Fue premiado el 24 de noviembre de 2018

Dr. Luis Fidel Avendaño, Maestro de la Infectología

Dr. Luis Fidel Avendaño, Maestro de la Infectología
Dr. Luis Fidel Avendaño
Dr. Luis Fidel Avendaño

Discípulo del doctor Julio Meneghello, de quien heredó su pasión por la docencia, la investigación y la asistencia más allá de las limitantes impuestas por las horas contratadas, se reconoce sorprendido cuando muchos le dicen que fue su maestro porque, explica, su senda ha sido siempre poco transitada: él es un médico pediatra dedicado a la clínica, a la enseñanza y a la ciencia. Junto con la doctora Elba Wu –del Hospital San Juan, también pionera en esas tres áreas-, no dejaron que el pasto creciera bajo sus zapatos haciendo camino al andar. Pero al mirar en busca de quienes los seguirán en este recorrido por la virologìa, la huella pareciera desdibujarse.

Y es que explica que son pocos los que desean, como él, ser un puente entre los enfermos y quienes miran los virus más profundamente, vinculándolos y enseñando a médicos, a científicos e incluso a pacientes acerca de síntomas y sus causas en estos microorganismos. Son pocos, añade, en parte gracias a los avances técnicos que permiten hacer diagnósticos rápidos mediante kits, soslayando la importancia de conocer mejor las causas de las patologías virales, y también porque sólo en la Universidad de Chile la virología constituye formalmente un equipo académico y una asignatura de pregrado, no sólo algunas clases dentro de un curso mayor de microbiología general.

Enseñar siempre

La pasión del doctor Avendaño siempre ha sido la docencia. Recuerda con orgullo cómo aprendió de su padre, el doctor Onofre Avendaño, a hacer “anillos de Zipper” –técnica de planificación familiar creada por el doctor Jaime Zipper, académico de la Facultad de Medicina- y cómo la practicó, enseñando a sus colegas, cuando era un joven general de zona en el sur de Chile, paralelamente a su trabajo contribuyendo a la erradicación del sarampión. También, cómo a su regreso a Santiago se unió al equipo de trabajo del doctor Julio Meneghello en el Hospital Roberto del Río, prohombre de la pediatría nacional de la segunda mitad del siglo recién pasado, para adentrarse no sólo en los secretos de la medicina infantil, sino también en la esencia de la relación maestro-estudiante, adquiriendo de él una ética de trabajo que consideraba indisolubles a la docencia, la asistencia y la investigación, dentro de un equipo en el que todos sus miembros tenían idénticas responsabilidades.

Fue esa amplia formación la que le evidenció que la infectología había un campo por recorrer en aras de contribuir a la salud de los niños. Tuvo la suerte, dice, de recibir un entusiasta puntapié inicial hacia la virología por parte del doctor Romilio Espejo, recientemente nombrado Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, quien generosamente le enseñó su método diagnóstico de electroforesis del ARN fraccionado de los rotavirus que desarrolló en México, para que lo usara en el Hospital Roberto del Río a fines de los años 70, cuando los niños frecuentemente morían por cuadros agudos de diarrea. Fue así como pudo, junto a colegas de laboratorio y clínicos, demostrar que estos trastornos digestivos eran causados por virus y, de paso, eliminar sus tratamientos antibióticos gracias a un diagnóstico precoz y un tratamiento de alta anticipada.

Nuevamente estableciendo puentes

Cuando aquel conocimiento se consolidó a nivel nacional, el doctor Avendaño se abocó a las enfermedades respiratorias infantiles con el apoyo de una propuesta del Instituto de Salud Pública, que promovía el uso de exámenes de inmunofluorescencia para la detección de virus respiratorios en secreciones nasales, para lo cual nuevamente formó un equipo básico clínico, donde él era el puente entre ambas áreas: médico entre los virólogos y virólogo entre los médicos. Gracias a ese trabajo, a fines de los ’80 confirmaron que el virus sincicial era el principal agente causante de infecciones respiratorias bajas y de las epidemias invernales y que los adenovirus podían ocasionar graves brotes intrahospitalarios, entre otros avances, lo que nuevamente cambió el manejo clínico de las bronconeumonías en lactantes y dio pie a las campañas preventivas de invierno del Ministerio de Salud. Una década después su trabajo trascendía a Uruguay, mediante colaboración con la Universidad de La República de ese país, mejorando año a año el tratamiento de sus niños.

Otra área en la que le ha tocado contribuir ha sido en el ámbito preventivo, integrando el primer Comité Asesor en Vacunas del Ministerio de Salud, CAVEI, desde el 2009 hasta fines del 2016, donde le tocó presidir los comités de Certificación de la Eliminación del Sarampión y la Rubéola, en el 2011, y de Eliminación de Poliomelitis, en el 2015. Allí contribuyeron a la aprobación del uso de la inmunización contra el virus papiloma humano y han debido dedicar esfuerzos a contrarrestar las tendencias antivacunas.

El doctor Luis Fidel Avendaño, maestro de la Infectología de Chile, se siente agradecido por este nombramiento hecho por sus pares, “porque más allá de las publicaciones o las participaciones en congresos, recoge lo que hemos podido hacer juntos, incluso más allá de los laboratorios o salas de clase, tal como los proyectos de investigación o de colaboración que nacieron después de un café o de una entretenida conversación, porque somos como una familia, todos nos conocemos”. Así, cuando mira atrás, los recuerdos de sus mentores afloran encabezados por su padre y por el doctor Meneghello; como su par, identifica a la doctora Elba Wu; a su lado, reconoce las contribuciones disciplinares de los doctores Vivian Luchsinger, Aldo Gaggero y Carmen Larrañaga, María Angélica Palomino así como de los que integran el Programa de Virología; del doctor Miguel O’Ryan y de todo el equipo en Microbiología y Micología; de Eugenio Spencer, en la Universidad de Santiago. En las nuevas generaciones como académica de la Facultad de Medicina distingue a la doctora Lorena Tapia como médico pediatra del Hospital Roberto del Río a la vez que investigadora gracias a su formación como doctorada en Ciencias Biomédicas, y viróloga formada en sus laboratorios. “Otros son infectólogos pero no clínicos, o pediatras pero no virólogos. Es difícil dejar discípulos en la disciplina de virología”, finaliza.