Participación y democracia

Santiago, 20 de Octubre de 2004

Las decisiones políticas pueden ser de carácter cupular o más bien radicar en decisiones caracterizadas por amplia participación. Por ejemplo, la definición del candidato Presidencial de la Concertación en las pasadas elecciones fue de tipo participativo, por medio de una consulta a los electores vinculados a esa alianza de partidos. La designación de los candidatos a alcalde para las próximas elecciones fueron, por el contrario, de carácter cupular, ya que no se envolvió la opinión de los ciudadanos electores. En algunos casos, la designación contradijo lo que revelaban las encuestas, hecho que al menos justificaba la necesidad de una mayor consulta. Lo que sí queda claro, es que la participación de la ciudadanía se ve crecientemente restringida por el accionar político partidista, y a partir de eso, son muchas las instancias en que se reproduce esta ausencia de participación relevante. Ocurre en educación, donde a los estudiantes se les hace participar poco de los temas y decisiones más trascendentes, así promoviendo la protesta y el desencanto. Del mismo modo, la participación de las personas en las decisiones comunales es escasa, y faltan instancias para abrir a opiniones de la propia gente que disfruta o sufre por las decisiones adoptadas. Lo mismo en el caso de los trabajadores o funcionarios de distintas entidades, en que se llega a concebir como una pérdida de tiempo y de recursos el que exista una instancia de participación. En los días en que nuestra democracia debe madurar, la verdad es que los espacios participativos se estrechan. Cuando la democracia jeffersoniana participación, se convierte en el ideal de países más desarrollados, en Chile pareceremos procurar una democracia sólo en lo formal.

Los resultados están a la vista: la escasa participación general, el alto abstencionismo y la escasa participación de los jóvenes en política. Cunde la poca credibilidad de los actores políticos, en gran medida percibidos como designados (o incluso como "externos") por decisiones superiores de las que la gente es excluida. No existe tampoco un esfuerzo por desarrollar una cultura de la participación, y una educación sobre la misma para que la participación no se convierta en puro asambleísmo. Aquí hay un esfuerzo que está faltando, y que es crucial para profundizar la democracia.

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