Grandes Lecciones

26 de Septiembre de 2001

Después del horror que el mundo presenció en Nueva York y Washington DC, quedan algunas reflexiones que importan hacia el futuro de la humanidad. Se ha creado un sentimiento de miedo e inseguridad que necesita enfrentarse de una manera muy clara y efectiva; eso precisa de acciones contra las organizaciones terroristas y delictivas. Se trata de un tema delicado, porque tampoco puede el extremo de este miedo ser sustituido por el miedo a las políticas y entidades represivas. Frente a la actitud de desprecio por la vida, nuestras sociedades deben procurar mayores esfuerzos en educación y en la construcción de un verdadero humanismo, respetuoso de la vida y los derechos de todos. Tendrá también que existir un mejor entendimiento de todas las realidades del mundo, para avanzar decididamente a la eliminación de las brechas y las incomprensiones. También deberá actuarse en el combate a los fundamentalismos y en la construcción de una cultura de tolerancia, lejos de la descalificación y la ideologización que preña nuestros debates y lleva a extremos inaceptables. El fortalecimiento ético es un requisito preponderante para el progreso verdadero de la humanidad, y nuestros esfuerzos deben encaminarse hacia la racionalidad que requiere la preservación de la vida.

Ciertamente, los efectos del horror que ha ocurrido no se desvanecerán. El mundo cambió, y hoy día habrá más barreras para una integración y una globalización que se veía antes muy cercana; hoy día se han vuelto a poner en vigencia nuestros antiguos miedos, nuestras barreras históricas al entendimiento y al compartir comprensión entre países. Pierde la humanidad, que podría de otro modo avanzar hacia un mundo más pleno y con mayores oportunidades. Pero es también cierto que la tragedia se constituye en una enseñanza lección, que bien comprendida nos permitirá salir fortalecidos como sociedad humana, aislando y combatiendo toda forma de exclusión, todo arrogante devaneo fundamentalista, toda expresión de violencia y de recursos empleados en la promoción de la muerte. Hay grandes lecciones que emanan de este dolor, y que nuestros líderes políticos deben saber leer con sabiduría y generosidad, ya que el futuro del mundo posiblemente de decida en estos días en que todo parece haber cambiado para siempre.

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