Columna de opinión

A mover la aguja

A mover la aguja

Hace unos días, en una entrevista de prensa, el Presidente de la CPC,  Ricardo Mewes, instaba al Gobierno a hacer “un cambio brusco, dramático, que mueva la aguja” apuntando a la necesidad de aumentar el crecimiento de Chile, entre otros temas de la agenda de preocupaciones del empresariado.

Si se trata de mover la aguja, la minería está haciendo lo suyo. Un dato muy relevante es el tremendo avance que ha tenido la cartera de proyectos de inversión reflejado en el último informe de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) que saltó –entre marzo y diciembre del año pasado– de US$ 40.000 millones a US$ 60.000 millones para el periodo 2023-2027. De esos US$ 20.000 adicionales, nada menos que US$ 15.000 millones fueron aportados por el sector minero.

Pero no solo es el aumento en las inversiones, que esperamos sigan elevándose en los próximos meses, sino que la minería también debe celebrar la fuerte aparición del litio en la cartera de exportaciones, que entre 2021 y 2023 aumentó en volumen un 72% y ¡¡¡8  veces !!! en valor hasta alcanzar el 8% de nuestras exportaciones. Y si a ello agregamos la parte que le corresponde a proveedores y contratistas del cluster minero, con el brusco aumento de más de un 50% de las exportaciones de servicios que durante 2023 superaron los US$ 2.400 millones, el sector sigue siendo la marca registrada de Chile en los mercados globales. Incluso conozco de cerca los esfuerzos de empresas de ingeniería y mantención minera por incursionar en los mercados de Australia, Perú, México y EE.UU. Eso sí, ya no sólo “veo a mi Chile, cobre y mineral”, como dice la canción, sino que estamos en camino de exportar conocimiento y experiencia minera.

No todos creen que llegar a ser el productor de cobre más importante del planeta, y ahora también un actor relevante en el litio, ha sido virtuoso para el desarrollo de Chile. Aún duele la frase del ex candidato a la Presidencia de la República Daniel Jadue que, en abril de 2021, dijo: “La minería del cobre -por su lógica extractivista- se ha convertido en una verdadera condena para el desarrollo productivo del país”. Para desmentirlo están las 8.572 empresas proveedoras de minería (METS) -de acuerdo al último informe de la SUBREI del año 2019-  representando un 7,4 % del PIB Nacional y un 13% del empleo en el país.

Siendo la desigualdad un problema a corregir en el país, la minería también hace su aporte. La medición del coeficiente de Gini en Codelco para los años 1999 y 2015 arrojó un valor de 0,22, nivel equivalente a Islandia, el país mas igualitario del mundo. Las empresas que forman la gran minería no están muy lejos de esos valores y muy por debajo del 0,46 que nuestro país muestra. La participación de la mujer en las actividades mineras también ha ido aumentando hasta alcanzar un 15% de la fuerza laboral (BHP se destaca por haber alcanzado el ¡¡¡ 40%!!! de participación femenina en muy pocos años). Si a esto se suma que el ingreso imponible de quienes trabajan en la minería ¡¡¡duplica el promedio nacional!!! , el  planteamiento “anti extractivista” no tiene asidero alguno en la realidad del país.

Otro ejemplo notable que mueve la aguja, esta vez en el ámbito del desarrollo de competencias laborales y formación de capital humano, es el caso del Centro de Entrenamiento Industrial y Minero (CEIM), en cuyo directorio he estado muchos años. Este centro ya supera las 110.000 horas de instrucción a operadores mineros con más de 34.000 personas capacitadas el año pasado (29.200 en 2022) y 19.000 certificaciones del perfil técnico y conductual respecto de las tareas y roles a desempeñar por nuevos trabajadores mineros. Esta institución, que nace para responder a la necesidad de personal capacitado que requería Minera Escondida en los años ‘90, hoy está abierta a todo el ecosistema minero, extrapolando su labor a otros sectores productivos con una propuesta de valor de clase mundial. Para ello utiliza las técnicas de capacitación más modernas (metaverso, machine learning, IA), cubriendo cuatro áreas: electricidad e instrumentación; equipo pesado; procesos y mecánica industrial; y prevención y seguridad.

¿Puede la minería hacer más por mover la aguja?

