Discurso del Prof. Pedro Cattan, Vicepresidente del Senado Universitario, en Ceremonia de VIII Cuenta Anual

Discurso del Vicepresidente del Senado Universitario VIII Cuenta Anual
Vicepresidente del Senado, Prof. Pedro Cattan Ayala
Vicepresidente del Senado, Prof. Pedro Cattan Ayala

Querida Comunidad universitaria:

En la maravillosa incertidumbre que rodea y abraza el devenir de los fenómenos naturales, existen sin embargo, ciclos que se repiten una y otra vez, generando espacios evolutivos, donde todo progresa a costa obviamente de ensayos y errores. Y esto es válido para los todos los fenómenos, sean estos naturales o sociales. Así hoy, en la dinámica del sistema universitario que nos alberga, llegamos al fin de la segunda etapa de un ciclo bastante regular. Días más, días menos, el segundo Senado Universitario ha llegado a su fin para dar paso a uno nuevo, un tercer SU lleno de energías, entusiasmos, ambiciones y sensaciones, que en mayor o menor medida van a hacer historia universitaria en la dinámica caótica tan propia de la Universidad de Chile.

En este marco, el prof. Hiram Vivanco, Secretario de la Mesa saliente ha resumido, con su habitual destreza, los hechos que han marcado este último período anual. Un análisis político de tales hechos debería ser la razonable propuesta del Vicepresidente saliente, en el entendido claro, de que éste fuera un individuo razonablemente predecible. En verdad, dudando sobre esto último, mi propuesta es abordar el accionar del SU en la totalidad de lo realizado en el segundo período, dado que existe un continuo en los hechos que resulta difícil anualizar.

Pido no inquietarse; no tengo la capacidad de los políticos para hacer largos y elocuentes discursos, ni la gracia poética de nuestros grandes vates, para transformar este análisis en un volumen pletórico de metáforas y versos sin fin. Tampoco diré: seré breve; en los ocho años de senador he aprendido lo aterrador de tal amenaza.

1.- De lo realizado y por realizar.

¿Qué hemos hecho en estos cuatro años? Reglamentos… si, reglamentos y políticas. También hemos participado en numerosos hechos universitarios, desde marchas y declaraciones hasta mediaciones y propuestas. ¿Es este conjunto, misión del SU? Lo primero, sin lugar a dudas… las marchas, declaraciones, mediaciones… también, sin lugar a dudas. He aquí donde radica la importancia de tener una entidad democrática como el Senado en la Universidad. Porque la comunidad ha entendido que su representación, sin objeciones, está en esta instancia universitaria y más aún, está dispuesta a entregarle mayor poder en la medida en que los senadores capten la problemática diaria del convivir universitario y la expresen sin temor en nuestras plenarias y discusiones.

En la última cuenta del primer período (2006-2010), el Vicepresidente, Prof. Hiram Vivanco, resaltaba que:

“Son muchos los temas que nos inquietan y que el Senado tendrá que enfrentar en su nuevo período, dentro de los cuales se encuentran el Proyecto de Desarrollo Institucional, la carrera académica, la formación de profesores, el presupuesto universitario, la equidad que debe existir no sólo en el ingreso de los estudiantes a la Universidad sino que también en su permanencia en ella, el sistema de educación superior y las políticas del Estado al respecto, el canal de TV, convenio con Azul-azul, proyecto Carén, entre otros”.

Visionario el Prof. Vivanco… porque efectivamente el segundo SU, trabajó en esos temas, pero agregó otros de especial importancia para la Universidad. ¿Cuáles fueron esos temas? Principalmente los temas de igualdad y participación, que estuvieron presentes en muchos debates de las comisiones y plenarias del SU.

