por Soledad Bianchi

 

 

Capítulo I

Elegir y recopilar una poesía que se está haciendo es una tarea difícil, y lo es doblemente si se trata de la lírica chilena, porque en cualquier lugar que se sitúe el antologador sólo podrá dar una visión muy parcial del disgregado quehacer literario chileno debido a la dispersión de los autores y a las lejanías y distancias geográficas que van de uno a otro, tanto dentro de Chile como desde el país hasta el exilio.

Son varias las antologías de poesía chilena que han aparecido en este último tiempo recogiendo solamente la producción posterior a 1973(1), todas incorporan a autores que habían comenzado a publicar antes de esa fecha. La mayoría se hace eco y reproduce, además, poemas de escritores que no podían dar a conocer sus nombres porque, generalmente, testimoniaban de situaciones de violencia, desde la prisión de la cárcel o desde la prisión de la ciudad que vivía la máxima censura. Estas publicaciones también se acercan porque reúnen gran cantidad de poetas representados con pocos textos. La selección que sigue se separa de las anteriores porque no se propone mostrar un amplio panorama de lo que es la poesía chilena hoy: pocos son los que toman la palabra en Entre la lluvia y el arcoiris, pero están presentes con más de una obra. Estos pocos son, en su mayoría, menores de treinta años.

Al acercarnos a la vastísima producción de la poesía chilena que se hace hoy, había que intentar delimitar un campo. Los libros ya mencionados cumplían, en parte, esta función abarcadora; en cambio, casi nada se conocía (y lo que había estaba muy disperso, generalmente en revistas) del trabajo de los más jóvenes. Pero en Chile, el movimiento cultural iba tomando fuerza y, desde 1976, ya existía la Unión de Escritores Jóvenes que hizo aparecer su Poesía para el camino(2), a la que se han agregado otras recolecciones que, con distintos nombres y criterios, reúnen a aquéllos que, por razones cronológicas, empezaron a publicar hacia 1973(3)

La necesidad de situar a los que comenzaban a escribir, y hasta de encasillarlos, quizá un poco estáticamente, ha hecho surgir diferentes nominaciones: José Luis Rosasco habla de la "generación del setenta"(4); otros, trasladan el año a 1973, porque dicen que los nuevos comenzaron a manifestarse en las cercanías de este hito en que el golpe de estado cambia el país provocando una brutal repercusión en todas las esferas de la vida nacional; los más osados se atreven a nominarla "generación de septiembre" por las mismas razones anteriores (la mayor vaguedad temporal exige una complicidad colectiva de críticos, lectores y autores). Algunos se refieren a la "poesía nueva horneada", hecha por los de la "generación del roneo" y por los "diaspóricos"(5). Superando esta diversidad, casi todos coinciden en que estos "autores jóvenes" o "nuevos poetas" nacen hacia el año cincuenta, y desde allí se van acercando en el tiempo hasta hoy.

Cuando ya ciertos nombres comenzaban a repetirse, cuando mucho de los nuevos recibían premios, cuando se veía que su dedicación a la poesía era elegida, voluntaria y la asumían seriamente, se hacía necesario dar a conocer autores y obras. Circularon, entonces, cartas en todas las direcciones porque era preciso reunir a los escritores jóvenes chilenos ya que los que hoy comienzan, los que hoy surgen a las letras, están marcados negativamente desde el inicio de su trabajo: son una generación dispersa que no se conoce entre sí, a diferencia de las anteriores(6). Francia, España, Chile, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos, son los países donde viven los dieciséis poetas aquí reunidos, por primera vez y en el papel(7), pero -con toda seguridad- en los cincuenta países donde se encuentra el Chile desterrado hay jóvenes que ya escribían antes de su exilio o que han comenzado a escribir en él.


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