Ceremonia de entrega de los Diplomas de Profesores Titulares de la Corporación

Quiero expresar, antes que nada, mis sinceras felicitaciones a todos ustedes por este importante logro en vuestra carrera académica. Un logro también de la institución, puesto que la obtención de este diploma se vincula en forma definitiva con nuestra vocación de trabajo en equipo, por nuestra adscripción y propósito de trabajar para la Universidad y por encontrarnos en un momento de significativo progreso del trabajo académico.

Todos sabemos que en nuestra Universidad el ascenso a la categoría de profesor titular constituye un verdadero reconocimiento, así también considerado en el mundo académico nacional e internacional. Por ello, han concretado ustedes un paso de gran importancia en lo personal, y haciendo tal han contribuido a nuestro acervo de investigación, como asimismo en cuanto a la formación de estudiantes de pre y posgrado. Pero, el logro de la titularidad nos ha permitido, como Universidad de Chile, el doble privilegio de exhibirlos a cada uno de ustedes como una muestra clara de nuestra excelencia y del nivel de nuestro trabajo académico, incluyendo el esfuerzo que demanda un largo camino de preparación, mientras que, al mismo tiempo han preparado un producto de gran importancia que ya ha ido madurando en beneficio de la creación de conocimiento y de la docencia para la Universidad de Chile.

Es importante recordar en esta ceremonia de entrega de los diplomas a los nuevos profesores titulares que la gran ventaja comparativa de nuestra Institución está en su excelencia académica. Así ha sido reconocido recientemente por la acreditación que se nos ha otorgado por el máximo periodo de tiempo y en el máximo número de áreas. También lo ha sido por nuestra inclusión en el ranking de las mejores universidades del mundo, siendo recientemente ascendida al grupo de las mejores 400. Y también ha sido reconocido nuestro liderazgo por los resultados que hemos mostrado en materia de puntajes de ingreso a la Universidad, el crecimiento en posgrados acreditados y en becas de estudiantes de doctorado, el éxito en proyectos de investigación concursables –donde seguimos ocupando el primer lugar–, seguido a mucha distancia por otras instituciones. Estamos en un momento de cambio y de resultados visibles, lo que nos anima a seguir adelante para construir una Universidad de Chile…para Chile. Ustedes adquieren hoy día una certificación sobre el lugar de privilegio que han de ocupar en el este significativo desafío.

La misión de la Universidad de Chile es la de crear y diseminar conocimiento para el desarrollo integral –económico, social, cultural, tecnológico, político, etc. de nuestra patria. Evidentemente, se trata de una misión que destaca el rol nacional de esta Universidad, que tiene primero que nada un compromiso de país en cuanto a las preguntas y problemas que deben atacarse con prioridad en nuestro trabajo. Por ello, la excelencia académica no se genera en un vacío, en un contexto de crear y conocer solo por la satisfacción, muchas veces legítima, de hacerlo. La Universidad de Chile no puede estar desligada de la realidad nacional, pensando y creando sin ninguna dirección definida y en donde las respuestas se den a preguntas arbitrarias o preferentes, pero no necesariamente aquellas que la sociedad espera de nosotros. Nuestra responsabilidad primera esta con Chile y sus necesidades, y por ello es que el concepto de excelencia tiene que ver en forma directa y transparente con las prioridades nacionales que nos impone la esencia de nuestro ser institucional.