Refiriéndose a ello, decía el Profesor Baño, vicepresidente del período agosto 2011, agosto 2012: “El tema de las remuneraciones, de sus desigualdades y justificaciones, ya está planteado. El tema de las desigualdades en infraestructura también es un asunto conocido y que ha implicado esfuerzos para superarlo, como es el caso del Proyecto Bicentenario… El tema de la participación de la comunidad universitaria, tanto en la elección de autoridades como en los cuerpos colegiados, es un tema también pendiente que se nutre de la experiencia de otras universidades y que hemos visto muy recientemente reaparecer con fuerza con ocasión de la discusión en el Senado de la composición del Consejo de Campus. ¿Igualdad para los iguales y desigualdad para los desiguales? Lo difícil es encontrar el criterio para igualdades y desigualdades, la alquimia de la justicia”.

Como Fulcanelli, el último alquimista, el Profesor Baño nos deja un mensaje críptico sobre el devenir de la Universidad: buscar la alquimia de la justicia… ¿será eso posible en el próximo Senado? Me referiré a ello más adelante.

2.- De lo realizado en el SU.

A mi juicio, los hitos alquímicos de este período han sido los siguientes:

a.- Reglamento de Campus y Política de Sustentabilidad.
b.- Reglamento de Carrera Académica
d.- Política de Equidad e Inclusión.
e.- Propuesta de modificaciones al Estatuto de la Universidad
f.- Clarificación definitiva sobre las funciones y atribuciones del SU.

Al respecto, quisiera detenerme brevemente en los cuatro primeros, para destacar sólo los elementos que están relacionados con la política universitaria, sin ahondar en los temas específicos o técnicos.

2.1.-Campus y Política de Sustentabilidad

El tema del Campus es un tema que está presente en el PDI. En la propuesta de acciones del mismo, se propone: “tender a la concentración en campus, basada en la integración por áreas del conocimiento, de las actividades académicas y administrativas”. A mi juicio, el espíritu de estas letras va mucho más allá, pues los campus permiten la integración de las más diversas actividades del ámbito de la universidad. Es una tarea pendiente definir con mayor claridad el alcance de este concepto dentro de nuestra universidad. El Reglamento aprobado por el SU, sólo es un tibio paso hacia la integración real dentro de estos espacios. Queremos más, mucho más. Ya lo mencionábamos en oportunidades anteriores: “Hay que gestionar el cambio en nuestra cultura universitaria, una opción por el vecino de menores recursos, una mayor comprensión de la vida dentro de las comunidades de los Campus. Reiteramos que hoy no son sostenibles las barreras ni los candados. Deben caer las rejas y los muros, deben abrirse los caminos para generar diálogos verdes, diálogos sustentables, fraternos y democráticos”. Hoy, me parece propicio llamar para hacer realidad un avance en la convivencia universitaria: ¡abajo las rejas! ¡Abramos caminos! ¡No más feudos! Somos una sola Universidad.

En este marco se sitúa también la política de Sustentabilidad que ha propuesto el SU. El compromiso de Campus sustentable suscrito en el 2010 por varias universidades chilenas, incluía instalar y evaluar modelos de gestión sustentables y de producción limpia en cada una de las universidades; elaborar metodologías de educación para la sustentabilidad transversales e interdisciplinarias, y aplicables a las distintas mallas curriculares de los programas de pre y postgrado. En la cuenta del año pasado hacíamos un llamado a toda la Comunidad a informarse de esta política y a implementarla en los Campus. En mayo recién pasado y gracias a la iniciativa del ex senador Martin Pérez Comisso se realizó la Semana de la Sustentabilidad donde la comunidad pudo compartir las ideas y proyectos sobre este particular. Pero, más allá de estas loables iniciativas de un pequeño grupo de universitarios y de hechos aislados en algunas Facultades, seguimos preguntándonos si a la Universidad le interesa el tema de la sustentabilidad como problema global. Repetimos: “hay acciones impostergables que deben iniciarse, tales como la disminución de las emisiones de carbono, el reciclaje inteligente, la disminución de la contaminación y el aumento de la eficiencia energética”. Al menos sabemos que algunas nuevas construcciones, tales como el nuevo edificio de la FCFM, cumplen con las normativas de sustentabilidad.

