Mirar al Futuro
04 de Agosto de 1999
Nos está pasando que nuestra mirada como país se centra en el pasado y en presente de dimensión pequeña. Pasado que, por cierto, debe observarse para aprender y corregir, y para no repetir errores que se originan, precisamente, en la idea de concentrar al país en la mirada al pasado y a los problemas presentes en una perspectiva sólo de corto lazo. Tenemos que aprender a lanzar una mirada más fuerte al futuro, a los retos, a los sueños. Existe una gran distancia entre la política y la gente precisamente porque no nos ha ayudado a saltar por sobre los problemas presentes y pasados, para mirar a lo que viene. Los jóvenes están desilusionados porque las respuestas no están en los enfoques usuales del análisis político y de los medios de comunicación; precisan escuchar el salto al futuro, de lo que estamos haciendo para que en cinco o diez o veinte años tengamos una sociedad mejor para ellos y sus hijos.
Conversando con los jóvenes es posible darse cuenta del porqué de su desazón. Hay poca preocupación por su mundo, sus problemas, sus sueños e ideales, los cuales tienen que ver con el futuro más que con el pasado y las limitantes presentes. Ciertamente debemos enseñar a utilizar las experiencias buenas y malas del pasado para proyectarlas, pero nuestro esfuerzo como país no está en esa dirección.
Es necesario un cambio de proporciones, mirando más al resto del mundo y a los tiempos futuros, para no ser un país que se mantenga cultural y mentalmente con un siglo de distancia del cambio real que está ocurriendo en todas partes. El reto de nuestros jóvenes es por conseguir un mundo mejor para ellos, con un ambiente más limpio, una sociedad más humana y solidaria, un bienestar digno para todos, y un progreso que se consolide efectivamente con criterio de país y de mañana. Mirar al futuro en cada cosa, en cada acción, en cada señal que se dé al mundo productivo o al intelectual, es una obligación que de una vez por todas tenemos que asumir los que no hemos hecho lo suficiente sino para aletargar nuestras potencialidades impedir el libre vuelo hacia los sueños.