Discurso del Presidente Sebastián Piñera en asunción del Prof. Víctor Pérez como Rector de la U. de Chile

Discurso Presidente Sebastián Piñera Echeñique

Sr. Rector, Sr. Prorrector (S), Sr. Vicerrector Académico, Sres. Ministros, Sres. Diputados Sres. Rectores y también ex Rectores de esta Universidad de Chile, que ha sido y va a ser siempre la Universidad de todos los chilenos, donde el espíritu de la libertad va a brillar y a iluminar nuestro país. Quiero compartir con ustedes esta mañana que ha sido una mañana de alegrías y satisfacciones. Hoy temprano, escuchando a una orquesta juvenil, dimos a conocer el programa con que nuestro país va a celebrar sus 200 años de vida independiente. Hablamos de las obras, los eventos y las celebraciones del Bicentenario, que debe ser una ocasión no sólo para recordar nuestra historia, sino que para unir a nuestro país y proyectarnos hacia el futuro. Y por eso, Sr. Rector, quiero decirle en este Salón de Honor de la Universidad de Chile -y después de haber escuchado este maravilloso Coro Sinfónico- que para mí es un privilegio estar en aquí por muchas razones: podría recordar las muchas veces que he estado en este salón, pero solamente quiero referirme a que yo también llevo en el alma el espíritu universitario, por haber sido 20 años profesor universitario, haber sido alguna vez -y es un honor para mí- profesor de esta Universidad de Chile y es mi gran aspiración volver a ser profesor de esta Universidad.

Quiero partir diciendo que asumo el compromiso. Es verdad que esta Casa Central de la Universidad de Chile, que se inauguró antes de la Guerra del Pacífico, el año 1974, no puede seguir estando como está actualmente, lo que no es producto del terremoto del 27 de febrero de este año, pues lo cierto es que esta Casa quedó profundamente dañada con el terremoto de 1985. Es decir, llevamos 25 años con la Casa Central de nuestra Universidad de Chile en un estado que no es el que corresponde ni el que merece esta Universidad.

Por eso, Rector, quiero asumir ante Ud. un compromiso: que como una de las obras del Bicentenario -y antes que termine su mandato y el mío- tengamos una Casa Central de la Universidad de Chile, como nuestra U. de Chile merece y como toda la sociedad chilena quiere que sea la Casa Central de la Universidad de Chile.

Sr. Rector, quiero felicitarlo hoy día, cuando inicia su segundo mandato encabezando la Universidad de Chile. Y a través suyo, Sr. Rector, quiero felicitar también a los 30 mil estudiantes de la Universidad de Chile, a sus 4.600 académicos y a sus más de 10 mil funcionarios que, con compromiso y con entrega, con grandeza y generosidad, se esfuerzan en servir a nuestra patria, dándole vida y proyección a esta Casa de Estudios que es la Universidad de Chile, nuestra Universidad de Chile.

Como Presidente de la República, elegido por voluntad democrática y soberana del pueblo, quiero decir que es un verdadero privilegio, un honor y un gran orgullo asumir la responsabilidad que hoy día se me ha conferido de ser Patrono de esta Universidad. Quiero decir que esta Universidad tiene muchas historias, trayectoria, logros y aportes de los cuales quienes son parte de su alma se pueden sentir legítimamente orgullosos. Partiendo por su fundación, el año 1842, por resolución del Presidente Manuel Bulnes, teniendo como Ministro de Educación a quien sería también Presidente de Chile, don Manuel Montt. Continuando con el aporte decisivo que significó la persona, el liderazgo, la visión y la inteligencia de don Andrés Bello, y recordando a nuestro gran poeta Pablo Neruda -hijo ilustre de esta Universidad- quien dijo: "Esta Universidad no nació por decreto, sino de las luchas de los hombres, y su tradición progresista viene de la sacudida de nuestra historia y es la estrella de nuestra bandera". Creo que Pablo Neruda refleja muy bien lo que es el verdadero espíritu de esta Universidad.

La medalla que hoy recibo presenta en su adverso la imagen de la diosa Minerva, que en la mitología romana representaba la sabiduría, pero también el progreso de las artes, la luz, la razón y el espíritu, que son los componentes básicos de esta Universidad y que están llamadas, cada una de ellas y en conjunto, a subyugar la ignorancia, el oscurantismo, la intolerancia, la violencia y la injusticia. Es un símbolo que también refleja muy bien lo que ha sido la historia, lo que es el presente y, por sobre todo, lo que va a ser el futuro de esta Universidad.

