Entrevista con la destacada académica

Pascale Bonnefoy: “La tarea periodística es agudizar la mirada y buscar la verdad”.

Entrevista con Pascale Bonnefoy a 50 años del golpe

 

—¿Qué significa para ti la reedición de Terrorismo de Estadio a 50 años del golpe?

Ediciones Liberalia me propuso reeditar el libro este año a propósito de los 50 años. Por un lado porque la edición anterior estaba agotada hace mucho tiempo, y por otro, por lo significativo del tema en el contexto de este año. En momentos en que hay una corriente negacionista, o de relativización de los hechos del pasado, es importante dejar un registro documentado de lo sucedido en los primeros meses de dictadura militar. Terrorismo de Estadio es un libro muy documentado y cuenta con muchas entrevistas, y muchas de esas fuentes documentales y personales son del periodo, de la propia dictadura y de los militares que estuvieron en el Estadio Nacional. Por lo tanto, es un registro de nuestra historia, no algo meramente testimonial o interpretativo, y hoy más que nunca es importante contar con libros como este para las generaciones más jóvenes y las que vendrán.

—¿Cuáles son las principales conclusiones que pudiste extraer a partir de la investigación sobre el Estadio Nacional como el primer centro de detención de presos políticos en dictadura?

Los principales hallazgos tienen que ver con desentrañar la organización militar detrás de la operación del Estadio Nacional: ponerle nombres y responsabilidades a los militares, policías y civiles que fueron parte tanto del mando central del campo de detenidos como de los equipos de interrogadores y torturadores enviados ahí por los servicios de inteligencia. Pude develar cómo se organizó este masivo campo de concentración, la cadena de mando, cómo se tomaban decisiones respecto de los detenidos, las prácticas de tortura y formas en que asesinaban personas y disponían de sus cuerpos. Revelo episodios desconocidos sobre falsos suicidios, fusilamientos colectivos y ahondo en algunos crímenes específicos.

Es, en resumen, una mirada integral a lo que sirvió como un gran filtro y centro de castigo a quienes apoyaron la Unidad Popular —e incluso personas que no— y constituyó una masiva marcha blanca de la represión política. El Estadio Nacional fue parte de los planes de contingencia para un eventual golpe de Estado —y por eso se pudo montar de inmediato a partir del 11 de septiembre— y también fue el lugar donde se puso a prueba la lealtad con la Junta Militar y se fueron configurando los nuevos roles de los servicios de inteligencia.

—En otros de tus libros, como Rodrigo Rojas De Negri, Hijo del exilio (PRH) y Cazar al Cazador. Detectives tras criminales de lesa humanidad (PRH), has seguido ahondando en temas de derechos humanos y en particular en develar el aparato de represión detrás de la dictadura en Chile. ¿Qué es lo que más te atraen de estas temáticas y cuál es el aporte que sientes que puedes hacer en esta línea? 

En estos tres libros he intentado adoptar un punto de vista distinto o novedoso sobre la historia reciente, y le he puesto mucha atención a la importancia del contexto social y político en que suceden los hechos. En Cazar al cazador, por ejemplo, no me detengo en los crímenes cometidos por agentes del Estado —que son conocidos y han sido investigados judicial y periodísticamente—, sino en cómo la Policía de Investigaciones comenzó a investigar esos crímenes en 1991, en el contexto de una frágil democracia, una institución policial aún permeada por el pinochetismo y en pleno proceso de depuración, limitaciones políticas y judiciales que determinaban qué tan lejos se podía llegar para alcanzar la verdad. Es un libro desde la perspectiva principalmente de los detectives.

En el libro sobre Rodrigo Rojas recorrí toda su vida y solo al final profundizo sobre el crimen, cómo fue quemado vivo, que es lo único que la gente generalmente sabe de él. Pero cuento la historia de un niño porteño, inserto en una familia politizada, forzado al exilio con su madre y cómo vivió ese exilio, qué lo llevó a volver a Chile y cómo se encontró a sí mismo en el país. Con ello no solo quise que se conociera quién era Rodrigo y la valiosa persona que Chile se perdió con su asesinato, sino también tenía la intención de que muchas familias en el país y las que vivieron el exilio se vieran reflejadas en la historia de vida de Rodrigo y su familia. Ahondo también en cómo fue el exilio en Estados Unidos, porque poco se sabe de ello, y el importante rol del movimiento de solidaridad y cómo impactó sobre la política exterior de ese país respecto de Chile.

Y en Terrorismo de Estadio, indagué en el mundo militar y en archivos oficiales de la época para conocer cómo operó ese centro de detención masiva. Entrevisté a muchos militares y accedí a más de una decena de expedientes judiciales y consejos de guerra, y con ello pude aproximarme a lo que fue la organización militar del estadio y de los servicios de inteligencia en la naciente dictadura.

—Por último, ¿cuál sientes que es la labor que deben cumplir los y las periodistas hoy, en un contexto político como el que vivimos, respecto al periodismo de investigación? 

En estos tiempos, cuando hay tanta información distorsionada, falsa o no chequeada circulando en portales y redes, la tarea periodística es agudizar la mirada y buscar la verdad, los hechos y las explicaciones, y dejarla a disposición del público. Es chequear el poder, poder en el más amplio sentido, y fortalecer el rol fiscalizador de los medios. 

Es alarmante ver cómo actores sociales o políticos imponen una agenda pública y los medios se suben a ese carril mientras suceden tantas otras cosas -buenas y malas- que pasan desapercibidas o son subreporteadas o deliberadamente ignoradas.

Por otra parte, creo que los propios medios o periodistas deben revisar sus prácticas, especialmente en cuanto a la responsabilidad ética, el tratamiento de la información y de las fuentes y su posición de neutralidad frente a los hechos. Sé que hay muchos colegas que no creen que hay que ser neutrales frente a lo que sucede, pero yo creo que eso es para el fuero y entorno personal. Para mí, el rol del periodista es reportear e investigar lo más exhaustivamente posible y dejar que los hechos hablen por sí solos, aunque no nos guste.