Indudablemente la dirección que lo anterior impone al trabajo de investigación es clara y definitiva. Sin embargo, no es posible desconocer que el camino para responder una pregunta que produzca una respuesta aplicable a la política pública, o de alguna manera transformable en una “solución” a un cierto problema de tipo nacional, es largo y muchas veces se camina por senderos sin salida, que obligan a retomar el rumbo y a veces, con nuestra frustración, debemos comenzar de nuevo. Es largo el camino de la investigación. Y es también incomprendido, muchas veces, cuando se piensa que la creación de nuevo conocimiento consiste en una línea de producción en que se colocan ciertos insumos y se obtiene –por definición– un producto pre definido al final de la línea. Por ello, lo importante es el sentido de nuestra preocupación, la dirección final de la misma, la intencionalidad y destino de nuestro trabajo creativo en lo puntual. Por ello es tan delicado evaluar la pertinencia del trabajo académico, especialmente en una Universidad con nuestra vocación, y por ello es también tan difícil que se combine el resultado con la observación de la tendencia. Y por ello es tan difícil mezclar adecuadamente nuestro trabajo de investigación con la docencia, ya que se manifiesta en forma implícita y no necesariamente visible en cuanto a incorporar nuevos resultados en la enseñanza.

Es crucial que se considere en la política pública el énfasis que debe tenerse en la investigación, actualmente subfinanciada y por medio de pobres instrumentos que enfatizan proyectos de corto alcance temporal y muchos en la línea individual. Es fundamental que se establezca una política clara para las universidades complejas del país, en que los overhead institucionales sean mayores, la definición de proyectos y temáticas tenga mayor alcance temporal e involucre a equipos de investigadores. Pero es también crucial que se establezca por medio de estas normativas, que el hacer de una Universidad debe considerar de modo inexcusable el trabajo de investigación. No hay Universidad que pueda tener su mirada puesta en el pasado para repetir conocimiento y formar generaciones de profesionales y graduados para el futuro. Esa inconsistencia es solo explicable en un sistema universitario que se orienta por el negocio, ni siquiera por el mercado, pero permite un crecimiento en cantidad que no tiene relación alguna con la calidad que requiere un país con perspectiva de crecer y desarrollarse.

La política de investigación del Estado. La misma necesita reforzar el trabajo en las ciencias sociales, las humanidades y las artes, para que no sigan siendo las parientes pobres del mundo disciplinario. Para ellas son particularmente débiles los fundamentos del apoyo estatal, necesitándose, por otro lado, fortalecer esos espacios de reflexión y creación para poder avanzar a una sociedad más humana, no solo fortalecida por el mayor conocimiento científico y técnico.

Ustedes marcan el camino y el compromiso de la Universidad de Chile. Con estas tareas que requiere el país: mejor financiamiento y definición de la investigación científica y tecnológica, mejores instrumentos de apoyo a la investigación en ciencias sociales, humanidades y artes, mayor vinculación de la investigación con la docencia de pre y posgrado. Somos una Universidad Estatal, y como tal tenemos el deber de señalar para el país un derrotero en lo que significa la demanda por mejor docencia y mejor investigación hacia el desarrollo integral del país. Así lo hemos hecho ver en el documento la Universidad de Chile del Siglo XXI, donde también exigimos que exista una adecuada regulación del sistema universitario –que hoy día deja mucho que desear en cuanto a incentivos, reglas y una clara permisividad en una actividad crucial para el país– tanto y como en materia de financiamiento y en la necesaria cuenta que las instituciones deben dar respecto del uso de los recursos que reciben por parte del Estado. Nuestro aporte hoy debe ser el ejemplo de la conducción y mejor organización para llevar a cabo el trabajo de investigación y docencia. Por eso es que ambicionamos cambiar la estructura de la docencia de pregrado, para producir los profesionales que el siglo XXI necesita en términos de una formación más integral y de acuerdo a las necesidades del mundo real. Profesionales más humanistas y con una formación general sólida y transversal. Nuestra propuesta de reforma del pregrado, constituye un proyecto que debemos liderar para el país, en el cual todos sus académicos deben contribuir para perfeccionar la idea en un modo claro y efectivo. Asimismo, necesitamos mejorar la calidad y la organización de nuestros posgrados, siendo mucho más exigentes con la acreditación interna, privilegiando las áreas y temáticas que tengan mayor vinculación con las problemáticas nacionales, como se ha hecho con los nuevos doctorados que la Universidad ha creado en los últimos años. Conjuntamente con esas dos ideas, estamos trabajando denodadamente para introducir un mejor sistema de auto evaluación institucional, que efectivamente nos permita corregir errores, privilegiar lo mejor que tenemos, y ser capaces de abandonar aquellas áreas de menor relevancia para el país o en donde sintamos que no podemos responder al nivel de la máxima excelencia.

