La Investigación Dormida

22 de Septiembre de 1999

Uno de los debates vigentes que cobran mayor importancia en los países industriales se refiere al insuficiente financiamiento de la investigación científica y tecnológica. Hay que notar que en los países industriales, el gasto en investigación y desarrollo alcanza entre 2% y 3% del PIB, y tiene mucho más connotación de inversión, dados los requerimientos de evaluación de resultados que en la mayoría de los países se entiende como un crucial requisito.

En nuestro país éste ni siquiera constituye un tema de debate real. Al menos no en los discursos políticos, ni en las declaraciones oficiales. El nivel de gasto en investigación alcanza a menos de un 1% del PIB, y la mayor parte del mismo no cuenta con ninguna evaluación de resultados ni de impacto. Hay mucho que corregir, mientras la administración de estos recursos se encuentra totalmente dispersa en el aparato público, y en el caso de las universidades no ha existido una política que estimule el desarrollo de la investigación, y premie con claridad los resultados de la misma en cuanto a excelencia y producción. Más que estimular un gasto imprescindible para la pretensiones productivas del país, parece concebirse a los investigadores como una comunidad de privilegiados que obtienen recursos para su personal diversión, casi -diríamos- de absoluta irrelevancia para la comunidad nacional. Por ello, el debate de financiamiento universitario no considera a este componente como el de mayor importancia; no se entiende su trascendencia, y se define como universidad a toda institución donde "se hacen clases" para formar profesionales, pero no a las que crean conocimiento para el desarrollo integral. Obviamente, ni siquiera parecemos estar preparados para un debate real sobre este problema.

Pero resulta un tema inevitable. El lugar que Chile ha ido perdiendo en la economía mundial no se recuperará en forma graciosa. Sólo lo hará una mayor productividad y sofisticación de nuestra producción y de la organización de la misma. Sin apropiada investigación, ello no será más que un sueño que no logrará producirse mientras nuestra política de investigación continúe dormida en el pasado, presa de poca visión y escasa previsión que contamina el espacio de la política pública.

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