Juan Pablo Sutherland:

"Hoy no estamos como hace 30 años donde los cuerpos no estaban tan presentes como los discursos"

Juan Pablo Sutherland: "Hoy los cuerpos están más presentes"
"En el origen como en la expresión del libro están presentes las discusiones que están hoy día en el espacio público y que, de alguna manera, vienen desde los márgenes hacia acá", plantea Sutherland.
"En el origen como en la expresión del libro están presentes las discusiones que están hoy día en el espacio público y que, de alguna manera, vienen desde los márgenes hacia acá", plantea Sutherland.
El libro, ganador del Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque, es una publicación de Editorial Universitaria.
El libro, ganador del Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque, es una publicación de Editorial Universitaria.

Profesor de la Cátedra Sexualidades Críticas del Magíster de Género de la Facultad de Ciencias Sociales, y autor de libros como “Nación marica, prácticas culturales y crítica activista” (Ripio ediciones) y “A corazón abierto, geografía literaria de la homosexualidad en Chile” (Editorial Sudamericana), Juan Pablo Sutherland conversó con Prensa Uchile respecto a este texto que reúne ocho ensayos de estudiantes de dicho programa académico.

Soledad Prieto, Karina Ahumada, Inger Flem, Nadia Poblete, Elisa Niño, Manuela Cisternas, Nicolás Fierro y Rodrigo Lara, son los autores de los textos que recorren territorios como la normatividad, las prácticas sexuales, las dinámicas sociales y las experiencias de vida a partir de temas como la violación, las leyes de inicios del siglo XX sobre eugenesia e higienismo, la homoparentalidad, entre otros, en una publicación reconocida con el Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque.

Si pudiéramos inscribir el momento que vivimos hoy en una trayectoria de “la historia de la sexualidad chilena” a partir de la normatividad que revisa el primer ensayo, ¿cómo definiríamos el momento actual?

El primer ensayo está a propósito en ese lugar porque da cuenta de la historia de la sexualidad en términos de las construcciones que se hicieron en el siglo XIX. Gran parte del siglo XX estuvimos influenciados en América Latina por nociones que se crearon en ese periodo, muy tradicionales y que venían del aparato jurídico, de la medicina, del Estado policial y de las políticas de higiene social: del poder, finalmente. En ese sentido, creo que tuvimos una historia de la sexualidad -pero específicamente en homosexualidad-, muy cruenta porque se construyeron y persiguieron sujetos perversos.

Ahora, eso no fue solamente respecto a la sexualidad de las comunidades homosexuales, sino que también en la noción de sexualidad tradicionalista, del concepto de familia, de cuáles eran las relaciones sexuales aceptadas y las no aceptadas. Entonces, desde esa perspectiva, creo que las últimas décadas hemos vivido cambios enormes.

Hace 30 años no teníamos la palabra “femicidio” instalada. Ésta es una noción como la noción de homofobia. Ahí uno se puede dar cuenta de cómo son los cambios, en términos panorámicos, porque la noción de femicidio surge a partir de la lucha de las mujeres para desnaturalizarlos y que pase de un crimen íntimo y pasional, a una lógica cultural y social de violencia sistemática.

Hay mucho por hacer todavía, no estoy diciendo que está todo resuelto, pero hoy día ya hay una –entre comillas- actitud de entender una política de respecto con la diferencia y con distintas subjetividades que están presentes en cualquier sociedad.

Con esta apertura, instalación, visiblización, ¿cómo es que este sistema -absorbente de todo y elástico-, de alguna forma también capta estos discursos?

Creo que hay que tener una actitud de estar siempre leyendo bien cuáles son realmente los avances. El mercado puede asumir unas políticas de consumo cultural en determinados ámbitos, pero eso no quiere decir que esté a la par con las políticas de liberación. Entonces, claro, hay avances, hay visibilidad, pero también siguen existiendo situaciones de acoso, no solamente en el ámbito de los temas de diferencia sexual, sino que en el tema en los espacios universitarios, en los espacios laborales, o las situaciones de violencia callejera a travestis que están en el espacio público. En ese sentido, contamos con la posibilidad de discutir estos temas que no teníamos hace 30 años, pero esta misma posibilidad de discutirlos nos hace tener mayores desafíos para avanzar en otras discusiones que todavía no tenemos, y que creo que el libro las va instalando. Lo que destaco es que el libro tiene una vocación pública para que estos temas estén en el espacio amplio, de la plaza pública.

