Una apuesta sin fundamentos

10 de Abril de 2002

Para poder crecer en forma sostenible, Chile necesita significativos flujos de inversión. Los mismos se financian con ahorro doméstico y externo; siendo el primero un factor restringido históricamente, el elemento determinante pasa a ser el segundo. En cualquier caso, la inversión requiere confianzas, como también la existencia de factores básicos representativos de la rentabilidad esperada, consideración en la cual caben elementos relativos a la productividad de los factores. En forma objetiva, Chile ha ido perdiendo terreno en el contexto de la confianza que puede ofrecer a los potenciales inversionistas: un país que se divide, cuyas controversias recurren a la descalificación, y en donde se acude a las diferencias más que a las necesarias convergencias, no constituye precisamente una situación estable para la inversión de largo plazo. Asimismo, se trata de un país con escasas credenciales en materia de investigación científica y tecnológica, actividad que es casi despreciada en materia de gasto y de la propia atención que debiera brindarle el sector privado. Un país, por otra parte, con graves falencias en materia de recursos humanos; no hay indicador más decidor a este respecto que el 50% de población analfabeta funcional en la fuerza de trabajo. Es cierto, hay capacidad empresarial, ideas y recursos naturales, pero esto no nos hace elegible más que para mayor inversión en producción de materias primas y de semi-elaborados. Poco para pensar en el necesario salto económico y con mayor valor agregado en las exportaciones.

¿Deseamos ser un país elegible para la inversión? Ciertamente que sí, si es que efectivamente deseamos el salto económico que soñamos. Pero eso requiere no sólo más flexibilidad en los mercados, y buen marketing a nivel internacional. Requiere también gastar en las precondiciones: investigación, recursos humanos, infraestructura para la colaboración activa entre empresa y centros de investigación, protección medioambiental, profundización en el mejoramiento de los servicios. Asimismo, necesita mayor unidad de país, visiones compartidas, debates y propuestas sobre el curso futuro. Grandes tareas, que no asumimos con la responsabilidad que se debe, en medio de un debate político poco trascendente. En realidad, las esperanzas de inversión no parecen sustentarse en fundamentos firmes, y son más bien el anuncio de nuevas y dolorosas frustraciones.

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