Entrevista al profesor Pablo Sarricolea, geógrafo y climatólogo

Incendios en la zona central: eventos serán cada vez más frecuentes

Incendios en la zona central: eventos serán cada vez más frecuentes
Profesor Pablo Sarricolea.
Profesor Pablo Sarricolea.
Focos de incendio en las regiones de Valparaíso y Metropolitana entre el 8 y el 14 de noviembre.
Focos de incendio en las regiones de Valparaíso y Metropolitana entre el 8 y el 14 de noviembre.
Visión general de la cantidad de incendios y superficie quemada de bosque nativo y plantanciones.
Visión general de la cantidad de incendios y superficie quemada de bosque nativo y plantanciones.

El mes de noviembre ha estado marcado por una gran cantidad de incendios forestales que han afectado a la zona central del país. Las regiones de Valparaíso y Metropolitana han sido las más afectadas, provocando la pérdida de miles de hectáreas de vegetación nativa e intensas humaredas en Santiago y otras ciudades.

El profesor Pablo Sarricolea, académico del Departamento de Geografía FAU, se ha dedicado a estudiar las causas, consecuencias e intensidades de estos fenómenos, trabajo que recientemente dio a luz al artículo "Wildfires in Chile: A review" en la revista Global and Planetary Change, escrito en conjunto con el español Xavier Úbeda. Hoy analiza la última ola de incendios y la necesidad de mecanismos preventivos, paliativos y de seguridad para hacerle frente a episodios que, gracias al alza global de la temperatura, seguirán ocurriendo con mayor frecuencia.

La gran cantidad de incendios ocurridos este mes han dado lugar a muchas explicaciones en los medios de comunicación, la más frecuente es el cambio climático. ¿Qué tan exacto es esto?

Sobre lo que más hay certeza es sobre el aumento de la temperatura. También hay consenso en que las precipitaciones en el Chile central han disminuido un 30%, y estos dos factores hacen que los suelos estén más secos que antes. Por eso en los últimos diez años se habla de una megasequía, y en estas condiciones los incendios se han hecho cada vez más frecuentes. En esta línea, la investigación que realizamos con Xavier Úbeda demuestra que tanto los incendios como la superficie quemada en Chile han ido en aumento durante los últimos años, sobre todo en la zona centro sur.

¿Hay rasgos comunes entre los últimos incendios ocurridos en la zona central y cuyos efectos han llegado a Santiago?

El primer rasgo común es el origen: son causados por las personas, ya sea de manera intencional o accidental, a diferencia de otros lugares del mundo donde parten por impactos de rayos u otras causas naturales. El otro rasgo común son las condiciones meteorológicas, con una correlación entre una alta temperatura, de más de 30 grados; una humedad relativa menor al 30% y un viento igual o superior a 30 nudos. Esto se ha conocido como la relación 30/30/30 por ingenieros forestales e instituciones como la CONAF. La última variable del viento es muy importante, porque ayuda a la propagación de los incendios y además las corrientes que vienen de la costa hacia la cordillera durante las tardes son las que trajeron el humo de focos en la región de Valparaíso y el poniente de la región Metropolitana a Santiago.

¿Hay datos precisos de la cantidad de incendios que se han producido bajo estas condiciones?

Mediante imágenes Landsat, de las cuales la última captó entre el 8 y el 14 de noviembre, se logró detectar 38 incendios en las regiones de Valparaíso y Metropolitana. De éstos, solo dos acaparan más del 50% de la superficie total quemada: el ocurrido en el sector de la Leonera, en Til Til; y el del sector de Chicureo. Pese a que el resto de los focos no fueron tan grandes, el total de superficie quemada alcanzó aproximadamente unas 8000 hectáreas, lo que equivale al área que abarcan las comunas de Santiago, Ñuñoa, Providencia, Macul, Quinta Normal y Recoleta. Y esto pensando en que la última imagen satelital alcanzó sólo a detectar el inicio del incendio de la Quebrada de la Plata, en Maipú, por lo que el total quemado hoy debe ser mucho más alto.

¿Cómo se pueden revertir los daños que estos incendios provocan en el medioambiente?

Afortunadamente, en los climas mediterráneos el fuego es parte del funcionamiento normal de los ecosistemas del bosque, por lo que estas zonas se recuperan relativamente rápido si se hace un manejo correcto como la plantación de gramilla para evitar la erosión de la lluvia. Esta época de incendios tiene la ventaja de que no se esperan precipitaciones, pero episodios como el de Valparaíso, que ocurrió en abril del 2014, implicó una gestión post-incendio de plantar gramilla para evitar la erosión. Pese a todo, la recuperación de este tipo de bosque nativo es relativamente rápido, estos territorios son bastante resilientes.

¿Qué lecciones se pueden sacar una vez que estos incendios ya ocurrieron y afectaron estas superficies?

En un principio yo pondría en valor dos aspectos: uno de riesgo en un contexto nuevo, que debe ser gestionado mejor, con una correcta identificación de las amenazas, y para lo cual las imágenes de los satélites son fundamentales. Una vez identificadas las áreas afectadas, se debe hacer un análisis específico de los suelos, del bosque nativo y las plantaciones, y del efecto sobre las comunidades ante incendios que van a ser cada vez más frecuentes. Hay que tomar en cuenta que estos eventos se están adelantando, con una temporada de incendios que comienza cada vez más temprano y se extiende durante todo el verano hasta marzo o abril.

Tomando en cuenta estas condiciones, ¿Las políticas públicas de prevención y mitigación han cumplido su cometido?

Se está al debe. A CONAF le faltan recursos económicos para combatir los incendios y adelantarse a los eventos haciendo cortafuegos y zonas de amortiguación con el fin de que cuando ocurran, la superficie quemada sea cada vez menor. Uno de los grandes incendios de noviembre fue en una superficie relativamente plana de fácil acceso, por lo que su expansión no se debió a dificultades geográficas, sino a falta de recursos para combatirlo. Otro tema de política pública es mejorar los sistemas de alerta, monitoreando las condiciones meteorológicas con modelos mesoescalares que puedan predecir situaciones como la del 30/30/30. En el caso de la salud de las personas, hay que fijarse qué pasa con la contaminación generada por estos eventos, porque en estas fechas ya no aplica la restricción vehicular ni la gestión de episodios críticos, mientras que en algunas estaciones llegamos a niveles cercanos a la pre-emergencia ambiental, pero como no estamos en la época cuando se aplican estos protocolos, entonces no se hace. Los planes de contaminación deben incorporar el humo de incendios.