Vergüenza Ante Los Tiempos
27 de Septiembre de 2000
A comienzos del siglo XX escribía el ilustre educador don Darío Salas, refiriéndose a la existencia en el país de más de 1 millón seiscientos mil analfabetos que "colocados en fila a 50 centímetros uno de otro harían una columna de 800 kilómetros de largo... si desfilaran frente al Congreso Nacional en hileras de a cuatro, a un metro de distancia una de otra, y marcharan a razón de 40 kilómetros por día, el ruido de sus pasos turbaría los oídos y la conciencia de nuestros legisladores durante 10 días..."
El Problema Nacional que así se describía, fue abordado por medio de una Ley de Instrucción Primaria Obligatoria y una serie de subsecuentes medidas destinadas a erradicar el analfabetismo. Ese es hoy un resultado positivo que se considera un factor clave para la destacada posición que Chile tiene en el llamado Indice de Desarrollo Humano.
Pero hemos descubierto, merced un reciente estudio, que el aumento en la cantidad de educación no ha ido acompañado por una adecuada calidad. Por ello se encuentra que más de 50% de la población chilena mayor de 15 años es analfabeta funcional, es decir pueden leer pero simplemente no son capaces de entender adecuadamente. Grave situación, ya que con ello no es posible un avance sostenible a un mayor desarrollo económico, social y cultural. ¿Cómo podría serlo, sin ser capaces de descifrar los contenidos de manuales, textos, informaciones, instructivos o creaciones literarias e intelectuales? ¿Qué inversión - aparte de aquella que solamente obliga a usar nuestras manos- será posible o atractiva con una población en estas condiciones? Hemos descubierto nuestra educación, y con ello hemos pasado a mostrarnos, como el país atrasado que somos, integrado a una masa de países que esperan oportunidades para saltar a un mayor bienestar. No será posible, sin embargo, sin un esfuerzo hoy para mejorar nuestras oportunidades solo hacia el mañana.
Una vergüenza ante los tiempos. Explicar hacia el futuro que contamos con una educación que nos imposibilita para dar el salto productivo y cultural que soñamos. Explicar hacia el pasado que la fila de analfabetos (esta vez en el sentido "funcional" que importa a los tiempos modernos) se ha extendido más de cuatro veces, y ahora ellos podrían estar desfilando unas cinco semanas frente a la conciencia de quienes deben tomar decisiones.