Han pasado ya 167 años. Esta medalla ha sido recibida por muchos que han tenido, antes que yo, el honor de dirigir los destinos de nuestro país. Estoy muy consciente de que muchos de ellos, la mayoría, fueron ex alumnos de esta misma Universidad. Porque durante los casi 200 años de vida independiente, casi la mitad de los presidentes de Chile han egresado de estas aulas. Podríamos recordar a Federico Errázuriz, Aníbal Pinto, Domingo Santa María, Federico Errázuriz Echaurren, Germán Riesco, Pedro Montt, Ramón Barros Luco, Juan Luis Sanfuentes, Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, Gabriel González, Jorge Alessandri, Salvador Allende, Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, todos egresados de las aulas de esta Universidad.

No cabe duda de que por esta Casa de Estudios han pasado la mayoría de los hombres y mujeres más ilustres de este país, y sobre todo aquellos que prestaron los servicios tal vez invaluables en el campo de la política, pero también en el campo de las artes, las ciencias, la filosofía, la educación y las leyes. Y también en los campos de batalla, porque fue un egresado de esta Universidad quien tuvo el acto heroico que recordamos cada 21 de mayo: Arturo Prat y su gesta heroica en esa mañana del 21 de mayo de 1879. Pero son muchos más. Podríamos recordar al ex Rector Ignacio Domeyko, sabio de origen polaco, quien hizo gigantescos aportes al desarrollo de la ciencia en nuestro país o a Claudio Gay, geógrafo francés y pionero de las ciencias. A José Victorino Lastarria, intelectual historiador y ex decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades. A don Miguel Luis Amunátegui, fundador de la Sociedad de Instrucción Primaria. A Eloísa Díaz, primera mujer en Sudamérica en titularse de médico. A Amanda Labarca, la primera académica de esta Casa de Estudios o el Rector, historiador y humanista Juan Gómez Millas.

La verdad es que son muchos los hombres y mujeres notables que se formaron en esta Universidad y que desde estas aulas han hecho aportes de los cuales nos sentimos muy orgullosos, no solamente los ex alumnos de esta Universidad, sino que todos los chilenos. Todos ellos son y representan una historia muy fecunda -y a ratos muy brillante-de esta Universidad de Chile.

Pero también quiero decir que esta Universidad no es solamente historia, es también presente y sobre todo, nunca debe dejar de ser futuro. Las universidades tienen muchas responsabilidades, como la docencia, la investigación, la difusión; pero tienen quizás una responsabilidad aún más grande, que es ser la visión y la conciencia crítica de un pueblo, para ser capaces de tener ese coraje, para arrojarse hacia adelante y descubrir los caminos del futuro, para no solamente investigar los límites de lo posible, sino que intentar desplazarlos, para -como decía Einstein- subirse a hombros de gigantes y ver qué hay más allá del horizonte.

Una verdadera Universidad, como es la Universidad de Chile, está siempre mirando hacia el porvenir y se está siempre anticipando al presente, para que el futuro nunca nos sorprenda, porque la mejor manera de no vernos sorprendidos por el futuro es cuando nosotros mismos somos capaces de soñarlo y somos capaces de construirlo. Esa es una tarea fundamental de toda verdadera Universidad y sin duda es una tarea muy importante de esta Universidad de Chile.

Sr. Rector, yo recuerdo muy bien las muchas veces que nos hemos reunido para hablar, pensar y soñar sobre el rol de la Universidad de Chile, de las universidades públicas y de las universidades que para el futuro queremos para nuestro país y Ud. sabe muy bien que nuestro gobierno se ha planteado metas grandes, nobles, ambiciosas: lograr que antes que termine esta década, Chile sea un país -probablemente el primero dentro de América Latina- que logre metas que nos han sido esquivas durante nuestros primeros 200 años de vida independiente, como por ejemplo, ser el primer país que derrota al subdesarrollo, la pobreza, la ignorancia, y ser capaces de crear una verdadera sociedad de libertades, de oportunidades, de seguridades y de valores para todos. Y en esto el rol de la Universidad, y particularmente esta Universidad de Chile -por su historia y trayectoria- es absolutamente fundamental.

