El ejemplo bomberil

Santiago, 28 de Julio de 2004

Corría el año 1850 cuando un grupo de ciudadanos constituía en Valparaíso una Comisión que propusiera medidas para apagar los incendios. El gran fuego que había terminado con 36 casas y establecimientos comerciales en diciembre de ese año, había estremecido el espíritu de connotados vecinos, quienes se proponían evitar las consecuencias desastrosas de un incendio en la vida de una ciudad. La llamada Bomba Inglesa, creada en Junio de 1851, fue la primera de lo que hoy día constituye un sistema bomberil diseminado en todo el país por medio de casi 300 Compañías. Sin requerir más que el apoyo ciudadano, ha sido desde entonces la acción de Bomberos una manifestación abierta del más alto espíritu de servicio público: la entrega aún a costa de la vida para erradicar la desgracia de entre nosotros. Han pasado por sus filas hombres de la mayor prosapia, lo mismo que modestos empleados u obreros que entregan su tiempo y sacrificado esfuerzo por los demás. Baste sólo mencionar a uno solo y emblemático: don Enrique Molver, Senador y Superintendente de Bomberos... Como él han sido y son muchos quienes, además de su labor cotidiana profesional, política o de simple trabajo, entregan su corazón generoso para servir a los demás. Vaya a todos ellos un reconocimiento por lo que su esfuerzo y su ejemplo simboliza en los días de una sociedad crecientemente egoísta.

Todos tenemos desde niño esa admiración por los Bomberos, que en todo pueblo o ciudad constituyen un hito en materia de servicio público. No son remunerados por su función, y las más de las veces los vemos solicitando la limosna pública para poder llevar adelante el acopio de material que precisan para....¡protegernos a nosotros mismos!. Cuando piden nuestro apoyo, no hay que olvidar que son 150 años de glorioso ejemplo y de efectiva labor protegiendo los bienes y la vida de sus conciudadanos. Cuando los veamos agitando el tarro que recoge la ayuda generosa, no olvidemos que es para nosotros mismos. Cuando veamos a jóvenes que ponen su tiempo en la labor bomberil no olvidemos agradecerles, porque ellos constituyen un ejemplo vivido para todos los demás. Cuando anden en esquinas y calles solicitando ayuda, no olvidemos sus más de 250 mártires, cuyos espíritus decoran nuestro oriente de país con la fuerza vivida del servicio público. Gracias Bomberos de Chile por recordarnos permanentemente que el espíritu de servicio público no ha muerto.

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