2.2.- El Reglamento de Carrera Académica.

Sobre el reglamento de carrera académica hay mucho que decir. Después de dos Senados, hemos concluido la tarea: ¡Habemus Reglamento! Con sangre, sudor, lágrimas, mucho papel y tinta de impresoras, hemos logrado aprobar un documento que ha dejado muchas controversias no resueltas en el camino, pero en lo sustantivo es una propuesta que pretende regular de mejor manera la actividad académica, en lo relativo a los derechos y deberes que deben cumplirse en cada jerarquía y en cada carrera así como en los procesos de evaluación. Y, ¿qué tan importante puede ser el definir adecuadamente las carreras académicas? Se podría decir simplemente que la esencia de la Universidad radica en el trabajo académico y eso ha sido puesto en relieve en distintas instancias y por distintos pensadores. Recientemente, Julián Casanova de la Universidad de Saragoza mencionaba que “La enseñanza y la investigación son las dos funciones básicas y complementarias de la universidad y es muy difícil enseñar en el nivel universitario sin las ideas y hallazgos proporcionados por la investigación”. Esta visión, que ha abundado en el contexto de las Universidades públicas, tiene también detractores y para muchos la investigación y la docencia pueden estar completamente separadas. Por otra parte, la globalización resulta para otros una nueva amenaza: recientemente, Umberto Eco, al ser investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, ha afirmado que una fuente de conflictos en el devenir de las universidades es que Internet ha sustituido progresivamente el papel de los docentes universitarios, donde además reclama para ellos, la necesidad de volver a pensar la universidad como formadora de élites, punto que debemos tener en cuenta para un próximo futuro . El tema de la academia es central en el concepto de universidad. García Garrido de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en España nos recuerda con claridad los tres tipos clásicos de profesor universitario: el profesor formador del modelo británico (formador de élites político culturales, económicas, donde la formación universitaria es principalmente intelectual), el profesor funcionario del concepto napoleónico (formador de profesionales especializados) y el profesor investigador del modelo humboldtiano que parece haber sido el preferido por las academias del siglo XX. Aún hoy, dice García Garrido, “la imagen que un profesor universitario tiene de sí mismo, en cualquier país, es la de investigador (lo que no coincide necesariamente con la realidad). Tanto es así, que llega incluso a desdeñarse al profesor que no investiga, por brillante y eficaz que sea en su actividad docente. Pero no es sólo al profesorado a quien encandila este modelo. También al estudiante. El estudiante universitario considera, en principio, que lo que da calidad a la actividad universitaria es la posibilidad de participar en la investigación”. Problema central es entonces el tema de definir con claridad qué académicos queremos para nuestra universidad, hoy cuando los paradigmas cambian vertiginosamente. Si ayer se formaban élites, hoy día la universidad se masifica. Ayer teníamos tres modelos de universidad, hoy las demandas son múltiples y los objetivos a alcanzar, muy diversos. Una pregunta no resuelta que se relaciona con lo anterior, es si para el futuro seguiremos pensando como sinónimos, Universidad y Educación Superior. Muchas voces reclaman hoy un nuevo tipo de profesor universitario, un nuevo tipo de formación profesional, donde el dilema planteado cobra especial relevancia. Un solo ejemplo: Francisco Imbernón de la Universidad de Barcelona, reclamaba en el 2008 una universidad que dejara de ser el lugar exclusivo donde se aprende una profesión, para entender esta última como una manifestación social, con una compleja red de relaciones dentro de la comunidad que la contiene. En ese sentido de formación compleja del ser humano, dice Imbernón , necesitamos una profesión docente universitaria mucho más compleja y con nuevas competencias que den cuenta de aspectos éticos, relacionales, actitudinales, emocionales y reflexivos. En este planteamiento sin embargo, está ausente la mirada hacia la investigación, actividad tan propia del académico de una universidad compleja. Me pregunto si hay fuerzas ocultas que están impulsando hacia un cambio más profundo en la concepción del académico de la universidad.

