Arquitectos disparan contra venta de histórico edificio de Correos de Chile: “No es posible que se venda como si fuera cualquier mercancía”

Arquitectos contra venta de histórico edificio de Correos de Chile

Durante la semana pasada, Correos de Chile informó a sus trabajadores que licitará su emblemática central clasificadora emplazada en calle Exposición 221, en la comuna de Estación de Central.

Se trata de un edificio de seis pisos y dos subterráneos, que ocupa una superficie de 22.481 metros cuadrados. Fue ideado, diseñado y construido por el Departamento de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas entre fines de los ’60 y principios de los ’70.

La gerencia general de Correos aseguró que el edificio no tiene ningún impedimento jurídico para su venta y explicó que esperan mover su sede a una ubicación “más funcional”. En The Clinic, conversamos con tres arquitectos para evaluar su valor patrimonial.

UN EDIFICIO CON HISTORIA

El edificio de Exposición 221 fue una obra circunscrita en lo que el Profesor Max Aguirre, académico del Instituto de Historia y Patrimonio de la U. de Chile, denomina “culminación del desarrollo de la arquitectura moderna en nuestro país”.

Sus tres creadores fueron arquitectos formados bajo esa escuela. El más experimentado de ellos era Orlando Torrealba, encargado del departamento, mientras que el más joven, Boris Guiñeman, fue designado como el diseñador del proyecto madre. Ellos cultivaron “un tipo de arquitectura que usa materiales artificiales, como el hormigón armado, también el vidrio y el acero, y que se incorpora a los procesos de producción industrial, es decir, que produce masivamente y a bajo costo”, explica Aguirre.

Para el arquitecto, la construcción destaca porque decide dejar su estructura en el exterior. “Eso no es común. Como el edificio requería liberar una gran cantidad de superficie en su interior, Guiñeman concibió un edificio con un exoesqueleto, es decir, puso la estructura por fuera, organizada en un sistema de crucetas que aumentan la capacidad de soporte, para sostener las losas con pocos pilares intermedios”.

Foto: Archivo ArqModern

Rodrigo Vera Manríquez, doctor en arquitectura y también académico del Instituto de Historia y Patrimonio de la U. de Chile, explica que “la arquitectura moderna comienza a desarrollarse en Chile a mediados del siglo XX con una validación política y estatal. Su desarrollo fundamental comienza cuando recibe el apoyo del gobierno de Pedro Aguirre Cerda a partir de la reconstrucción de Chillán del terremoto de 1939″.

Este tipo de construcciones carecían de ornamentos, el hormigón quedaba a la vista y seguían el dogma de que “la forma sigue la función”. Para Vera, el edificio significa “una representación de mundo, es exponente de un período político de cambios profundos que tenían que ver con seguir potenciando el rol del Estado y buscar el bienestar y la dignidad de las clases populares”.

El arquitecto Pablo Altikes, fundador del sitio ArqModern.com y miembro de Docomomo Chile (Organización que brega por la documentación y conservación de la arquitectura y el urbanismo del movimiento moderno), complementa que justamente en ese período el Estado invierte en organismos como la Corporación de la Vivienda (Corvi), Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu); y aparecen la Villa Portales y la Universidad de Santiago.

Él define este período como una “época de soñadores a nivel mundial”, donde convergieron personalidades como Neil Armstrong, Muhammad Ali, Martin Luther King, Malcolm X y los Beatles. “Eso permea Chile en un edificio tan simple, tan anodino. Un arquitecto, que nadie conoce, se manda una obra maestra de calidad mundial, un tesoro arquitectónico. Es una obra maestra, está impecable, ha resistido tres terremotos grandes y puede albergar lo que yo sueñe, literalmente, porque puede albergar camiones”.

EL EDIFICIO INCÓMODO

Vera explica que el edificio de Exposición 221 es patrimonial porque tiene un valor simbólico, estructural, histórico y político. Sin embargo, añade que precisamente ese significado hace que “el edificio se vuelva incómodo”, porque representa “un Estado que ya no existe, utiliza el lenguaje de una época que ya se acabó”.

Sin embargo, para él “no es posible que el edificio se venda como si fuera cualquier tipo de mercancía” y precisa que en esta discusión “hay tres actores relevantes llamados a reflexionar sobre qué tiene que pasar con el edificio: El Estado, que es el dueño; la academia, que llega cuando los hechos ya están consumados; y la comunidad, es decir, saber cuál es el valor para los habitantes del barrio o para los exfuncionarios de Correos que posiblemente hicieron su carrera completa en ese edificio”.

Aguirre concuerda. Él explica que “el mayor capital patrimonial que tiene el país en este momento, el mayor volumen de todo lo que se ha construido, es moderno, es del siglo XX (…) Me parece vergonzoso que las grandes compañías estatales no tengan una conciencia que las obras tienen un valor más allá del valor económico, eso no debiera ocurrir en la administración pública”, subraya.

En ese sentido, propone que se aproveche que está ubicado en un “enclave urbano tremendamente significativo, cerca de la Alameda y de la Estación Central. Dispone de todas sus plantas libres, permite adecuarse a cualquier tipo de organización y administración interior. Se podría conservar su estructura y su espacialidad. No debiera demolerse, eso por ningún motivo”.

Pablo Altikes incluso va más allá y manifiesta que hay que “exigirle a las autoridades que cuiden el país. La lógica debiera ser ‘qué hago con el edificio’, no ‘cómo me deshago de él’. Nuestra tragedia es que el edificio lo estamos viendo como un lastre, como un problema, y no como una oportunidad”.

En ese sentido, Vera añade que este tipo de inmuebles son “muy atractivos para las economías creativas, como Google, Facebook y Amazon, que operan en lugares devaluados”. Una experiencia similar es lo que realizó Chilevisión en la extinta fábrica de Machasa.

Además, no se cierra a que a ese edificio llegue el Museo de Arte Contemporáneo, cuyo proyecto generó polémica al pensar instalarse en el Parque Forestal. Dicha iniciativa fue “muy criticada, porque significa intervenir de manera profunda uno de los grandes pulmones verdes de Santiago Centro y que tiene un valor patrimonial. Una alternativa podría ser que se traslade al edificio de Correos, lo que significaría que sigue a cargo de la institucionalidad pública”.