artículos, ensayos, libros o capítulos de libros no puede responder a criterios numéricos simples. En el caso de las patentes la certificación por la CCPI de que un trabajo sería eventualmente patentable no es suficiente para considerarlo en una evaluación académica. En algunos casos podría valer la publicación de una solicitud de patente mientras que en otros sería necesario esperar su otorgamiento. La aplicación o el éxito comercial de una patente serian ‘plus’ equiparables al de un artículo científico que ha recibido un número extraordinario de citas. Aún cuando el desarrollo de una patente normalmente retrasa en algunos meses la publicación en revistas científicas de los resultados más significativos que se quiere proteger, este efecto no incide de manera significativa en el curriculum vitae de un académico, visto en una perspectiva que abarque uno o dos años, reforzando la idea de que las patentes no reemplazan las publicaciones sino que las complementan.
  • En las Comisiones de Calificación Académica se evalúa el cumplimiento de un plan de trabajo del académico visado por una autoridad como puede ser el Director de su Departamento. Así como a un Director de Departamento, a un Decano o a un Director de Instituto no se le exige un nivel fuerte de docencia ni de investigación en la calificación académica, ya que su tiempo y energía están concentrados por algunos años en otras labores, se debe considerar legítimo que algunos académicos dediquen una parte de su tiempo a la dirección y ejecución de tareas orientadas a la preparación de patentes, las que en el marco actual deberían contar con el aval de una autoridad superior, y que se evalúe su labor en ese campo.
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