2.3.- Política de Equidad e Inclusión.

Cuando hace algunos años atrás iniciamos el estudio y debate sobre el reglamento del bachillerato, no pasó mucho tiempo en que aparecieran los conceptos de equidad, inclusión e ingreso a la universidad asociados entre sí, de una manera muy potente. Tan potente fue, que el reglamento del Bachillerato quedó en algún lugar del cosmos en espera del tercer SU, y el tema de ingreso, equidad e inclusión alcanzó un importante nivel de discusión. Hoy llegamos al final de esta etapa con una propuesta para la Universidad de Chile: una política de Equidad e Inclusión que le permite a la Universidad hacerse cargo de un gran problema de nuestra sociedad que tiene que ver con la generalización de aquel concepto del profesor Baño que mencionáramos al principio: la alquimia de la justicia, esta vez referida a los tradicionalmente excluidos de la educación superior.

Cito la introducción del documento: “Hasta ahora la Universidad se ha abocado a tres grandes líneas de acción: la implementación de un nuevo sistema de ingreso para estudiantes de excelente trayectoria académica que provienen de establecimientos educacionales públicos de alta vulnerabilidad escolar, denominado SIPEE; la instauración de un modelo de atención al estudiante que contribuya a su desarrollo integral, el Modelo de Desarrollo Integral del Estudiante (MDIE) y la promoción de la participación de toda la comunidad universitaria en estas acciones… Una Política de Equidad e Inclusión, en este contexto, resulta no sólo una necesidad institucional, sino también una acción de apoyo al trabajo realizado por la comunidad universitaria en pro del fortalecimiento de la educación pública, el desarrollo del conocimiento y el aporte al bienestar de la sociedad en general”.

Esta política está en absoluto acuerdo con los principios de la Universidad de Chile. Si recordamos, en el artículo cuarto del Estatuto se establece entre otros, que son principios orientadores que guían la misión universitaria: “La Equidad y la valoración al mérito en el ingreso a la Institución, en su promoción y egreso; la formación de personas con sentida ético, cívico y de solidaridad social”.

Finalmente el SU plantea que “Esta política busca responder a un sistema educativo tensionado por la desigualdad social presente en el país, mediante el fortalecimiento de la equidad e inclusión en la Universidad, reconociendo el valor de la diversidad para sustentar procesos educativos de calidad y sin descuidar el valor del mérito. Sólo así cabe entender un proceso de inclusión que sea consistente con nuestra identidad como universidad estatal tradicional de excelencia”.

Termino el punto mencionando que esto ha sido posible gracias al trabajo sostenido de la Comisión de Docencia del SU y a la interacción constante con las unidades encargadas del tema a nivel de Prorrectoría y Vicerrectoría académica, lo que es una señal más de la integración de nuestro trabajo con los otros organismos del gobierno universitario. Aprovecho de destacar además, la importante y fructífera interacción que se ha producido entre el SU y el Consejo de Evaluación.

