La cifra de docentes que ha desertado del sistema actual es un tema urgente que levanta alertas sobre las posibles razones, principalmente estructurales, que llevan cada año a un número importante de profesores a tomar esa decisión. En nuestro caso, conformamos un equipo profesional que, si bien pertenecemos a dichas cifras, no hemos abandonado las escuelas, ya que trabajamos en el desarrollo de espacios de acompañamiento y formación desde y para docentes, en el contexto del Programa de Acceso a la Educación Superior de la Universidad de Chile (PACE UCH).
Esta iniciativa ministerial, desde el año 2014, busca restituir el derecho a la educación superior, ofreciendo una vía de acceso alternativa con enfoque de equidad. El modelo propuesto tiene un componente muy relevante: Preparación en Enseñanza Media (PEM), que se sustenta en la idea de que, para potenciar el acceso a la educación superior, es necesario desarrollar un fortalecimiento de las habilidades en el nivel secundario. Por lo tanto, contempla un trabajo directo con estudiantes de 3ero y 4to medio, junto con la generación de espacios de reflexión con los equipos directivos y el cuerpo docente de cada liceo que es acompañado por el Programa.
Esto nos ha permitido conocer a nueve establecimientos educativos en diferentes comunas de Santiago y, desde los territorios y sus contextos, hemos podido vincularnos con una diversidad de comunidades, sus sellos educativos y sus realidades socioculturales: liceos técnico profesionales y científicos humanistas, en zonas urbanas y rurales, con enfoques ciudadanos, artístico, científicos y/o tecnológicos.
A partir de la vinculación directa de la Universidad con la escuela hemos corroborado que las y los docentes tienen, en general, una percepción negativa de los espacios de “capacitación” porque replican una lógica vertical, de un saber externo y experto que se posiciona fuera de sus contextos y sin un acompañamiento que les permita llevar dichas prácticas a su realidad específica. Esto también se manifestó en que, al iniciar nuestra vinculación con las comunidades educativas, había una resistencia frente a nuestro acompañamiento, porque su experiencia les hacía concluir que se replicaría esa manera asimétrica de relación.
Desde este diagnóstico, como programa PACE UCH realizamos una apuesta metodológica a partir del modelo de Comunidades de Aprendizaje Profesional (CAP). Éstas se constituyen como espacios de formación que ponen en valor los conocimientos y habilidades de las y los docentes, y en la cual los profesionales PACE actuamos como facilitadores de procesos reflexivos, generando estrategias para la mejora en las experiencias de aprendizaje, poniendo en valor los saberes y contextos de cada comunidad educativa.
De esta manera, para desarrollar la reflexión y la colaboración no basta con poner en un espacio compartido a un grupo de profesionales; sino que es necesario desarrollar una propuesta que contenga herramientas concretas para la colaboración, el diálogo profesional y la puesta en acción de las habilidades de cada profesor y profesora desde su disciplina, aportando a la construcción y valoración de su profesión. En nuestro diagnóstico, el desarrollo de esas herramientas son muy necesarias hoy en las escuelas; considerando además, que los espacios de reflexión pedagógica, asignados dentro de las horas no lectivas, muchas veces son espacios con carácter únicamente informativo o donde la toma de decisiones no se realiza de manera consensuada o efectivamente participativa.
Es necesario, además de reunir docentes con diferentes niveles de acercamiento al aula, como ocurre en el caso de las mentorías, donde un profesor “experto” y uno “principiante” de distintas comunidades se vinculan, que estos profesionales tengan un marco de acción que guíen el diálogo, la reflexión y la producción de conocimientos que les permitan un trabajo en el aula enriquecido por esta colaboración.
En estos ocho años de implementación del programa PACE UCH hemos podido confirmar que las y los docentes quieren enriquecer sus conocimientos para aportar de manera más significativa en la formación y proyecto de vida de sus estudiantes, pero que para ello requieren de espacios que consideren sus saberes y contextos, que pongan en el centro lo que las comunidades educativas hacen y pueden hacer a partir de instancias de comunicación, análisis crítico y construcción colectiva de saberes.
Desde la Universidad de Chile buscamos contribuir, a partir del trabajo cotidiano en los territorios, con estos diagnósticos y hallazgos a la construcción de políticas públicas en educación que pongan en el centro a las y los docentes y al desarrollo de herramientas para la vinculación con las comunidades escolares, y de esta manera seguir haciendo eco del rol público de nuestra universidad.