Contexto

El fin último de los actores sociales, políticos y económicos de una comunidad debiera ser, en última instancia, mejorar la calidad de vida de los miembros de la comunidad.

La calidad de vida es un término amplio que abarca distintos ámbitos de la realidad humana, que se pueden resumir en i) un dominio de cómo somos y cómo vivimos, incluyendo aspectos sociales, étnicos, físicos, psicológicos y espirituales, ii) un dominio de cómo nos integramos a nuestro medio, a nuestro entorno más cercano y a la comunidad en que vivimos y, finalmente iii) un dominio de cómo logramos cumplir con nuestras metas laborales, de crecimiento personal, integración social y de esparcimiento.

En Chile, el envejecimiento de la población adquiere cada vez más importancia. De acuerdo al censo de 1982, el 6% de la población tenía más de 64 años. Sin embargo, el proceso de envejecimiento de la población chilena será más rápido de lo proyectado y la población mayor de 60 años al año 2002, ya constituía el 11%.

Dado este aumento en la proporción de adultos mayores y sus particulares condiciones, su calidad de vida debe convertirse en una prioridad en la implementación de políticas públicas por parte de las autoridades. Incluso entre de los adultos mayores, debemos distinguir ciertos grupos con necesidades especiales y probablemente con percepciones distintas de calidad de vida.ç

Para cumplir con este objetivo, la Organización Mundial de la Salud ha implementado el desarrollo de una metodología común que permite el desarrollo transcultural de instrumentos para evaluar calidad de vida. Se ha sugerido partir de algunos conceptos básicos que incluyen dominios de salud física y psicológica, nivel de independencia, relaciones sociales, ambiente y espiritualidad y creencias personales, para desarrollar grupos focales que pueden trabajar con preguntas abiertas o con temas preestablecidos. También se ha normado acerca de tiempo, número, composición, preparación y conducción de los grupos focales, con el objeto de utilizar una metodología común a nivel internacional y poder generar instrumentos relativamente estandarizados.

Esto ha sido probado a nivel internacional con distintos grados de éxito y adherencia a los protocolos. Las diferencias están dadas probablemente por los ajustes que hay que hacer en cada país para generar cuestionarios coherentes y contestables de acuerdo a las realidades culturales.

Teniendo estos criterios en mente, es posible desarrollar instrumentos locales para grupos etarios determinados, mediante metodologías altamente estandarizadas y poder evaluarlos con parámetros comunes a otros grupos de trabajo a nivel mundial. Estos instrumentos deben ser además dinámicos, para poder cambiarlos en la medida que van modificándose las condiciones socioeconómicas y culturales del país. Un instrumento así generado será realmente útil para conocer la realidad del adulto mayor en Chile y descubrir cuales son las intervenciones que lo pueden favorecer a futuro y evaluar el resultado de estas intervenciones. También podrá orientar estrategias diferenciadas según las características e intereses de los adultos mayores chilenos.

 

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