Yo leí con mucha atención -y lo hemos conversado y analizado en más de una oportunidad- el documento que contiene la propuesta del Nuevo Trato del Estado con las Universidades Estatales, y quiero recordar que junto con pasar revista a las peticiones y requerimientos que plantean las Universidades Estatales, también yo quise recordar que no solamente las Universidades Públicas tienen derechos frente al Estado, porque detrás de cada libertad hay siempre una responsabilidad y detrás de cada derecho hay siempre un deber. Y quiero recordar hoy día no el capítulo de las legítimas aspiraciones de la Universidad -que Ud. en su discurso ha mencionado con mucha elocuencia y con mucha fuerza- sino que también la otra parte de la medalla: lo que el Estado espera de sus universidades, de todas sus universidades, pero particularmente de las Universidades Estatales, y muy especialmente de esta Universidad de Chile. Esto no es primera vez que lo conversamos.

Yo siento que además de las labores de docencia, investigación y extensión -además de ser esta visión y conciencia crítica de la sociedad que va anticipándose al futuro- tenemos algunas tareas que el Estado quiere pedirle a las universidades en general -y muy particularmente a las Universidades Públicas- y en forma muy especial a la Universidad de Chile, en dos áreas donde estamos construyendo, no sobre roca sino que sobre arena.

En primer lugar, queremos pedirle a las Universidades Estatales un aporte cada vez más fecundo y significativo en el campo de las ciencias, la investigación y la tecnología, porque sin duda llegamos tarde a la revolución industrial y por eso somos un país subdesarrollado, pero no podemos llegar tarde a esta nueva revolución que se inició hace ya varios años -y que está golpeando nuestras puertas- que es la revolución que significa esta nueva sociedad que está emergiendo: la sociedad del conocimiento y de la información. Porque, al fin y al cabo, si no somos capaces de incorporarnos a esta nueva revolución, dejaremos una vez más pasar el tren de la historia frente a nuestras narices. Para eso requerimos hacer un esfuerzo gigantesco en materia de ciencia, investigación y tecnología.

Nuestro gobierno ha comprometido duplicar el gasto público y privado en investigación, ciencia y tecnología; que a pesar de muchas promesas sigue estando estancado en no más del 0,7%. Y eso sin duda que es algo que tenemos que hacer de forma mancomunada con las universidades -que por excelencia es el lugar donde uno puede buscar liderazgo, innovación en materia de ciencia y tecnología- y esa es un área donde tenemos interés común, porque no solamente el Estado le pide a las universidades un aporte significativo para cerrar la brecha en este terreno, sino que estoy seguro de que toda verdadera universidad entiende que eso es parte de su campo, de su acción y de su razón de ser.

Pero también quiero pedirle a las universidades y especialmente a esta Universidad, un aporte muy significativo en otro terreno donde tampoco hemos construido sobre roca: la formación de nuestros profesores, esos profesores que van a educar a nuestros jóvenes y niños. Porque sin duda tenemos que mejorar en muchos terrenos si queremos de verdad ser un país desarrollado, un país de oportunidades, con menos desigualdades, y uno de esos campos es educar mejor a nuestros hijos, a nuestros niños y a nuestros jóvenes. Para eso es fundamental que quienes forman a los profesores, como son las universidades -y muy especialmente esta Universidad- sean capaces de formarlos con la calidad que nuestros niños y jóvenes necesitan.

Ahí tenemos dos temas donde le quiero pedir como Presidente a esta Universidad un aporte significativo y sustancial, para lo cual por supuesto que el Estado también está dispuesto a entregar su aporte, no solamente en materia de recursos, sino que también en materia de compromiso con estas dos grandes tareas.

Por eso, Sr. Rector, quiero decirle que está nada más lejos de la voluntad de este gobierno, que reducir el presupuesto de las Universidades Públicas. Nada más lejos de la voluntad del gobierno que yo encabezo, que permitir que las universidades -y especialmente una universidad como la Universidad de Chile- siga muriendo. Todo lo contrario, queremos ser parte de ese Nuevo Trato, pero quiero recordarle, Sr. Rector, con la franqueza con que uno debe hablar en un aula universitaria, que ese Nuevo Trato significa no solamente demandas desde la Universidad hacia el Estado, sino que también significa demandas desde el Estado hacia las Universidades en muchos campos, pero particularmente en los dos campos que acabo de mencionar: el tema de la ciencia y la tecnología, y el tema de la formación de nuestros profesores, en lo cual sin duda esta Universidad tiene una ventaja, un potencial, un compromiso y una deuda pendiente con nuestro país que yo también quisiera recordar hoy día.