2.4.- Las modificaciones al Estatuto

Como todos sabemos, el texto del actual Estatuto corresponde a modificaciones que se le realizaron al documento inicial de 1981, las que tuvieron que ser adaptadas para lograr una rápida tramitación que se materializó en el DFL nº3 del 10 de marzo de 2006. Por tanto, nuestro actual Estatuto presenta un articulado que genera dudas, controversias e insatisfacciones para toda la comunidad universitaria. Producto de ello, y a pesar de muchas argumentaciones que establecían que era una pérdida de tiempo, se conformó la Comisión ad hoc, liderada por el profesor Rodrigo Baño, necesaria para revisar la norma en cuestión. Hoy podemos decir con satisfacción que el nuevo SU cuenta con una propuesta de modificaciones que dan cuenta de numerosas aspiraciones de la comunidad universitaria. Quisiera destacar en lo principal que las modificaciones incorporan la participación con derecho a voto, de los estamentos funcionario y estudiantil en las elecciones de las autoridades unipersonales de la Universidad. También, se incorporan, con igual derecho, a los Consejos de Facultad. La experiencia de participación en el SU, donde los estudiantes y funcionarios han trabajado extraordinariamente en las comisiones y han mostrado una enorme disciplina y seriedad para abordar los distintos temas, permite vaticinar que su aporte en el desarrollo de la Universidad en el marco de las nuevas propuestas, será de la mayor importancia. ¿Resuelve la participación, el tema de los iguales y los desiguales? En las intrincadas asociaciones y mezclas dentro del atanor del alquimista, es probable que la participación sea un buen camino para dilucidar tal dilema. Al respecto, quisiera recordar con alegría la reciente firma del proyecto de ley que elimina la prohibición de participación con derecho a voto de los estudiantes y funcionarios administrativos en la elección de los gobiernos de las instituciones de educación superior. La Presidenta Bachelet planteó que “esta derogación es un acto de justicia y es también la ratificación de nuestro compromiso como Gobierno para estimular procesos más abiertos y democráticos en el debate sobre cada proyecto educativo”. Estoy cierto que este SU ha sido un modelo para incentivar tal proyecto y esperamos que se propague adecuadamente por todas las Universidades especialmente las públicas, esto es, las estatales. Es un particular deseo que el nuevo SU, convoque prontamente a Referendum para tener en el más corto plazo un Estatuto que dé cuenta de la realidad actual de la Universidad de Chile.

3.- De lo por realizar.

Quisimos hacer muchas otras cosas, pero el tiempo jugó en contra y también circunstancias diversas que obligaron a detenerse en temas de la contingencia, en los cuales la comunidad pidió la presencia del SU. Entre otros, quedaron en la lista de espera: lograr el Reglamento Refundido de Académicos. El artículo 47 del Estatuto dice: “Un Reglamento General regulará el ordenamiento jerárquico académico y las formas de ingreso, promoción, evaluación y egreso que se requieran para cada uno de los niveles que conforman la carrera académica”. Nuestra Contraloría interna lo objetó y la Mesa saliente debió enviar en el último mes de su mandato, una nueva consulta a la Contraloría General de la República. El tema del Hospital Clínico quedó también pendiente. Estamos ciertos que la Universidad debe tener claridad sobre el hospital, sobre su financiamiento, estructura, tamaño, actividad docente, etc. Hoy, hay más de una incógnita sobre el particular. Por otra parte, intentamos en algún momento un Reglamento para diseñar una Carrera Funcionaria. Las dificultades que suponía para hacerlo coherente con el estatuto administrativo, frenaron tal iniciativa. Quedó ingresado para su tramitación en el próximo SU, el proyecto que regula el sistema de remuneraciones de la Universidad y también quedó para análisis en la Comisión de Estamentos la propuesta que reconoce e incorpora a un régimen académico, a todos quienes realizan posdoctorados en la Universidad. En la Comisión de Estructuras quedó para revisión una propuesta sobre una nueva estructura de Facultades para la Universidad, más acorde con lo requerido en el PDI. También, a propósito de éste, quedó finalizada la propuesta de modificaciones para adaptar el Plan de Desarrollo Institucional a las condiciones actuales.

4.- Requerimientos de la Comunidad.

Es imposible dejar de mencionar el posicionamiento del SU en la comunidad universitaria. Cada vez con mayor fuerza se ha solicitado pronunciamientos y participación de este organismo en la resolución de conflictos y en la vida cotidiana al interior de la universidad. No podemos olvidar el tema del Hospital con la faceta humana involucrada, el conflicto del INAP, los problemas del CENMA, las tomas de Casa Central que requirieron la continua presencia del SU para intentar soluciones. En la cuenta del año pasado hacíamos mención a hechos que no deben olvidarse:

La finalización de la toma de casa Central con el Acto triestamental del 28 de septiembre de 2012 y la instalación del lienzo en el frontis de la Casa Central que planteaba: “170 años: la Universidad de Chile unida en el fortalecimiento de la Educación Pública como un derecho para lograr una sociedad más justa”.