Los anteriores son retos de profunda importancia en nuestro programa académico, tal y como lo es la necesidad de revisar el propio sistema de carrera académica, para poder acoger adecuadamente a todas las formas o expresiones del trabajo académico de la institución. Hay tantos de nosotros cuyo trabajo de creación se vincula a expresiones no necesariamente en la forma de publicaciones internacionales, sino en el ejercicio profesional de excelencia o la publicación nacional de gran relevancia para el hacer del país. Hay tantos que han dedicado a la docencia un tiempo mucho más fundamental, y orientado sus publicaciones al área de la enseñanza que tanto nos debe importar. Por ello, la necesidad de tener sendas distintas de desarrollo, que puedan reconocerse en paralelo, es fundamental para restaurar equilibrios que están arriesgándose en el campo académico en forma cada vez más evidente. En lo que no debe claudicarse, sin embargo, es en tener un sistema que garantice excelencia, reconocimiento generalizado entre nuestros pares nacionales e internacionales, y que promueva un continuo de progreso y de imitación por parte de nuestros jóvenes.

He querido reseñar estas ideas de nuestro programa universitario en lo académico, justamente para reseñar el logro y la contribución que ustedes han efectuado, y lo mucho que esperamos que hagan por la Universidad en su progreso permanente y personal. Cada uno de ustedes constituye parte de nuestras realizaciones y de nuestras esperanzas como Institución. Sabemos que ustedes son el capital que realmente vale en una Universidad, el que nunca será reconocido en tal forma por los medios de comunicación, que mejor prefieren explotar la noticia sensacionalista, lo ms negativo posible de señalar para el caso de esta institución. Pero la verdad siempre se impone, y últimamente ha prevalecido un reconocimiento más o menos generalizado que debemos capitalizar firmemente, en un país que necesita construir una credibilidad sustantiva con referencia a su educación superior.

Los llamo a ustedes, nuevos profesores titulares, y a todos nuestros académicos para que persistan en el trabajo más difícil de todos: producir para el país, para la ciencia, las humanidades, las artes, sin necesariamente esperar un reconocimiento público, sino solo el más trascendente y elevado de parte de sus pares. El premio estará siempre en la memoria larga de nuestra patria, a la cual esta Institución ha colaborado crucialmente en sus proyectos, a pesar de tanta incomprensión y de los esfuerzos que se hicieron durante años para reducirla o quizás, más bien, exterminarla. Los llamo también a colaborar con los esfuerzos que están realizando las facultades e institutos por renovar sus estructuras y sus políticas, por introducir los cambios que necesitamos ante la nueva realidad del sistema de educación superior; los llamo a ayudarnos a construir la Universidad de Chile que el siglo XXI está esperando.

En nuestra Casa, ésta es una celebración. Una fiesta que aplaude un logro fundamental en nuestro quehacer por parte de cada uno de ustedes. Quiero, darles a todos mi saludo cordial, mi reconocimiento por el logro obtenido y que no es menor. Quiero manifestarle que ustedes marcan una senda que muchos otros deben seguir, que es la misma que Bello, Domeyko, Letelier, Juvenal Hernández y Gómez Millas, entre tanto otros, nos han reseñado: ésta es una forma sustantiva, con vuestro accionar y nuestro reconocimiento, de lograr que la Universidad de Chile siga satisfaciendo las necesidades de Chile y de su pueblo.

A ustedes, mi saludo cordial, y mis agradecimientos a nombre de la Universidad de Chile por las innumerables metas y sueños que consolidaran junto a nosotros en el futuro para ratificar y acrecentar el liderazgo que Chile espera de nuestra Universidad.

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