Eliminando una amenaza

Santiago, 12 de Mayo de 2004

Políticos y autoridades de gobierno han manifestado que la distribución del ingreso que prevalece en Chile constituye una crucial barrera para la integración efectiva del país, como también para su proyecto de desarrollo económico. Chile tiene una de las situaciones distributivas peores en el mundo, y ese record se convierte en una amenaza a la estabilidad política y la paz social que requieren la inversión y el crecimiento. Más allá, pues, de los argumentos que llaman a superar esta situación para constituir efectivamente una sociedad más humana y más justa, en que predomine la igualdad de oportunidades y condiciones, la misma se convierte en una barrera al desarrollo en su sentido estricto. La distribución del ingreso, que es en Chile cerca del doble de desigual que en aquellos países con los que deseamos integrarnos y compararnos económicamente, constituye un antecedente que nos resta credibilidad como país, y no hace justicia a los esfuerzos por tener una economía ordenada y un proyecto de futuro. Todo esto último no será sino palabrería si no incorpora decisiones que permitan acceder a una situación distributiva mejor y sostenible.

No se trata, evidentemente, de adoptar dos o tres medidas que en corto plazo superen una situación que arrastramos históricamente y que necesita de un enfoque mucho más estructural. Las medidas consistentes en sólo mayores impuestos y políticas de subsidio a los que tienen menos se encuentran con crecientes barreras en cuanto a su efectividad en la medida en que la pobreza absoluta ha disminuido sensiblemente. La cuestión tiene que ver con políticas de empleo y capacitación, de apoyo a la mediana y pequeña empresa, de regionalización efectiva y de mayor igualdad de género, que pueden ayudar decididamente en poner en marcha una mejora distributiva que ocurra conjuntamente con una economía en expansión. Sin embargo, lo más indispensable resulta el enfocar el problema hacia nuestra juventud; la distribución hay que mejorarla en un contexto intergeneracional, para lo cual es indispensable que la calidad de la educación se eleve para la clase media y los más pobres. Eliminar la amenaza que representa la actual mala distribución del ingreso, requiere que se abran las oportunidades verdaderamente a niños y jóvenes, que se potencie su desarrollo y sus oportunidades, y que no se mezquinen recursos a la hora de asistirlos para que reciban una buena educación. Ese es el elemento crucial que necesitamos ver en la discusión política.

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