A 44 años de su muerte

La importancia de la figura de Pedro de la Barra

La importancia de la figura de Pedro de la Barra

El 6 de julio de 1977 falleció el actor, profesor, director y dramaturgo, Pedro de la Barra (1912-1977). Estudió Humanidades en el Instituto Nacional; una vez egresado de Bachillerato, ingresó al Instituto Pedagógico como alumno de Castellano. Se tituló como profesor en 1938. Al año siguiente, De la Barra, publicó su primera obra teatral "La Feria", donde expuso la necesidad de organizar y profesionalizar el teatro en Chile. En 1952 fue distinguido con el Premio Nacional de Arte; mientras que en 1971 pasó a ser Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua.

Hoy, tras 44 años de su partida, recordamos a quien fue uno de los fundadores y primer director del grupo del Teatro Experimental de la Universidad de Chile (TEUCH), compuesto junto a Roberto Parada, Agustín Siré, Bélgica Castro, María Cánepa, María Maluenda y Kerry Keller, entre otros. El 22 de junio de 1941, hace 80 años, se realizó la función fundacional de la Compañía con el estreno de la obra "La Guarda Cuidadosa", de Miguel de Cervantes, que dirigío De la Barra en el Teatro Imperio. 

Dentro de los primeros acontecimientos del grupo del Teatro Experimental, se encuentra la Revista Teatro, que surge en 1945, con el objetivo de "ser una publicación abocada a fomentar el quehacer teatral en Chile, abriendo un espacio de difusión para el trabajo de dramaturgos, directores y profesionales de la escena nacional" (Revista Teatro, un espacio de difusión de la dramaturgia y la escena nacional).  En esta Revista se plantearon varios temas, entre ellos una forma clave para difundir los planteamientos y lineamientos del Teatro Experimental de la Universidad de Chile. 

En el Número 2 de la Revista Teatro, se retomaban y recordaban los puntos básicos que el grupo del TEUCH había optado al fundarse. En base a aquello, declara que se iniciaría una campaña por tres cosas: Primero, la edificación de un Teatro adecuado; segundo, la profesionalización de los artistas del Teatro Experimental; y tercero, la creación de la Escuela de Arte Dramático.

Por otro lado, en su Número 3, publicada en 1946, Pedro de la Barra escribe finalizando la Editorial La Escuela de Teatro: "Nuestro propósito es ciertamente grande. Grande también nuestro entusiasmo por hacer que la Escuela del Teatro sea una realidad. Estamos ciertos de que daremos cima a esta empresa con la ayuda, no sólo del Rector y de las autoridades universitarias, sino del Gobierno y de la opinión pública". Esto tras comentar que desde hace más o menos tres años antes, ya existía una Academia Teatral que probaba su funcionamiento. En 1945, existían cursos libres, mientras que en 1946 comenzó una escuela dividida en tres grados y sujeta a un plan, logrando la profesionalización de los integrantes del Teatro Experimental, gracias al aporte del Ministerio de Educación y la Universidad de Chile.

Posteriormente, en 1959 se creó el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile, que en 1969 pasa a ser el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile. De este importante grupo también deriva la  Compañía Teatro Nacional en 1974, y el Teatro Nacional Chileno en 1975.

La figura de Pedro de la Barra también es emblemática y significativa para distintos Teatros Universitarios del país; ya que en 1958 dirigió el Teatro Universitario de Concepción. En 1960 creó la Escuela Internacional de Teatro de Arica, y en 1965 fundó el Departamento Artístico de la Universidad de Chile, sede Antofagasta. En 1974 Pedro de la Barra fue exiliado a Venezuela, aceptando el ofrecimiento del Consejo de Cultura de dicho país, para ir a enseñar. 

En la Editorial del Número 6 de la Revista Teatro, se recuerda que el lunes 2 de Agosto de 1999, se procede a designar el edificio de Morandé 750, donde funciona el Departamento de Teatro, como Sede Pedro de la Barra. "Si hay un verdadero hombre de teatro en nuestro país, sin duda que Pedro de la Barra merece tan honorífica definición: Es el artista que lleva en su sangre no sólo la vocación escénica, sino que además, mantiene una llama de vitalidad, de entusiasmo, que no se acaba ni con la edad, no con el silenciamiento de autoridades totalitarias, ni con las muertes dolorosas, que a cualquier otro ser humano debilitaría".