Tratado con la UE

02 de Mayo de 2002

Es evidente que un tratado comercial con la Unión Europea constituye una notable oportunidad para nuestro Chile. La expansión de mercados resulta fundamental para un productor como Chile, que ha hecho de la diversificación de los mismos un capital en su inserción internacional. Europa constituye un mercado altamente exigente y que, por lo mismo, incentivará el desarrollo tecnológico que se requiere para estar a la altura de las circunstancias. Innegablemente, un acuerdo de este tipo implica ciertos costos, especialmente productos en los que no podemos competir abiertamente, pero son muchos más los beneficios de una desgravación arancelaria que permite un posicionamiento sostenido en un gran mercado. Los costos pueden compensarse también con otros nuevos mercados y regiones, facilitando la estrategia de economía exportadora que hace mucho intentamos practicar y en la que hay que seguir invirtiendo. Ojalá que los acuerdos paralelos, especialmente en materia laboral, medioambiental y regulatoria en general, no compliquen la continuación de un resultado que se observa altamente positivo.

El acuerdo con la UE viene junto a un reconocimiento sobre los logros económicos de Chile. Los mismos que han permitido una economía estable donde es posible proyectar a los plazos que hoy día son normales en el mundo. Es evidente que los innumerables problemas sociales que aún abrigamos deben desaparecer considerando el enorme caudal productivo que genera el libre comercio. Pero también será importante rubricar la necesidad de una inversión en ciencia y tecnología que nos permita convertirnos en una economía dinámica en el comercio, capaz de innovar en sus productos, de reaccionar rápidamente ante la competencia, y estar permanentemente al día con las demandas de los consumidores. Estabilidad social e inversión en ciencia y tecnología son dos precondiciones para sostener el posicionamiento de Chile en el mercado. Esto lo recuerda el tratado con la UE, y las perspectivas de suscribir otros similares con otras regiones, rubricando la antigua observación de que el comercio debe ser el reflejo de la salud integral de una economía.

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