El mateo del curso

Santiago, 25 de Febrero de 2004

La región Latinoamericana estuvo gran parte del siglo XX sumida en un profundo estancamiento. Fue la época en que el modelo de sustitución de importaciones -en que la producción incentivaba por medio de elevados aranceles externos sin considerar los costos efectivos de producción- fracasaba progresivamente. Época en que dominaba una extensiva intervención en los mercados, en que los subsidios reemplazaban los estímulos positivos para reducir costos, en que la pobreza y el desempleo se simulaban bajo insostenibles subsidios y crecientes déficits fiscales. Una época que no se caracterizó por innovaciones al interior del modelo propiciado para introducirle mayor efectividad y eficiencia; un período en que nos acostumbramos a culpar al resto del mundo por nuestros males y errores propiciados por una clase política indulgente y poco visionaria.

Luego de las transformaciones que se inician en la mayoría de los países hace una veintena de años, muchos países encuentran que los costos asociados a la transición son significativos. Fracasan en el intento de propiciar un cambio; hay avances y retrocesos significativos, especialmente más de estos últimos. La clase política generalmente argumenta con un viejo estilo populista y cortoplacista; en general Latinoamérica sigue viviendo sus endémicos problemas, y la amenaza de una crisis es la situación permanente que se esconde tras discursos, golpes de estado, efectismo político y liderazgos populistas. Se sigue culpando al resto del mundo de los problemas presentes y en ciernes, y se sindica a los organismos multilaterales como culpables de los graves problemas que han generado administraciones pródigas en más de lo mismo. Ciertamente en ese ambiente, la experiencia chilena no puede ser acogida con respeto y aclamaciones; como se trata de una experiencia contrapuesta, la misma se indica como la favorecida por los enemigos del resto del mundo. No se apuntan los sacrificios enormes que se han enfrentado para tener estabilidad y crecimiento; no se dice lo que todavía debe recorrerse para llegar a una situación que en los liderazgos tradicionales de la región "debe estar a la vuelta de la esquina". No se indica cuánto ha costado recorrer un camino largo y sacrificado para seguir por muchos años más en el camino que entra al primer mundo. Se trata del "mateo del curso" a quien siempre se le enrostran sus buenos resultados, pero a quien nunca se le atribuye sacrificio, condiciones y compromiso serio con su futuro.

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