Por otra parte, yo quisiera referirme a la Universidad de Chile como esa Universidad que ha sido siempre: un orgullo para todos los chilenos.

Sé que en materia de investigación científica y tecnológica es la más productiva de nuestro país, y de hecho las publicaciones científicas así lo demuestran: más del 30% del total de las publicaciones científicas surgen de las aulas de esta Universidad. Sé que hace mucho, pero tiene que hacer mucho más si queremos cerrar esa brecha. Sé también que de los 450 proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, una gran mayoría han sido generados y ejecutados desde las aulas de esta Universidad, y lo mismo podríamos decir en otras áreas, como es el caso de los fondos de la Cultura y los fondos de muchas otras instancias que tienen que ver con el quehacer propio de la Universidad. Y por tanto, el hecho de que esta Universidad esté calificada como la novena Universidad de mayor calidad de nuestro continente, por supuesto que es una fuente de gran orgullo, y yo quisiera plantearle otro desafío, Sr. Rector, porque no hay ninguna razón para que no podamos lograr que esta Universidad esté entre las cinco mejores de América Latina. Y eso es parte, también, de este Nuevo Trato que queremos establecer entre el Estado, el gobierno de Chile y esta Universidad de Chile.

Ud. mencionaba el ranking iberoamericano de producción científica y efectivamente esas son las cifras y los números, pero también quiero decir que cuando el Estado compromete duplicar el monto de recursos, pasando de 0,7% a 1,5%, que son miles de millones de dólares, que son necesarios en muchos otros campos, porque los recursos no sobran en un país pobre como Chile, que está todavía a mitad de camino en la ruta hacia el desarrollo. Sabemos muy bien que las necesidades son múltiples y los recursos son escasos, y por tanto, detrás de este aumento en el gasto, queremos que haya compromisos con resultados, porque no queremos más que el gobierno sienta que cumple su labor solamente porque aumenta el gasto. No basta con aumentar el gasto en educación, en ciencia y tecnología o en otros campos, si no siente que va asociado a resultados, y muchas veces en el pasado, los enormes aumentos de gastos no han ido acompañados ni de metas concretas ni de resultados fecundos, y eso es algo que sí queremos cambiar.

Por esa razón, creo que la Universidad de Chile está llamada a cumplir un rol estelar en el liderazgo de este Nuevo Trato, junto con las demás universidades, y quiero aprovechar también de mencionar que el hecho de que el Director de la División de Educación Superior plantee la necesidad de hacer un foro donde puedan concurrir todas las universidades de Chile, en nada debilita al Consejo de Rectores de Universidades de Chile, sino que solamente significa reconocer que debe existir una instancia en que todas las universidades de Chile, públicas y privadas, puedan también dialogar y puedan también comprometerse con este Nuevo Trato, que sin duda significa para el Estado una obligación especial con sus propias Universidades, que son las Universidades Estatales. Pero el Estado también tiene compromisos con las demás universidades de Chile y por lo tanto, en esa reunión de todos los rectores de Chile, yo creo que van a surgir frutos fecundos para el futuro y la sociedad que queremos construir.

Pero también esta Universidad cumple una labor muy importante en la difusión del saber. Andrés Bello, fundador de esta Institución, en el discurso inaugural que Ud. acaba de citar, también dijo: "la Propagación del saber es una de sus condiciones más importantes, porque sin ellas, las letras no harían más que ofrecer unos pocos puntos luminosos en medio de densas tinieblas". Y por tanto, la Universidad también tiene una responsabilidad no solamente en la docencia, en la investigación, sino también en la difusión, para que los bienes culturales, el conocimiento, el saber, la ciencia y la tecnología que surgen de las aulas de las universidades no se queden atrapadas en sus muros y puedan llegar a todos los sectores, y particularmente a los sectores más humildes, más postergados, más vulnerables.

Por eso nos hemos propuesto disponer de recursos que permitan fomentar directamente el nuevo esfuerzo de investigación, de ciencia, tecnología y el nuevo esfuerzo que tenemos que hacer en difusión, porque al fin y al cabo, la ciencia y la tecnología muchas veces nace en la Universidad, pero sabemos que tiene que aplicarse en toda la sociedad, y tiene que haber una mayor integración y una mayor comunidad entre las universidades -que es un ente privilegiado del conocimiento y del saber- y el resto de la sociedad, incluyendo el mundo productivo de las empresas y el mundo amplio de la sociedad chilena.

