Efectividad de la política social

Santiago, 25 de Agosto de 2004

Las recientes cifras sobre pobreza han creado polémica en varias direcciones. El Gobierno ha mostrado con satisfacción la disminución observada en los niveles de pobreza e indigencia, lo cual resultaría de la mayor actividad económica y de la aplicación de planes como Chile Barrio que focalizan acciones en la población en mayor necesidad. Los críticos han mencionado el reducido porcentaje de disminución en estas variables -la pobreza habría disminuido en menos de 1.2 puntos porcentuales- y que la forma de medir pobreza simplemente subestima el problema. Poca duda cabe respecto a que las posibilidades de disminuir significativamente la pobreza son menores en la medida en que se alcanza la llamada "pobreza dura", la cual es difícil de atacar sin instrumentos focalizados y bastante más sofisticados. La disminución observada es satisfactoria del punto de vista del efecto de las tendencias económicas globales, pero no lo es al considerar que subsisten problemas de focalización que obligan a repensar la forma de llegar a los pobres e indigentes. Ciertamente, los instrumentos de medición no han experimentado cambios sustantivos en el tiempo, y la disminución observada se da aún en una situación de desempleo relativamente alto, por lo que la mayor actividad debería implicar una disminución adicional hacia el futuro.

Hay que observar que los porcentajes de pobreza que se observan en Chile son similares a los de algunas ciudades en países industriales, y se ubican dentro de los menores en la región latinoamericana. Deben evaluarse muy bien aquellos instrumentos que focalizan la ayuda a los pobres, y promover crecimiento y empleo para que, junto a mejor educación y capacitación, mejoren su impacto social. Más allá de esto, el problema que representa el deterioro en la distribución del ingreso es en extremo importante. No importa solo el nivel de pobreza, sino también las diferencias entre pobres y ricos, ya que ellas representan diferencias en oportunidades y en productividad que pueden corregirse con políticas apropiadas. Esta situación se ha reseñado insistentemente, pero no hay propuestas de política para atacarlo en forma definitiva. Como esos instrumentos y sus resultados operan en el largo plazo, parece ser que la ausencia de ideas concretas se debe al cortoplacismo de nuestra política nacional, que debería corregirse para apuntar efectivamente a los problemas sociales.

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