Voto juvenil

Santiago, 02 de Junio de 2004

Quizás uno de los anuncios más importantes del pasado Mensaje Presidencial sea la iniciativa de introducir la inscripción automática en los registros electorales, junto con la voluntariedad de emitir el sufragio. Se trata de una iniciativa anhelada por grandes sectores ciudadanos; unos, porque enfatizan la necesidad de incorporar a la población jóvenes a las decisiones que conllevan los actos electorales, otros porque sostienen que el voto es un derecho, que puede o no ejercerse en virtud de la más básica libertad individual. No obstante los argumentos, la iniciativa coloca el énfasis en la necesidad de dar mayor sostenibilidad a nuestra democracia, la que se encuentra en cierta forma amenazada cuando el porcentaje de no inscritos, no votantes o votos nulos y blancos, constituye una mayoría respecto a cualesquiera de las facciones principales del punto de vista electoral. Trata también esta iniciativa de quebrar la tendencia al ausentismo de los jóvenes de los temas políticos; en definitiva, su voto activo deberá requerir de acciones y discursos atractivos, y aún más consecuentes y comprometidos, que aquellos que se dirigen a un electorado tradicional. La participación de los jóvenes y la necesidad de un discurso para atraerles al mundo de las decisiones ciudadanas, son dos elementos fundamentales de la iniciativa presidencial.

Para la clase política esta iniciativa no deja de constituir un hecho preocupante. A las puertas de importantes procesos electorales, se estaría incluyendo un número significativo de nuevos electores sobre cuyas conductas no existen predicciones ciertas, introduciendo con ello un grado de incertidumbre intolerable para las "ingenierías electorales". Se trata, por otro lado, de un nuevo segmento electoral que precisa de un discurso, pero el mismo no está necesariamente fundamentado en el hacer los partidos -donde no necesariamente existe un significativo contingente e influyente juvenil. Por otra parte, se introduce un voto "voluntario", que puede marcar con mucha claridad una abstención significativa de un electorado que por ahora es cautivo en medida importante. Se eternizará la discusión sobre este tema, y no se adoptarán resoluciones que expresen la misma voluntad presidencial. Se postergará así una reforma vital para que nuestra democracia sea efectivamente tal, y con ello seguiremos presenciando en las próximas contiendas electorales, un escenario curioso: los locales de votación no estarán marcados por la presencia de los jóvenes, el futuro de Chile en tantos discursos, mas no en las decisiones relevantes de la República.

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