El gran reto asiático

Santiago, 17 de Noviembre de 2004

Asia es una realidad de casi 3.5 billones de personas, marcada por un profundo contraste entre el Sur y el Este. Con diferencias determinadas por las distintas influencias coloniales, el Asia del Este marca hitos en materia de comercio, tecnología y capacidad de crecer con énfasis en equidad. Las perspectivas hasta el año 2015 están, para el conjunto, en un crecimiento de casi 6% p.a., el cual alcanza a más de 6.0% en el sudeste asiático, y a más de 8.3% p.a. en China. Esto significa que China mas que doblará su ingreso per cápita en ese lapso, y a ese ritmo logrará superar los US$6,000 per capita en unos 25 años. Eso implica, ni más ni menos, que China podrá ingresar al mundo industrial en unos 40 años, algo que una generación atrás podría haber sido considerado como una total utopía. India, China, los países del Sudeste Asiático, constituyen un polo de indudable gravitación en el mundo, y esa influencia está creciendo significativamente en el tiempo. Hay por lo tanto, que invertir mirando a esta emergente realidad, que dominará ciertamente nuestra dinámica económica futura.

Estadísticas del primer semestre 2004 indican que una mayoría de nuestras exportaciones (36.7%) acuden al Asia comparativamente a las otras regiones del mundo. Aún así, exportamos menos de un centavo por habitante asiático, indicando ello -como la creciente producción asiática intensiva en tecnología- las múltiples oportunidades para expandir nuestras propias exportaciones de modo sustantivo en función de las enormes perspectivas de desarrollo que allí existen. Sin lugar a dudas, ello requerirá un esfuerzo mayor en educación e investigación por parte de Chile, para adicionar mayor valor agregado al producto exportado y lograr también asociaciones productivas en la creciente sofisticación de la producción asiática. ¿Un sueño?; quizás no cuando se miran los progresos que Chile y Asia han hecho a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Es por ello que la APEC es una asociación de importancia para Chile. Constituye una posibilidad de asociación y un potencial de exportación que tenemos que observar con optimismo. Hay un mundo esperando por nuestro esfuerzo, por continuar aquello que la primera etapa exportadora ha ido consolidando, y que debe reflejarse en una etapa superior de productividad basada en mayor diversificación de productos y profundización de mercado claves.

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