En mi opinión, hay varios ámbitos donde un trabajo conjunto (mineras, proveedores y academia) puede dar frutos abundantes para el país. Quisiera mencionar tres (Plan Minero 2050):

  • Ser un líder mundial en la producción sustentable (verde) minera, resguardando a las personas (impresentable el número de fatalidades) y el medio ambiente.
  • Incrementar la productividad del sector (muchos años retrocediendo) utilizando las herramientas tecnológicas mas modernas y las mejores prácticas de gestión.
  • Desarrollar proveedores con énfasis en innovación, integrados a las cadenas de valor globales y con foco en I+D+i, alcanzando la ansiada meta de 250 proveedores.

Frente a este alentador panorama que la minería muestra, preocupan las noticias que  provienen de otro gran motor: la industria de la construcción, tan relevante para el empleo. Aún cuando también se aprecia un aumento de las inversiones (OO.PP.-CBC), entre marzo y diciembre de 2023 de US$ 21.547 millones a US$ 24.726 millones, según I Construye, una plataforma tecnológica que monitorea la actividad, en los dos primeros meses del año han arrancado sólo 37 nuevas obras, un 80% menos que los niveles anteriores al estallido y la pandemia. Al respecto, resulta imperdonable que las Direcciones de Obras Municipales (DOM) de muchos lugares del país actúen sin el sentido de urgencia que requieren los altos niveles de cesantía existentes, siendo el caso de Macul el más notorio con más de US$ 500 millones en proyectos detenidos, “con plazos acumulados para los principales trámites de hasta 1.500 días”(Observatorio de plazos. 2023)

Si la ley marco que se tramita en el Congreso sobre permisología pretende disminuir en un 30% el trámite de las autorizaciones sectoriales, es de esperar que ésta salga pronto e incorpore los incentivos adecuados para el cumplimiento de los tiempos establecidos.

La Cámara Chilena de la Construcción ha mostrado una extraordinaria capacidad de gestión gremial transformándose en un poderoso grupo económico -con presencia en los  sectores bancario, salud, seguros y seguridad social- y, al mismo tiempo, ha desarrollo una gran labor social a lo largo de Chile. Esto, a través de múltiples fundaciones, una mutual de accidentes del trabajo y la mayor caja de compensación, Los Andes. Si se lograra orientar todas esas instituciones hacía alcanzar un mayor crecimiento económico, una más alta productividad-país y contribuir a una mayor equidad social, en un proyecto conjunto con el Gobierno y sus instituciones, seguro que mueven la aguja.

A propósito de los balances que se han estado realizando respecto de los dos años de Gobierno del Presidente Boric, quisiera aportar un análisis que no he visto en los medios de comunicación.

El resultado resulta sorprendente, en especial cuando “el IPSA también puede interpretarse como un termómetro que mide las expectativas sobre el desempeño de la economía local… mientras mayor sea el dinamismo esperado de nuestra economía, mejores serán las expectativas sobre los resultados de las empresas y esto impactará positivamente en sus valorizaciones” (Roman, 2017). Para un estudioso de las finanzas, habrán muchas buenas razones para invalidar esta comparación: tamaños diferentes, realidades económicas distintas, escenarios políticos diversos  y muchas otras. Sin embargo, hay un hecho indesmentible: los “espíritus animales” que viven en torno a la bolsa no ven el obscuro panorama para la economía chilena que se refleja en tanto comentario interesado.

Quiero insistir una vez más en que no pretendo minimizar el dramático efecto que tienen: la delincuencia, en especial lo ocurrido con el caso del ex teniente Ojeda, el tráfico de armas y personas en los campamentos -donde no existe el imperio de la ley sino la de las mafias-, la incapacidad para lograr acuerdos en pensiones y tributación, y muchos otros graves problemas que aquejan nuestra convivencia. Todos nos damos cuenta de esta situación. Por eso valoramos enormemente la voz de las Iglesias, liderada por nuestro Arzobispo y colega, Monseñor Fernando Chomalí, que llaman a “dar un paso decisivo hacia una verdadera política de acuerdos y consensos, hacia un acuerdo nacional, que, dejando atrás visiones particulares, mire de verdad a Chile y se aboque a resolver los graves problemas sociales, económicos y políticos que enfrentamos”. (Confesiones Religiosas. 2024)

“No nos quejemos de los tiempos, seamos nosotros mejores y los tiempos serán mejores… nosotros somos el tiempo”.