Los desafíos de la docencia universitaria en pandemia

Los desafíos de la docencia universitaria en pandemia

El año 2020 recibió a la comunidad escolar y universitaria con la pandemia del Covid-19 de manera inesperada, situación que vino asociada a una cuarentena estricta, donde el trabajo y el rol de los docentes tuvo que reconfigurarse a una nueva realidad.  En este nuevo escenario los docentes de la educación superior debieron asumir el desafío de implementar un nuevo método de enseñanza teniendo que adaptar sus clases presenciales a una nueva plataforma educativa en línea.

El Departamento de Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales (DIQBM) no fue la excepción y la docencia de pregrado, postgrado y los laboratorios de investigación tuvieron que adaptarse y reinventar la forma de enseñar. Ahora bien, no solo reacondicionar la manera de impartir las clases sino también readecuar la enseñanza en los laboratorios, asumiendo que la vida personal y familiar también se vería alterada.

En el caso de los docentes universitarios no siempre se abordan desde una perspectiva profesional, sistémica y realista las consecuencias que esta pandemia ha traído a sus vidas, por lo que conversamos con tres profesores asociados, quienes nos cuentan su experiencia, desafíos y sus frustraciones en torno a esta nueva realidad.

Asumiendo por parte de las autoridades que la solución ante la necesidad de reducir el número de contagios era quedarse en casa y realizar clases virtuales, el Profesor Asociado, Eduardo Donoso, plantea una duda que surge entre la mayoría de los docentes y es que la pandemia lo mantuvo “encerrado todo el semestre, yo soy diabético, la glicemia por las nubes por el estrés. Yo llevo más de 45 años trabajando en la facultad y mi trabajo es sacar buenos ingenieros, pero este año ha sido todo en esta nueva modalidad, entonces, me preocupa este nuevo tipo de enseñanza, si los alumnos están aprendiendo o no, es muy difícil de evaluar.”  

El docente, comenta algunas de las dificultades que se le han presentado en las clases virtuales,  “en el primer semestre me encontré con un sistema nuevo, tuve que preparar material distinto que tenía que subirles a ellos para que pudieran aprender mejor la materia ya que yo no estaba presente, tampoco estaba en mi oficina para resolver dudas, pero es muy difícil resolver problemas a través de un correo o un foro, eso significó trabajar extra los sábados y domingos desarrollando nuevos materiales de apoyo. Esta nueva forma de enseñar me planteó un nuevo desafío, aprender nuevas tecnologías, para mi el Zoom era desconocido y para hacer una clase tenía que aprender a utilizar Zoom y aprenderlo bien.”

El cambio de plataforma educativa no solamente hace que aumenten las exigencias propias del trabajo en la universidad, sino que también se entremezclan con las necesidades familiares, “en cuarentena valoro mucho estar con mis hijos todo el día, he podido compartir más con ellos, los disfruto mucho más y estoy más pendiente de su aprendizaje” indica la Profesora Asociada, Mónica Soler,  agregando que “durante mi jornada tengo que hacer muchas cosas, entre ellas ayudar a mis hijos en sus clases en línea, sumándole a que trabajo jornada completa en la Facultad, pero el tiempo no alcanza. Entonces, tengo que ordenar mi tiempo y trabajar varios días en la noche, cuando ellos se han ido a dormir para aprovechar y ahí concentrarme en las actividades de la universidad.” Y en este plan de adaptar la docencia, Mónica nos cuenta que ha tratado de adaptar sus clases a modalidad en línea, aunque el curso de Química 2020 incluía también laboratorios y esto se ha presentado como un reto aún mayor. ¿Cómo llevar los laboratorios a los alumnos, siendo esta una actividad netamente presencial?  “Decidí grabar cinco laboratorios para que los estudiantes pudieran ver por lo menos cinco experimentos prácticos durante el semestre, experimentos que ellos en un semestre normal habrían realizado en el laboratorio. Ha sido bien gratificante conseguir hacerlos, aunque desde el punto de vista del aprendizaje me pregunto si realmente se consiguió el objetivo de que los estudiantes aprendieran de los videos. La realidad es que ha supuesto mucho más trabajo del que había contemplado en un principio.”

En la misma línea, Rodrigo Espinoza, Profesor Asociado del DIQBM, aborda la situación de los alumnos de postgrado y las clases en este ámbito, “Se perdió la mística que uno logra en la sala de clases, por ejemplo, con los estudiantes de postgrado uno genera más interacción porque ellos están muy interesados en sus proyectos de investigación, pero cuando está en pantalla la interacción con el estudiante es muy diferente, muy pocas preguntas, muy poca interacción, interacción visual.  Ellos también tendieron a perder el interés, y tuve que hacer un trabajo un poco de coaching, de prestar el hombro para que ellos no se desmotivaran, uno veía que sus sueños y planes se iban postergando, desvaneciendo, cayendo. Porque obviamente si te pones a hacer un proyecto de tesis es para terminarlo en una cierta fecha y que uno puede tener retrasos, puede tener dificultades inherentes al laboratorio, pero en este caso todo eso era inmanejable.”

Cuando las autoridades universitarias y el Comité COVID 19 de la Facultad, dio el pase para que algunos investigadores pudieran volver a los laboratorios bajo estrictas medidas de seguridad, indica que “logramos retomar la mística, y ya estamos operando, pero uno sigue con la idea de que todo lo que empezamos a hacer ahora se tenía que haber empezado en marzo y abril, con la idea de que estamos atrasados y que hay que apurarse”. Y en este escenario aparece la necesidad de incorporar nuevas metodologías, así el Profesor Espinoza nos cuenta que, “mucho de mi trabajo es experimental, por no decir que el 100% del trabajo es el laboratorio.  Para mí ha sido un aprendizaje, por ejemplo, en los proyectos de tesis hemos tenido que incorporar nuevas herramientas, variables de modelamiento, simulación con software de modelamiento, y probar si esto nos va a servir finalmente para nuestros objetivos”

La educación superior en tiempos de pandemia es una tarea pendiente, que, si bien ha logrado sortear este 2020 de manera positiva, también lo ha hecho de manera improvisada rearticulando expectativas, los tres docentes plantean que el primer semestre y en particular los meses de abril, mayo y junio fueron particularmente difíciles. “Las mismas instituciones no tenían claro que hacer, nuestra universidad y la facultad no tenían claro como impartir las clases, los colegios no tenían claro como impartir las clases, el trabajo de mi señora también estaba tratando de adecuarse entonces fue super caótico” indica Rodrigo Espinoza, quién también recalca que está pendiente “considerar la salud mental de los docentes, la desigualdad en acceso a internet y a los recursos tecnológicos de manera que la educación superior pueda estar a la altura y lograr evaluar claramente cuales son los resultados del aprendizaje de los futuros profesionales en esta nueva realidad a la que nos enfrenta esta pandemia”.