La adhesión del SU a las movilizaciones nacionales de los estudiantes.
El apoyo a la Acusación Constitucional presentada en contra del ex Ministro de Educación, Harald Beyer.
El rechazo al alza de los aranceles como mecanismo de autofinanciamiento, proponiendo al Rector el congelamiento definitivo de los mismos.
El apoyo al Rector Víctor Pérez en septiembre de 2012 , en respaldo a su gestión en defensa de la Educación Pública.
El repudio en octubre del mismo año a la cobarde agresión de que fueron objeto profesores de la Facultad de Filosofía y Humanidades de nuestra Universidad.
El Acto triestamental del 21 de junio de 2013: “Las ideas por sobre la Fuerza” en el Teatro Antonio Varas donde manifestamos el rechazo conjunto de la comunidad universitaria a la violencia de la fuerza pública, a la represión, a las lumas y a los gases. Pero también rechazábamos a los encapuchados de siempre y a sus bombas, sus palos y piedras.

5.- Una reflexión final.

Al finalizar este segundo SU, quienes retornamos a nuestras oficinas y laboratorios, nos vamos con la confianza depositada en quienes llegan a hacerse cargo del tercer Senado: sabemos de su entusiasmo y de su capacidad. Por ello sólo quiero dejar planteadas algunas cuestiones de que deberían ser temas del SU: los retos del futuro y el peligro de la mercantilización.

Román Mayorga, un especialista en Educación del BID ha planteado diez retos que desafían a las universidades latinoamericanas, de los cuales quiero destacar tres : uno de ellos es el de participar en la construcción de una sociedad más justa, basada en el conocimiento. América Latina muestra pobreza extrema en grandes segmentos de la población y la peor distribución del ingreso del mundo. Sólo las universidades, en particular las públicas, como conciencias críticas y creadoras y poseedoras del conocimiento, pueden aportar modelos razonables para resolver las inequidades y las desigualdades. Equidad y conocimiento dice Mayorga son las asignaturas pendientes en Latinoamérica. Otro reto de importancia a mi juicio, es generar la transformación de los sistemas educativos de la región. Destaco en este punto el interés y empuje con que el anterior rector, profesor Víctor Pérez, dio la lucha por generar una instancia sólida en la universidad para la formación de profesores. Estoy cierto que bajo la actual rectoría esa tarea será terminada. Tal transformación tiene que ver con superar principalmente la baja calidad de la educación y la abismante diferencia que existe en ella, entre la educación para ricos y aquélla para pobres. El imperativo no sólo tiene que ver con los aspectos del conocimiento, sino particularmente con los aspectos éticos tanto del aprendizaje como de la enseñanza. Un tercer reto a destacar es la generación de la mejor investigación científica y tecnológica en temas de la región. En esto hay que proceder con cautela dado que muchos aspectos de I+D están relacionados con las empresas y muchas de ellas podrían basar sus desarrollos en el trabajo de los académicos quienes debido a sus bajas rentas son tentables con proyectos que finalmente resultan en beneficios empresariales sin considerar los aspectos sociales y de educación propios de la investigación universitaria.