También es cierto que esta Universidad ha formado y ha aportado mucho en materia de docencia a los jóvenes más talentosos de nuestro país. En mi mensaje del 21 de mayo, platee que una de las metas más ambiciosas y desafiantes que queremos lograr, es no solamente llegar al desarrollo, derrotar la pobreza y lograr una sociedad más igualitaria, sino que también que ningún joven capaz y con voluntad quede fuera de la Universidad por problemas de recursos o por el origen económico de sus padres.

Chile es una sociedad muy desigual, y lo que es peor, muchas veces esas desigualdades se heredan de generación en generación. Muchas veces la calidad de la cuna es el mejor predictor de la calidad de tumba, y creo que la educación superior es el instrumento más poderoso que tenemos para quebrar esas cadenas y para crear realmente una sociedad de oportunidades, en que la gente pueda progresar en función de su mérito, de su talento y de su esfuerzo, independientemente de la cuna que lo vio nacer.

Hoy en día, aproximadamente uno de cada tres jóvenes tiene la oportunidad de acceder a la Educación Superior. Son un poco más de 800 mil y han venido creciendo muy fuertemente. Pero no olvidemos que detrás de esa cifra hay dos de cada tres jóvenes chilenos que hoy día no tienen la oportunidad de acceder a la Educación Superior. Y cuando hablamos de Educación Superior no estamos hablando solamente de educación universitaria, también hablamos de educación técnica y capacitación profesional, y por tanto, uno de los objetivos de nuestro gobierno es lograr ampliar y superar el millón de jóvenes chilenos que tengan acceso a la Educación Superior durante nuestros cuatro años de gobierno.

Por esa razón, queremos también destacar la cobertura de la Educación Superior en Chile, que se ha incrementado en forma sustancial, pero está todavía en un proceso de desarrollo y va a seguir creciendo. Y también esperamos, de esta Universidad de Chile, que siga haciendo un esfuerzo aún mayor para darle oportunidades a nuestros jóvenes de acceder a estas aulas, para poder tener una Educación Superior que les permita pararse en sus dos pies en esta sociedad del conocimiento y la información.

Quiero reiterar nuestro compromiso de mejorar, aumentar, perfeccionar y fortalecer los sistemas de créditos y de becas, tanto de pregrado como de postgrado, e incluso, algo que hemos conversado con el Ministro de Educación: vamos a hacer una reformulación del programa de becas de la Presidencia de la República, porque vemos muchas veces que nuestros estudiantes son becados para estudiar en universidades extranjeras, pero no tienen las mismas condiciones para poder estudiar un programa de postgrado en nuestras propias universidades, que muchas veces son mucho mejores y de mucha mejor calidad, y por tanto, no vamos a discriminar a las universidades chilenas de excelencia del programa de becas de la Presidencia de la República, como desgraciadamente muchas veces ha ocurrido hasta el día de hoy.

Queremos que haya magíster y doctorados también en nuestras propias universidades, y eso es algo que va a significar un desafío, pero al mismo tiempo, una gran oportunidad para una universidad que tiene la trayectoria de esta Universidad de Chile.

Quisiera terminar recordando las palabras finales del Rector respecto del terremoto. Es cierto, esta Casa Central que fue inaugurada en 1874, sufrió en 1985 los embates del terremoto y hasta el día de hoy -luego de 25 años- no hemos sido capaces de reconstruirla ni de ponerla a la altura de las exigencias y los merecimientos de esta Universidad. Por eso, quiero reiterar mi compromiso, Sr. Rector, de que vamos a ser capaces -ojalá Ud. como Rector y yo como Patrono de esta Universidad- de inaugurar la nueva Casa Central de la Universidad de Chile.

Quiero terminar recordando nuevamente las palabras de Andrés Bello, que hago mías en plenitud. Él dijo, hace mucho tiempo atrás -pero con la sabiduría que rige hasta el día de hoy: "Haced más, tratad asuntos dignos de vuestra patria y de la posteridad, que los grandes intereses de la humanidad os inspiren. Palpiten vuestras obras el sentimiento moral, la libertad será sin duda el tema de la Universidad".

Por eso yo también termino diciendo ¡Viva Chile, viva la Universidad de Chile, viva la Universidad de Chile libre!