Desarrollo sostenible

Santiago, 07 de Julio de 2004

La afirmación formulada por Brundland (Oxford, 1987) en cuanto a que el desarrollo sostenible es "aquél que satisface las necesidades de la presente generación sin comprometer la satisfacción de aquellas de las generaciones futuras "llama a permanente a reflexión. El negativo impacto ambiental del crecimiento y el efecto de éste en la explotación de recursos naturales no renovables son, por ejemplo, materias insuficientemente abordadas. Mucho se hace, aparentemente, para ocultar las verdaderas dimensiones de esos efectos negativos y que comprometen el bienestar futuro. El cultivo de nuevas tecnologías cumple un rol de primera importancia para abordar estos problemas que, no inevitablemente, pueden causar la expansión económica y la inversión. La tecnología es también vital para la atención preferente a problemas como la disponibilidad de agua, la seguridad alimentaria y la diversificación y creación de fuentes energéticas limpias, aspectos todos cruciales en materia de sostenibilidad del desarrollo. Hay, pues un sentido ético fundamental en materia de ciencia y tecnología que se refiere a la responsabilidad para responder eficientemente a estas verdaderas demandas y necesidades sociales. Debe existir, en este sentido, una indisoluble coherencia entre ciencia y sociedad, por medio de la cual la ética científica se ha de desarrollar en términos de privilegiar los problemas primordiales que ésta le presenta.

Lo anterior permite sostener la innegable conexión que existe entre investigación científica y necesidades sociales, como es el caso de la anulación de la externalidad negativa que implica un crecimiento devastador de los recursos no renovables. Por ello, algunos autores hablan de la BIOSOMA, describiendo la absoluta entre el ser biológico, la organización social y la máquina. Quizás sea la necesidad de producir un desarrollo sostenible, el área donde se puede mostrar con mayor rigor la existencia de esta relación indisoluble. Y quizás sea ello también, por las implicancias éticas que presenta, una razón para formar a los cientistas de todo ámbito en el cabal entendimiento de la biología y las ciencias sociales. La necesidad de reformar los currículo predominante en la formación científica y tecnológica cobra nuevas dimensiones al ampliarse de esta manera la aproximación a las demandas sociales prevalecientes.

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