La mercantilización ha sido planteada como un peligro por Josep Ferrer de la Universidad Politécnica de Cataluña . En síntesis, Ferrer establece en primer lugar que en círculos internacionales como la Conferencia de la UNESCO en 1998, se ha dejado en claro la pertinencia social de la universidad. Sin embargo, la sustitución de instituciones privadas filantrópicas por empresas con fines de lucro, los requerimientos del sector productivo, y los cambios en la propia comunidad universitaria, son factores mercantilizadores. En el primer caso, se han generado empresas proveedoras de educación universitaria que operan captando académicos desde las entidades públicas y generando ganancias de millones de dólares. Por otra parte el sector productivo requiere de soluciones que muchas veces desvían el quehacer académicos hacia proyectos cortoplacistas donde la maximización de ganancias es la base del trabajo, independientemente de las consecuencias sociales. Finalmente los cambios en la comunidad se ven reflejados en las opciones de los estudiantes que buscan hoy las carreras más rentables, de los profesores que se ven bombardeados con atrayentes ofertas y promociones profesionales y económicas y también en las opciones de los directivos de las universidades (principalmente públicas) que ven en ello una forma de obtener financiamientos adicionales. Todo lo mencionado hace olvidar progresivamente el carácter público de las universidades estatales, que implica poner el conocimiento a disposición de toda la sociedad y no sólo del sector empresarial. Finalmente la mercantilización afecta insoslayablemente la autonomía universitaria. La novedad del escenario post moderno dice Brunner está dada por la irrupción del mercado en los espacios en que se había desenvuelto la universidad. Estas se ven forzadas a adaptarse al nuevo entorno, deben competir y diversificar sus fuentes de ingreso, surgen nuevos proveedores de educación, los estudiantes pasan a ser clientes, las funciones institucionales se miden y surgen los modelos de negocio en vez de los planes estratégicos. Se estimulan las patentes y se vende docencia empaquetada a las empresas. La asignación de productividad académica reemplaza parte importante del sueldo. Las universidades empiezan a ser evaluadas por agencias externas y surge la competencia en ranking locales e internacionales…

Sin dudas un panorama del cual no podemos zafarnos y sobre el que debemos meditar. El SU esta para pensar la Universidad y estos temas son ingredientes importantes para tal reflexión.

Quiero terminar estas palabras, enviando un especial saludo a los nuevos senadores. Les espera un trabajo del más alto nivel universitario. Quiero mencionar por otra parte, el hecho que en estos años el trabajo del SU se ha visto facilitado por muchas personas y por todos los organismos tanto del gobierno universitario como gremiales con los cuales hemos interactuado. Vaya un agradecimiento a todos ellos en la imposibilidad de destacarlos a todos. Quiero manifestar mi agradecimiento más sincero a toda la secretaría técnica, a Germán, a Leonor, a nuestro abogado Fernando, a nuestro equipo de comunicaciones Rocío y Bárbara, a nuestros colaboradores Damaris en la producción del programa de radio y César en el diseño y a Alejandra, Oscar, Xavier y Luis en el apoyo constante en comisiones y plenarias. Gracias a todos los ex senadores por el trabajo constante y desinteresado, por las amistades generadas, por el alto espíritu universitario de cada uno.

Gracias finalmente a toda la comunidad universitaria que le ha dado razón de ser a este Senado.

Finalizo diciendo que muchas preguntas rondan el próximo futuro, relacionadas con nuestro papel en la generación de políticas públicas, con nuestra obligación de proponer caminos razonables para la educación gratuita, pública y de calidad, con nuestro ser social, en fin, con nuestra inserción en el espíritu de la época que se avecina. ¿Sabremos enfrentar los cambios y más aún, el cambio en la forma en que estos se producen? En estos ocho años el SU se ha consolidado como una necesidad para la Universidad y su papel crecerá día a día porque la comunidad universitaria lo demanda y lo exige. Así las cosas, tendremos que estrechar filas para insistir en lo que nos corresponde como universidad al servicio del pueblo de Chile, proponiendo la generación de nexos con el resto del Estado que potencien definitivamente el quehacer de la Universidad. Hoy tenemos mucho que ofrecer al país. La Universidad debe ser un ejemplo de democracia, un ejemplo de laicismo, un ejemplo de educación pública. No creamos en indicadores, creamos en nosotros. Luchemos como ha planteado el rector Vivaldi por que las universidades públicas, vuelvan a ser públicas. Luchemos en fin por una Universidad de Chile única, grande y libre…


En Santiago a 14 días del mes de agosto de 2014.