Explican el impacto de estos eventos y acciones de "revegetación"

¿Cómo recuperamos los suelos y ecosistemas afectados por los incendios de este verano?

¿Cómo recuperar los suelos afectados por los incendios de este verano?
Incendios
Avance de las llamas en una plantación recién cosechada de Pinus radiata (Juan Pablo Fuentes).
Incendios
Bosque de Hualo luego de un incendio forestal en la Región del Maule. Nótese el suelo desnudo y sin sus típicas capas orgánicas superiores entre las que se encuentra la hojarasca.
Incendios
Los incendios contribuyen al calentamiento global, tanto al recibir la atmósfera más dióxido de carbono producto de la combustión como a consecuencia de la perdida de superficie capaz de absorber este tipo de gases.
Incendios
La recuperación de la cobertura vegetal es una acción prioritaria y urgente después de este tipo de perturbaciones.

“Producto de la combustión, existe una pérdida inmediata de hojarasca y humus del suelo (ambos componentes de la materia orgánica del suelo), como también de animales y microorganismos del suelo, generando una liberación de CO2 a la atmósfera”, plantea el académico Juan Pablo Fuentes, director de investigación de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, respecto al impacto de los incendios forestales de este verano.

El experto en ecología de suelos destaca principalmente la “pérdida de carbono orgánico”, que puede llegar a un 2% por cada incendio que se produzca en un determinado ambiente. Este deterioro dependerá de los montos pre existentes de material orgánico. “Lo relevante en este aspecto no es solo la cantidad de materia orgánica perdida, también es relevante el considerar la calidad y origen de esta materia orgánica. Existe una fracción de la materia orgánica que es sumamente estable en el tiempo y que, producto del fuego se pierde rápidamente. Esta materia orgánica se almacena en el suelo en forma de humus mediante un proceso de transformación que pudo demorar décadas o incluso cientos de años en formarse”, agrega.

Por otra parte, el profesor Fuentes sostiene que, “además de la pérdida de compuestos orgánicos y su consecuente transformación a CO2, se produce la pérdida de otros nutrientes esenciales, tales como el nitrógeno orgánico, el cual se volatiliza durante incendios de alta intensidad. Otros nutrientes, tales como el fósforo, calcio o potasio quedan en las cenizas, pero son rápidamente exportados del ecosistema por el agua que escurre sobre el suelo durante las lluvias”. Aparte de la pérdida de carbono proveniente de la materia orgánica y de nutrientes esenciales, los incendios también generan un desbalance en las comunidades microbianas, tanto en cantidad como en diversidad, lo que finalmente afecta a muchas funciones ecosistémicas.

Un tercer elemento clave son las cenizas. Tras un incendio forestal, este material generado como resultado del paso del fuego, puede provocar el encostramiento y sellamiento del suelo. “La ceniza es mayoritariamente hidrofóbica, por lo tanto, repele el agua. Así, el suelo pierde su capacidad de infiltración de agua. Al mismo tiempo, aumenta la erosión de la superficie del suelo”, advierte el experto, quien enfatiza la importancia de medidas preventivas y de aquellas que son necesarias con posterioridad a un incendio forestal para evitar procesos de degradación mayores que, en última instancia, afectarán a las mismas personas.

En síntesis, el suelo pierde calidad y se empobrece en términos nutricionales y estructurales, limitando así su condición de hábitat para diversos organismos. De esta manera, además, se contribuye al calentamiento global tanto al recibir la atmósfera más dióxido de carbono producto de la combustión durante el paso de las llamas como a consecuencia de la perdida de superficie capaz de absorber este tipo de gases.

Lo que viene después: la revegetación

En medio de un suelo más empobrecido de nutrientes y donde la devastación del fuego arrasó con todo a su paso, lo que viene después es intentar volver a reverdecer el área afectada. Aquí comienza lo que se conoce como revegetación, un proceso de diferentes etapas donde se busca que la zona azotada por el incendio vuelva a tener la fuerza perdida.

El académico experto en restauración y rehabilitación de bosques de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, Juan Ovalle, destaca que “posterior a un incendio forestal de alta intensidad, el suelo pierde por completo la cobertura de la vegetación dejando una superficie desnuda. Por lo tanto, la recuperación de la cobertura vegetal es una acción prioritaria y urgente después de este tipo de perturbaciones. Su importancia radica en que la cobertura vegetal aumenta el aporte de materia orgánica al suelo y protege del impacto de la gota de lluvia, y -por consiguiente- disminuye la escorrentía y la erosión hídrica del suelo, especialmente en suelos de laderas”.

De esta manera, el profesor Ovalle detalla que el plan de revegetación con fines de restauración o rehabilitación post-incendio tiene por lo menos cuatro etapas: (1) Diagnóstico del estado de degradación, (2) Diseño y planificación de las acciones de rehabilitación post-incendio, (3) Implementación, y (4) Monitoreo y evaluación del éxito de la rehabilitación o restauración de bosques.

Asimismo, para saber si el plan de revegetación cumplió con los objetivos de disminuir el avance de la degradación y recuperar servicios ecosistémicos perdidos productos del incendio (perturbación), el académico destaca que este proceso “debe incluir un plan de monitoreo a diferentes escalas temporales y espaciales, dependiendo de la extensión del área afectada. El plan de monitoreo debe considerar, al menos, la medición de variables asociadas a atributos de recuperación de estructura, funcionalidad y procesos ecosistémicos. El monitoreo debe contemplar también diferentes tiempos de evaluación, ya que una evaluación temprana post-incendio podría ayudar a corregir el diseño del plan original”.

Ahora, en el caso de la reciente temporada de incendios forestales ocurrida en Chile, que dejó a familias damnificadas, zonas de cultivos afectada y cientos de hectáreas quemadas por el fuego, el profesor Ovalle detalla dos objetivos concretos que el plan de revegetación debiera cumplir. Lo primero, es “mejorar la estabilidad física de áreas con pendiente que han perdido la cobertura vegetal producto de incendios forestales” es lo primero. Lo segundo prioritario, agrega, es “recuperar los servicios ecosistémicos (calidad de agua, provisión de madera y productos forestales no madereros, control de la erosión, polinización, productividad primaria, entre otros) y atributos del ecosistema (diversidad, estructura y procesos) perdidos parcial- o completamente por el incendio”, detalla el experto, quien esta semana cerró un curso de postgrado en la región Los Lagos, titulado “Metodologías en Restauración de Bosques”, en colaboración con la Fundación San Ignacio del Huinay.