Historias de Patentamiento

Historias de Patentamiento
Las investigaciones con enzimas antárticas del profesor Juan Asenjo podrían derivar en la creación de detergentes para lavar con agua fría.
Las investigaciones con enzimas antárticas del profesor Juan Asenjo podrían derivar en la creación de detergentes para lavar con agua fría.
El oncorratón, desarrollado en la Universidad de Harvard, facilita la realización de estudios sobre cáncer.
El oncorratón, desarrollado en la Universidad de Harvard, facilita la realización de estudios sobre cáncer.

A nivel mundial hay diversos ejemplos de patentes que han tenido éxito. Gatorade, la bebida reconstituyente para deportistas, surgió de una investigación inscrita por la Universidad de Miami. El oncorratón, roedor transgénico cuya particularidad es enfermar fácilmente de cáncer, fue patentado por la Universidad de Harvard. Así, suman y siguen.

En Chile, figura en trámite de patentamiento, tras adjudicarse uno de los premios para el patentamiento nacional e internacional  del II Concurso de Incentivo al Patentamiento del Programa Bicentenario, el proyecto Fondef D01l1031 titulado "Investigación, desarrollo y producción de proteasas y lipasas criofílicas comerciales de fuentes marinas". En él, el profesor Juan Asenjo, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, obtuvo novedosos resultados con enzimas antárticas que podrían ser utilizadas como detergente para lavar con agua fría. Hasta ahí la información que -por razones obvias- se maneja confidencialmente sobre el tema.

El año pasado, Gabriel Riveros, académico de la misma facultad de Ciencia Físicas y Matemáticas, inventó un método continuo para la producción de cobre.  "La producción de cobre está dividida en varias etapas y todas ellas son discontinuas. Él inventó un método en que las máquinas no se detienen, y hace todo mucho más barato, más amigable con el medio ambiente, etc", explica Leonardo Reyes.

Javier Ramírez agrega que de ese invento se pueden obtener hasta cinco o seis patentes, debido a las etapas que tiene el proceso. "Él ya ha ganado dos concursos para patentar dos partes, y se vislumbra como un gran negocio, porque vendería el proceso completo", comenta.

El abogado recalca, en todo caso, que "la idea de la universidad es no vender patentes. Éstas duran 20 años y se pueden licenciar para que empresas las comercialicen".

"Estos concursos de alguna manera son el insumo", acota Leonardo Reyes. "Después de sacar las patentes, la Unidad de Transferencia Tecnológica de la Vicerrectoría, dirigida por Jaime Pozo, es la que se encarga de ver cómo se vende el invento y qué valor tiene. Hay que estudiarlo bien, porque en el extranjero se han visto casos en que alguien que licenció a un valor y después era diez o veinte veces más rentable que eso".