¿Remedio para la Locura?

10 de Octubre de 2001

El mundo perdió su capacidad de dialogar a pesar de los encuentros que han radicado en la globalización y el fin de la guerra fría. Un fundamentalismo religioso ha logrado aislar a una parte del planeta, mientras que el resto, quizás la gran mayoría, no ha prestado suficiente atención a esos desarrollos. No tienen ellos justificación en los conflictos que abundan por años en el medio oriente, puesto que el terrorismo fanático no podría tener nunca una justificación. Y cuando el líder de una secta del terror alude a la imposición del miedo y la inseguridad como herramientas para promover sus ideas sobre el mundo, el mensaje de destrucción resulta nítido, pero incólume ante el rechazo del mundo civilizado. Hoy, en presencia de una guerra, parece ser que es esa irracionalidad la que emerge triunfante: el triunfo inevitable de la muerte sobre la vida, de una visión estrecha y utilitaria del ser humano.

Es posible que no haya otra salida sino la guerra para destruir al germen del mal. Sin embargo, ese germen subsistirá por su aparente importante diseminación en el cuerpo mundial, cobrando trágica validez la amenaza de que ya nadie podrá vivir con tranquilidad. Ese germen subsistirá si no se atacan las causas fundamentales que lo generan, como son el subdesarrollo, la pobreza, el aislamiento. El mundo debe prestar atención a los desarrollos que durante tanto tiempo han dominado a un segmento importante sino económica y geográficamente, del punto de vista histórico y cultural. Un segmento dominado por todos los males posibles, donde prima el atraso, el sufrimiento, la persecución y las ideas más fanáticas surgidas como una respuesta de liderazgos espúreos cobijados en una respeto al Ser Supremo. Un mundo en que vivir o morir resulta ser una elección poco significativa, y en donde el sacrificio pasa a convertirse en una activa promesa de bienestar fuera de este mundo. Una locura sistemática, hecha forma de gobierno a la vez que de sentir y de pensar. Una locura que debe ser exterminada por la vía de la racionalidad, de la mayor atención al sufrimiento que tanto contrasta con la realidad de la mayor parte del mundo. Una locura que debe remediarse bajo el principio de respeto al ser humano, de compartir mejor lo que tenemos sobre este peñasco que flota en el universo, de atender con tiempo y esmero las realidades de cada parte del mundo que pretendemos integrar y mejorar.

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