Esta es una publicación universitaria que recoge “saberes del espacio público al aula universitaria”. En una lógica “centro-periferia”, donde la universidad sigue siendo un centro, ¿cómo sacarlo de ahí?

Siempre mi labor crítica, -mi labor como escritor, profesor y activista- ha sido que estos temas tengan una conexión y que sean un territorio vinculante con las comunidades críticas que están realizando o empujando los cambios y las transformaciones.

Entonces, en la génesis de este seminario que doy, siempre tengo una conexión con el espacio público activista, crítico y callejero, y en esta versión invité a mucha gente: fue Claudia Rodríguez, una activista y escritora trans; fue Víctor Hugo Robles, el che de los gays; y fue la jueza Karen Atala. Es decir, tanto en el origen como en la expresión del libro están presentes las discusiones que están hoy día en el espacio público y que, de alguna manera, vienen desde los márgenes hacia acá. El libro recoge ese ánimo crítico y público y por eso creo puede tener harta vida fuera de la universidad.

También en la Universidad es un aporte porque abre nuevas formas de acercamiento y los autores -que es otra cosa que es importante en el libro-, no desarrollan un ejercicio crítico separado de sí como cientistas sociales, sino que lo que hacen es trabajar y asumir ese campo como propio y rediscutirlo. Hay una posición política de ellos que a mí me interesó destacar como aproximación, porque son estudiantes de postgrado, pero que están comprometidos con lo que están diciendo, con lo que están pensando.

En vista de estas irrupciones y como muchas de ellas pasan del campo de lo político y de lo subjetivo a transformar las cosas desde el punto de vista “legal”, ¿cómo enfrentar estas nueva normatividades que desde las premisas restitutivas de derecho pueden de alguna forma consolidar prácticas relacionadas a lo establecido, como los binarismos?

Yo diría que hay que trabajar con distintos vértices y decir que la obtención de derechos es un campo posible y legítimo de las comunidades que han sido perseguidas históricamente para provocar esos avances, pero eso no significa que la tarea esté hecha porque los avances siempre están ligados con otros aspectos o esferas de la vida pública que son, por ejemplo, los aspectos culturales.

En ese sentido, Judith Butler dice una cosa muy cierta: uno puede entender y pensar, por ejemplo, que haya deseo de parte de las comunidades homosexuales de conseguir matrimonio igualitario y adopción de hijos como una solicitud de legitimidad por parte del Estado. Pero una cosa es esa y otra es que eso se vuelva hegemónico y que se crea que  porque eso está resuelto está resuelto todo. No toda la gente en esas comunidades está pensando en la unión civil o matrimonio igualitario. Hay muchos otros temas que tienen que ver con la salud, con otros aspectos de violencia que no se resuelven.

Y más concretamente, “los cuerpos castigados de la nación”, ¿siguen siendo los mismos?

Seguimos viendo situaciones de xenofobia y discriminación. Una cosa que pasa con las fobias y las homofobias es que todas las situaciones de práctica de violencias son gestos o actitudes que están en la misma frontera. La misma frontera de la homofobia, es la de la misoginia. La misma frontera  de la misoginia, es la frontera del racismo. Es decir, todas se cruzan y se fortalecen a la vez.

Ayer, por ejemplo, vi una situación de agresión a un migrante haitiano por parte de un chileno y eso se expresa cuando las comunidades que “históricamente han sido más perseguidas” se visibilizan. Y eso ha pasado también con las sexualidades no normativas en los últimos 20 años, donde la gente ha ido relacionándose y entendiendo que esas sexualidades y presencias siempre han estado en sus comunidades, en su barrio. Siempre hemos convivido, toda la vida.

Y eso uno lo  puede ligar incluso a las nociones de familia. O sea, si nosotros hacemos una lectura de nuestras propias familias, no son los modelos ideales que nos ofrecen las instituciones ni las escuelas. En general, nuestras familias son diversas, con madres solteras o con abuelos, o con tíos. No son esas familias que siempre nos muestran que es como una familia ideal.