Marte o el conocimiento de las sociedades del siglo XXI

Marte o el conocimiento de las sociedades del siglo XXI

En los últimos años, pareciera ser que nos acercamos a un punto de inflexión respecto de nuestras prácticas relacionadas a la observación sociológica. Parte de nuestras conversaciones giran en torno a cómo actualizamos las miradas e impulsamos nuevas formas de enseñar e investigar. En esas conversaciones, además, somos cada vez más conscientes de las limitaciones de nuestra cultura de investigación. Hay en ella mucha normalización sobre los objetos de estudio y una iteración irreflexiva de teorías y métodos.

La sociedad del siglo XXI está viviendo importantes procesos de transformación social. Los sistemas de intercambio y sus relaciones se modifican completamente gracias a las nuevas tecnologías, cuestionando los principios de organización económica y social derivados del siglo XX. En efecto, las plataformas de interacción económica son globales y virtuales, generando nuevas experiencias culturales, sociales, políticas e institucionales en la vida económica y en la vida social.

Las ciudades también están experimentando cambios sustantivos. La organización de las mismas es cada vez más compleja y deriva del encuentro entre múltiples factores materiales e inmateriales. Al respecto, las ciudades se llenan de nuevas tecnologías y de resignificaciones en los estilos de vida, en las arquitecturas, en los espacios de interacción, etc. La vida en la ciudad presenta un aumento en complejidad y densidad interaccional, lo que desafía la forma en que se construyen.

Las organizaciones son cada vez más dinámicas y complejas, desafiando a los procesos de interacción social que buscan de manera colectiva sus objetivos. En el contexto actual, las organizaciones están expuestas a mayores grados de incertidumbre y riesgo que desafían su reproducción y toma de decisiones. Además, las organizaciones crecen de una manera en que no son solo el producto de procesos de racionalización, sino también de la estructuración de específicos ambientes socioafectivos.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología también están redefiniendo los imaginarios sociales que permiten visualizar el presente y el futuro. El conocimiento acerca de la biología humana y la naturaleza han crecido exponencialmente, redefiniendo las posibilidades del ser humano en la relación con sus entornos. Las nuevas tecnologías y sus aplicaciones en la vida cotidiana están modificando las relaciones sociales y catalizando tareas como la innovación. La física y la química avanzan a pasos agigantados para generar más energía y velocidad a nuestros desplazamientos.

En los últimos años, hemos estado atentos a uno de los hechos más provocadores para la imaginación de las sociedades y su futuro: la expansión de nuestro conocimiento sobre el universo y la pretensión real de viajar a Marte en un horizonte no mayor a los 50 años. Tal como lo ha dicho el profesor José Maza, la aventura de ir a Marte tendrá un impacto significativo en las sociedades.

El viaje a Marte también será una experiencia fascinante para las ciencias sociales, en general, y la sociología, en particular. En efecto, iremos a Marte en la primera misión tripulada. Por ejemplo, ese viaje invita a pensar las interacciones sociales en ambientes desconocidos, de alta incertidumbre y un volumen mayor de riesgo. Esto ya despierta la curiosidad por indagar en cómo comunidades humanas que vivieron experiencias similares al poblar territorios en altas latitudes pudieron sobrevivir y adaptarse a un ambiente tan hostil. Por ejemplo, ¿qué dicen los kawéskar en el extremo sur del país de su propia experiencia de sobrevivir y adaptarse en un entorno hostil?

Los procesos antes mencionados están sentando las bases para provocar revoluciones en las formas de imaginar y construir las sociedades en el siglo XXI. Son procesos que impulsan preguntas y sueños acerca de cómo la sociología y las ciencias generales deberían participar en el viaje a Marte, y en el viaje de las sociedades a través del siglo XXI. En función de incorporarnos a este viaje, se pueden seguir algunas acciones.

Primero, parece ser determinante construir una observación y praxis sociológica que favorezca el diálogo y trabajo conjunto con otras disciplinas o modos de observación. La preparación de este viaje implica la convergencia de muchas disciplinas que están abocadas al estudio de la naturaleza y la sociedad.

Segundo, es necesario re-educar y re-estimular la imaginación sociológica para romper la inercia que presenta en cuanto a sus objetos de estudio y la iteración irreflexiva de teorías y métodos. Esta acción debería romper el miedo para identificar objetos de estudios, re-educarnos en el trabajo colaborativo y superar la normalización de las formas de conocer y hacer sociología.

Tercero, creemos que la sociología y las ciencias sociales del siglo XXI pueden desarrollar formatos de aprendizaje que fomenten la curiosidad, la creatividad y la innovación, y no solo el reseñar procesos sociales pasados, lo que a veces cuesta que calce con la actual realidad. Es necesario fomentar nuevas habilidades para visualizar, crear e integrar saberes y visiones sobre el mundo. El viaje a Marte es un gran catalizador para romper con la normalización de nuestros objetos de estudios y de las prácticas de investigación o enseñanza, quizás esto nos de mayores posibilidades para construir mejores sociedades.